José Ignacio Valenzuela es chileno, escritor y guionista. Vive en los Estados Unidos, desde donde habla de la reedición de su novela El filo de tu piel, publicada hace 10 años. Una novela escrita con el corazón, quizá la más polémica de su carrera y la más popular.
Ciudad de México, 18 de agosto (SinEmbargo).- Escribir al borde del abismo le valió a José Ignacio Valenzuela (Chile, 1972) la novela que en 2018 cumple 10 años. El filo de tu piel, donde un inocente viaje a Nueva York cambia la vida de Diego Valderrama, quien en esta ciudad conoce a Ulises, un puertorriqueño que ha sobrevivido a la locura de las noches de Chelsea, el seductor barrio neoyorquino.
Probablemente, el “Chascas” (como es conocido en la literatura) haya crecido más con sus nuevos libros, pero probablemente ese crear en el pináculo de una pasión solamente ocurra una vez.
“Una novela que se interna en aquel amor disfrazado de definitivo y en el recuento de un hombre en busca de su identidad. ¿Encontrará por fin la paz al toparse cara a cara con su verdadero yo?”, dice la sinopsis, en una reedición que lleva el prólogo de Genaro Lozano y nuevo epílogo por el autor.
José Ignacio Valenzuela es un destacado escritor y guionista de cine y televisión en Chile, México y Estados Unidos. Ha publicado obras como Hacia el fin del mundo, La mujer infinita, Con la noche encima, ¿De qué color es tu sombra?, Mi abuela la loca, la trilogía Malamor y Hashtag.
–Esta es una reedición de una de tus novelas más populares…
–Sí, la más polémica también.
–¿Por qué decidiste usar la segunda persona? A veces parece que el lector estuviera metido en El filo de tu piel…
–“Me voy a enamorar de ti como un idiota”. Yo estaba en mi casa en Puerto Rico, hace muchos años atrás, durmiendo. Yo escuché en mis sueños esa frase y me desperté pensando que alguien se había metido a mi casa, a declararme su amor a las cuatro de la mañana. Descubrí que nada había pasado, pero me encantó la frase, de estar hablándole a alguien.
–El amor constituye en este caso una fuente de conocimiento
–Sí y es un amor que marca el tema de “como un idiota”. No era un amor romántico ni pausado, sino pensar en enamorarse “como un idiota”. Fue el punto de partida de escribir esta novela como un poseído.
–Una vez uno se tiene que enamorar como un idiota y ese momento es la adolescencia
–Claro. Absolutamente. No conozco otra manera de enamorarse más que vencer todos los prejuicios. No conozco otra manera de enamorarse cuando puedo pasar mis propias convicciones, mis limitaciones y a pesar de todo esto que descubro cuando estoy enamorado.
–Este personaje parece estar escrito para los jóvenes, ¿verdad?
–Mira, es cierto que El filo de tu piel habla del primer amor. Muchos se van a identificar con ese primer amor que está viviendo el protagonista. Esta novela ha sobrevivido tantos años en el mercado editorial porque ha sabido llegar a varias generaciones. Lo que yo espero con la reedición mexicana aparezca una nueva generación de lectores conozca a estos personajes. Como homenaje a ellos decidí escribir el capítulo final.
–¿Qué cosas han cambiado en ti desde que publicaste esa novela hasta la última que acabas de publicar?
–Hoy me siento mucho más en control y manejo mucho mejor el estado de ánimo que rodea a mi escritura. Cuando escribí esta historia, hace muchos años atrás, se tomó por asalto mi vida. Esa historia es por un lado fascinante, pero por otro lado muy poco sana para un escritor.
–Tú la lees ahora y ¿qué te produce?
–Me produce la misma sensación de pudor que me produjo cuando la leí por primera vez. La publiqué por primera vez en Puerto Rico, en el 2004. Pasó un año desde que la mandé hasta que fue editada. Me mandaron las pruebas para que yo le diera la aprobación antes de la impresión y ahí la leí. Me acuerdo que llamé al editor del libro, después de leerla, pidiéndole que cancelara el libro porque yo no podía publicar esto. Esto es como hacer un strip tease y no tengo el cuerpo para lucirlo.
–También es cierto que publicarla a ese borde del pudor hizo que la novela persistiera tantos años, ¿es así?
–Sí, yo también creo. La única manera de tocarle el corazón a otra persona es cuando te lo estás tocando tú realmente. El filo de tu piel, al ser una novela tan extraña, tan desde las tripas, me hizo vaciar a mí mismo y por eso tiene esa conexión.
