Los caminos empedrados rodeados de cultivo son las pistas en las que el campesino Maximiliano Contreras, de 57 años de edad, y su hermano se preparan para competencias internacionales de ciclismo. «Salimos al campo varias veces, para agarrar condición», afirma.
Nada de gimnasio, dieta, especialistas en nutrición ni entrenadores personales, eso no está a su alcance, su trabajo les permite vivir al día.
Por Nuria Monreal Delgado
México, 18 de agosto (EFE).– Campesino de profesión, ciclista por vocación, el mexicano Maximiliano Contreras vive sobre ruedas desde 1979 demostrando que con voluntad y pasión se pueden ganar competencias.
Participa en carreras de alto nivel con una bicicleta que él mismo fabricó, con la que quedó en segundo lugar este año en la Sky Challenge Bike, una de las pruebas más difíciles de México.
Compite desde el 20 de noviembre de 1979. Ese día, participó por primera vez en una carrera ciclista con su hermano. «Ganamos el primer lugar, ahí arrancamos» señaló a Efe su hermano José Trinidad Contreras.
Desde entonces ambos han enfrentado a profesionales de talla internacional en competencias de hasta 30 kilómetros en las montañas y han obtenido varios primeros puestos en el ranking.
A pesar de los triunfos, la humildad y la sencillez siguen siendo la carta de presentación de Maximiliano, con cuatro hijos y tres nietos. Es originario de Ciudad Serdán, un municipio de Puebla.
A sus 57 años de edad, Contreras ocupó el pasado 18 de marzo el segundo lugar en la Sky Challenge Bike, con una ascendencia de más de 2 mil 100 metros durante más de 30 kilómetros.
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Lo hizo con una bicicleta de unos 30 kilos de peso, sin amortiguadores, en la que empleó tres horas y 30 minutos para recorrer 30 kilómetros. Comenzó a pedalear a 2 mil 500 metros sobre el nivel del mar y no paró hasta la meta, a una altura de 4 mil 600.
En entrevista con Efe señala que sus compañeros lo miraban con asombro desde el inicio de la competencia. «Llevé un pants, una playera y encima una camisa y mi casco: No tengo equipo especial» confiesa.
Ante el asombro de ciclistas de Francia y Europa, Maximiliano ganó el segundo lugar. «Se acercó uno, vio la bicicleta y me dijo: usted está loco».
Desde niño ha trabajado en el campo como productor de maíz, frijol y alverjón. La primera bicicleta la tuvo a sus 14 años. Tras usarla su padre y el resto de sus hermanos llegó a sus manos y comenzó a andar en ella como un pasatiempo.
El trabajo en el campo lo compagina con el entrenamiento, uno que él mismo diseña y consiste en salir con su bicicleta por los campos durante horas. Nada de gimnasio, dieta, especialistas en nutrición ni entrenadores personales. Nada de eso está a su alcance, el campo les permite vivir al día.
«Como productores no se gana bien, pero alcanza para sobrevivir» confiesa su hermano José.
Los caminos empedrados rodeados de cultivo son las pistas por las que Maximiliano y su hermano se preparan para competencias internacionales. «Salimos al campo varias veces, para agarrar condición» cuenta.
Durante los recorridos comprueban el estado de la bicicleta y ellos mismos la reparan o sustituyen piezas para dejarla «al cien». «Yo mismo entreno, por experiencia sé cómo, entreno a mi manera» confiesa Maximiliano.
A lo largo de su vida Maximiliano ha tenido tres bicicletas; todas de segunda mano. La que utiliza ahora y con la que ganó la última carrera es resultado de años de trabajo y esfuerzo.
«Compré el cuadro y la fui armando por partes: el asiento, una rodada, estrella, frenos. Hasta la manija es una y una» comenta.
Maximiliano ganó por esa competencia un cheque de 500 pesos (26 dólares), él no compite por dinero, lo hace por pasión y, según dice, lo seguirá haciendo hasta que el cuerpo lo permita.