Cuando se estudia el comportamiento electoral desde la visión de los que eligen, es decir el número de votos como los niveles de abstencionismo, no sólo se contabilizan los votos, ni tampoco se intenta encontrar la explicación a porqué gana un partido y no otro, ni mucho menos se intenta descubrir la fórmula mágica para ganar elecciones, lo que realmente se estudia es el tipo de ciudadano.
Las respuestas pueden ser muy diversas, se pueden tener desde dos aspectos fundamentales desde un nivel teórico o a nivel de campo es decir “real” lo que hacemos usted y yo al momento de votar, alejándonos de la teoría, en este sentido debemos de preguntarnos si ¿Votar es una acción de afirmación o simplemente una opción?.
Si entendemos que el voto es un acto de afirmación, puede significar que los votantes no son totalmente libres en cada elección, pues tienden a votar por el partido político al cual se sienten más cercanos, podemos decir que es un voto de “lealtad” ¿Usted a qué partido le es leal?.
En cambio si entendemos al voto como una opción, lleva implícito el hecho de que consideremos al votante como un ser libre, decidiendo en cada elección según sus propios intereses. ¿Usted vota pensando en sus propios intereses?
Sin duda debemos considerar que la interpretación de la conducta electoral se encuentra más allá del plano teórico, pues, puede variar de acuerdo a la zona geográfica, al tipo de elección, a las condiciones de seguridad de ese territorio o incluso como lo creo desde un punto de vista personal a la influencia del Crimen Organizado dentro de una comunidad.
Según lo establece (Shultze,1983) hoy se acepta en general que son diversas las influencias que recibe el comportamiento electoral. Junto con los “cleavages”, debe considerarse la cultura política, las condiciones de la competencia política, las perspectivas de las candidaturas, etc.
Retomando un poco de la teoría podemos establecer 3 modelos para poder analizar el comportamiento electoral. El modelo sociológico de Columbia, el modelo psicosociológico de identificación partidista e ideológica y el modelo racional-espacial de Downs.
Si nos situamos dentro del modelo de Columbia, podemos decir que es el más tradicional las propuestas se construyeron sobre las investigaciones respecto a:
- Influencia de los medios, principalmente de prensa y radio.
- El sentido de pertenencia hacia un grupo en particular como son familia, trabajo, religión y lugar de residencia.
Es decir según este modelo los votantes casados y con un nivel de socialización mayor, votan más que los que no están en este supuesto, los votantes votan a un mismo partido político por el nivel de cohesión grupal, algo así como “amigos de escuela”, “compañeros de trabajo”, “afiliados al mismo partido”, etc.
Este modelo define al voto precisamente como una acción de afirmación, poniendo el énfasis en la proporción de votos que los diferentes grupos de ciudadanos asignan a un determinado partido político (Lazarsfeld, Berelson, 1994). Las diferencias existentes entre los patrones electorales de los grupos se relacionan con la posición que estos tengan en la sociedad, es decir su ubicación dentro de la estructura social, y cómo esto determina si participa o no y cómo su posición ha producido vínculos con determinados partidos.
La base del modelo de Columbia es el grupo social, su entorno más inmediato. Las tendencias de votos según las clases sociales constituyen el ejemplo claro, que de acuerdo al modelo, los partidos de derecha representarían a los intereses de las clases con mayores ingresos, mientras los de izquierda representan a los trabajadores y los partidos del centro a los de la clase media (Lipset, 1963).
Si nos situamos en el modelo psicosociológico, identificación partidista e ideológica o también conocido como el Modelo de Michigan, nos enfocamos en 3 conceptos:
- Identidad político partidaria.
- Imagen de los candidatos.
- Temas de interés en las campañas políticas.
El énfasis del modelo es el individualismo, porque considera a la persona como un ente individual que desarrolla una identificación psicológica duradera con un partido a través de un proceso de socialización.
El voto para este modelo es considerado como un mecanismo de afirmación, pero no de pertenencia a una clase social, sino que es un proceso de largo plazo que lo ha llevado al individuo a identificarse con un partido en particular.
De esta forma la identificación hacia un partido se adquiere en principio a través de la familia, para luego ser reforzada por la pertenencia a ciertos grupos y por el voto mismo por ese partido en el tiempo. Esta variable se ve al tiempo condicionado por la socialización política y, en algunas ocasiones, puede sufrir modificaciones por la percepción de los candidatos o las relaciones mantenidas directamente con los partidos o sus representantes.
Por último en el Modelo Espacial-Racional de Downs, surge por los desfases o retrasos de interpretación del electorado, por lo tanto esta teoría explica el comportamiento a partir de los beneficios económicos que el elector percibía que había recibido o que iba a recibir; es decir, un modelo racional en el que entraban en consideración tanto elementos materiales como simbólicos.
Anthony Downs (1957) desarrolló un esquema de comportamiento electoral a partir de la racionalidad, partiendo de que los individuos deciden a partir de los beneficios que les ha proporcionado el gobierno de turno y de los posibles o probables beneficios que piensan recibir de los nuevos partidos y candidatos.
Dentro de esta perspectiva, aparece en escena el modelo de elección racional, el cual considera que el votante, sobre la base de una conducta racional, apoyará al partido que mejor defienda sus intereses personales. El modelo explica la decisión de votar sobre tres parámetros:
- Los beneficios derivados de que el partido preferido por el votante sea elegido, los cuales pueden ser materiales, como la reducción de impuestos, la promesa de aumentar el salario mínimo, o inmateriales, como la gratificación psicológica de que tu candidato sea el elegido.
- Creer que con tú voto puedes decidir la elección, es decir darle un valor agregado a tú voto.
- Los costos de votar, por ejemplo, el tiempo y el dinero invertido en trasladarse hasta el recinto electoral, y los costos de oportunidad.
Estos son los modelos tradicionales para entender desde el plano teórico el comportamiento electoral, le comparto esta pequeña reseña teórica, para que logremos entender por qué votamos de una manera u otra.
Sin duda alguna es tiempo de que razonemos más que nunca nuestro voto, que hagamos una pausa en nuestras vidas para indagar y darle el verdadero sentido que tiene nuestro voto, y no solo hacerlo como un procedimiento mecánico. Pues las consecuencias pueden ser nada agradables. Considero que es tiempo de hacer valer la voz ciudadana y al político que todos llevamos dentro.
El reto para los gobernantes y especialistas en la materia, será el de lograr una mayor participación en los comicios, garantizar condiciones equitativas en la competencia por el voto y promover una mayor transparencia en el proceso electoral.
Nos vemos la próxima semana.
@nexoestudios