–No está orientada a un sexo, además
–Exacto y no es una novela homosexual. Este libro que más retroalimentación me ha provocado en toda mi carrera. En esos tiempos no existían las redes sociales y yo recibía correos electrónicos de todas partes del mundo. Recibía cartas. La mitad de esas personas que me escribían eran heterosexuales.
–¿Cómo le ha ido a Hashtag?
–A Hashtag le ha ido sensacional. Acabo de terminar la gira por varias ciudades de Estados Unidos. Hice la gira por México, por Chile y es un libro que dialoga de alguna manera con El filo de tu piel. Siempre pensé que este libro era como primo hermano del otro.
–¿Cómo ves a la literatura chilena?
–La veo siempre con mucha fascinación, porque además de tener a muchos amigos allí, me parece que es una literatura ecléctica y variada. Hay narradores espléndidos, muchos ensayistas, siempre estoy pendiente de nuevas cosas.
–¿A Chile?
–Tristísimo. Cuando llega un empresario a la Presidencia, como Sebastián Piñera, nunca son buenas noticias. Mira todo lo que pasó con Donald Trump en los Estados Unidos, lo que pasó con Mauricio Macri en Argentina, lo que pasó con Piñera en Chile. Hay gente que está equivocada y piensa que como los empresarios están llenos de dinero, no van a robar durante el Gobierno.
–¿Qué escribes ahora?
–Estoy terminando un nuevo libro que se llama Gente como yo, que es una novela transmedia, cuya primera edición saldrá como audio, en un libro leído por actores.
–¿Cómo ves el movimiento LGTB tanto en los Estados Unidos como en Chile?
–En pie de guerra, por la ola conservadora que estamos viviendo en estos dos países. Cuando publiqué por primera vez El filo de tu piel gritaba por mis derechos, a diez años de la edición de esa novela sigo gritando por mantener esos derechos que hoy están amenazados.
Fragmento de la novela El filo de tu piel, de José Ignacio Valenzuela, con autorización de Suma
Prólogo
El valiente filo de Valenzuela
En el año 2006, la Ciudad de México celebraba la reciente aprobación de la Ley de Sociedades de Convivencia, la primera iniciativa de ley presentada en un congreso latinoamericano que buscaba dar derechos a las parejas del mismo sexo, y que tardó cinco años en ser aprobada, en parte porque el jefe de gobierno de la ciudad, Andrés Manuel López Obrador, quiso someter ese derecho a consulta pública. Ese mismo 2006 en el Congreso estadounidense aún seguía viva la sugerencia del presidente Bush de enmendar la Constitución para definir el matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer, mientras que Hillary Clinton, entonces senadora por Nueva York, había repetido en varias ocasiones que para ella el matrimonio era una institución heterosexual. En Chile el divorcio llevaba poco tiempo de haber sido aprobado y ese año los chilenos eligieron a Michelle Bachelete como la primera presidenta de su país, generando expectativas de avances progresistas que en ese primer mandato no se dieron. En ninguno de los tres países la opinión pública favorecía los derechos LGBT. El cambio empezó a darse hasta 2010.
Con ese escenario de fondo inició en América Latina la llamada revolución del arcoíris, una serie de batallas del movimiento LGBT que hoy ha hecho de la región una de las zonas más gay friendly del planeta en términos de reconocimiento de derechos y leyes, pero que paradójicamente de poco han servido para que América Latina deje de ser uno de los lugares más peligrosos para ser gay, lesbiana, bisexual o trans. Con o sin matrimonio igualitario, los crímenes de odio por homofobia persisten en México, Brasil y Chile, como el caso del joven Daniel Zamudio, brutalmente asesinado en 2012 en un parque de la zona metropolitana de Santiago.
La Revolución del Arcoíris también despertó al monstruo del conservadurismo en la región. Hoy, desde Tijuana hasta Tierra del Fuego, grupos conservadores, principalmente evangélicos, pero también grupos católicos, impulsan una agenda antiderechos, desinforman y promueven las llamadas “terapias” que prometen “curar las tendencias homosexuales”, sin importarles que Naciones Unidas haya dicho que esas terapias son falsas y que deben ser consideradas como crueles actos de tortura.
Tal es el contexto en el que nace la novela que estás a punto de leer, y en parte por ello es una novela honesta y valiente en tiempos donde esos valores escaseaban. Pero al margen de ello, El filo de tu piel es una historia de amor muy bien contada. Una historia de amor entre dos extraños que se rinden ante el fuerte movimiento telúrico que el deseo provoca en sus entrepiernas y en sus cerebros. Una historia de amor fugaz pero definitoria en la vida de Diego, su protagonista, un joven latinoamericano, clasemediero, que va descubriendo su orientación sexual, reafirmando su identidad y defendiéndola de sus propios prejuicios y de los de las sociedades que lo rodean. Diego es un hombre independiente, que puede moverse fácilmente entre Santiago, Ciudad de México, Nueva York, Hong Kong y San Juan, un ciudadano global, sin fronteras y sin muros, pero cuya independencia no le sirve ante el deseo que le provoca el extraño que conoce una noche en Manhattan. Diego pierde la cabeza ante Ulises, el hombre que lo enamora como un idiota, el hombre que lo hechiza en las calles de Chelsea, el mítico barrio neoyorquino que en ese momento era el epicentro de la vida global gay, y el hombre que lo obliga a abandonarlo todo, a repensar su lugar y su identidad en el mundo, a entregarse a las fiestas, al sexo, a “ser gay de tiempo completo” y a dejar de asustarse por ser una pareja serodiscordante. Es ya el siglo XXI y las calles de Chelsea están repletas de anuncios invitando a la gente a realizarse la prueba del VIH sida, porque “conocer tu estado es bello”, rezan las campañas que buscan derribar los prejuicios en torno al virus.
José Ignacio vivió dos décadas bajo la dictadura militar de Augusto Pinochet, pero a diferencia de sus colegas contemporáneos, para quienes la vida en dictadura está presente en sus obras, en El filo de tu piel no hay un solo rastro de esa experiencia que traumó a varias generaciones de chilenos, muchos de ellos desde el exilio. La sensibilidad de el Chascas es la de un latinoamericano provechosamente global, la de un autor que lo mismo ha escrito novelas, crónicas urbanas, guiones de cine o de exitosas telenovelas, un escritor prolífico y consolidado, pero al mismo tiempo la sensibilidad de un autor que tal vez tenga pendiente exorcizar sus recuerdos de vivir en dictadura, tal y como parece hacer con El filo de tu piel, que en momentos parece una obra autobiográfica.
Por lo pronto, El filo de tu piel es una magnífica oportunidad para iniciarse en el trabajo de José Ignacio, en el filo de su valentía, y un libro al que sólo le llegarán nuevos lectores, una obra que perdura.
Ciudad de México, febrero de 2018. Genaro Lozano
PRIMER ACTO
LIGERO DE EQUIPAJE
Por fin me ha sucedido algo.
Por fin me ha sucedido algo,
¿no es sensacional?
Respiración artificial, RICARDO PIGLIA
Uno
Me voy a enamorar de ti como un idiota, es lo primero que pienso apenas te veo entrar. Y no me equivoqué. En lo más mínimo. Habrá sido ese par de violentos ojos azules como sacados del fondo de una mina de diamantes; habrá sido el hecho de que apenas cruzaste el umbral de aquella cafetería junto a mi amiga Mara, todo lo que estaba a nuestro alrededor se licuó, como una acuarela mal secada, y lo único que conservó la definición fuiste tú, avanzando despacio hacia mí, sonriéndome sin mover los labios, clavándome esa mirada de aguamarina; habrá sido que yo no esperaba a nadie más en mi vida y que por eso me tomaste por sorpresa, al igual que una buena noticia que se dice en el momento menos propicio, como ese mediodía de un domingo de octubre. Estaba con un par de amigas y el editor de un periódico latino que me quería conocer. Había leído parte de mi trabajo y estaba interesado en hablar en persona conmigo. La idea de ese brunch dominical fue mía. Y la idea de invitar a Mara también fue mía.
—Sí, claro, nos vemos mañana a las once y media —me dijo ella. Y agregó esa pregunta que me cambió la vida—. ¿Puedo llevar a alguien conmigo?
Contesté que sí, que por supuesto, apurado mientras corría por la Sexta Avenida rumbo a la oficina de mi agente, recién llegado a Nueva York, cansado porque el vuelo desde México se había atrasado y en lugar de aterrizar a las tres de la tarde lo había hecho casi a las siete; estaba oscuro, tenía sueño y quería encontrarme pronto con Liliana para irnos juntos a su casa, que era donde me iba a quedar. Respondí que sí, que por supuesto te podía invitar a ese brunch donde se suponía que un grupo de amigos me iban a hacer menos aburrida la tarea de contestar preguntas aún más aburridas de un aburrido editor de un seguramente también aburrido periódico latino.
No sabía que ibas a llegar tú al día siguiente. Si lo hubiese sabido, con seguridad le respondo que no. Disculpa, Mara, pero es un asunto más bien laboral, lo siento, en otra ocasión…