La poeta Elise Cowen sufrió de depresión casi toda su vida y siempre estuvo en constante lucha con su familia altamente conservadora. Para controlar su “rebeldía”, la expusieron a choques eléctricos en hospitales psiquiátricos, lo cual la deterioró emocionalmente. El 27 de febrero de 1962, dejó de resistir y se arrojó desde el séptimo piso del departamento de sus padres. Tenía 28 años.
Por Odeen Rocha
Ciudad de México, 18 de julio (BarbasPoéticas).- Elise Cowen era una chica reservada, aunque en momentos llegaba a ser explosiva, en constante lucha con su familia a causa del moralismo de la época en que vivió. Joyce Johnson fue una muy cercana amiga suya, quien describió lo duro de su vida en el libro Personajes secundarios, donde narra su historia con Jack Keruac.
Cowen nació en Washington Heights, Manhattan, el 31 de julio de 1933. Una chica americana que fue rebelde en tiempos en que ser rebelde no era permitido, y mucho menos siendo mujer. Con una vida complicada, llena de vacíos y baches, Elise sufrió de depresión durante la mayor parte de su vida.
Depresión causada por la presión de su familia, de la cual se escapaba frecuentemente para reunirse con los jóvenes artistas de la citada zona citadina, a la que sus padres siempre le prohibieron acercarse.
Elise se convirtió en poeta dada su cercanía con los beats que ella y su amiga Joyce Johnson conocieron en sus andanzas por Nueva York, durante los primeros años 50. Joyce comenzó a salir con Kerouac y Elise conoció a sus compañeros de fiesta y literatura.
Perdidamente enamorada de Ginsberg, en los años en que Allen aún iba y venía de una etérea heterosexualidad —aun pensando que su homosexualidad era un desorden psíquico—, Elise escribió para él y para ella. Para sus propios demonios. Sin poder comprender por qué Allen pasaba de ser su “novio” a ser su hermano gemelo, y dejaba de escribirle o llamarle durante periodos largos.
A causa de ello, los conflictos de Elise se volvieron cada vez mayores. Desaparecía por periodos largos de tiempo, provocando que sus amigos la buscaran en hospitales y morgues. Vivió con artistas que no le dieron una buena vida. Quizá porque ella pensaba que no se la merecía.
Llevada por sus padres hasta las salas de hospitales psiquiátricos, llegó a recibir crueles tratamientos con choques eléctricos, causando que sus emociones se fueran deteriorando, hasta que el 27 de febrero de 1962 dejó de resistir y se arrojó desde el séptimo piso, en el departamento de sus padres en Bennett Avenue. Tenía 28 años.
SENTADA
Sentada contigo en la cocina
conversamos de todo
y te amo bebiendo té.
“Eso” es la palabra perfecta,
regia y hermosa. ¡Oh,
cuánto deseo, aquí mismo, tu cuerpo,
con o sin poemas barbudos!
QUIÉN ME DARÁ…
¿Quién me dará la
nalgada cuando
vuelva a nacer?
¿Quién cerrará mis
ojos cuando
a la hora de mi muerte
me vea?
LA DAMA…
La dama es una cosa sumisa
hecha de agua y muerte.
La moda la viste con sobriedad y
usa su mente para coserle la bastilla.
Se cree que este fue el último poema que escribió poco antes de suicidarse:
Sin amor
Sin compasión
Sin inteligencia
Sin belleza
Sin humildad
Veintisiete años son suficientes
Madre – demasiado tarde – años de locura – Lo siento
Papá – ¿Qué pasó?
Allen – Lo siento
Peter- Santa Rosa Juventud
Betty – Tanta valentía femenina
Keith – Gracias
Joyce – Chica hermosa
Howard – Nene, cuídate
Leo – Abrir las ventanas y Shalom*
Carol – Deja que suceda
¡Déjenme salir ahora por favor!
Por favor, déjame entrar
*Palabra hebrea usada como saludo. Puede significar «hola» o «adiós».
Existe un libro que reúne los apuntes y poemas rescatados del último cuaderno sobreviviente del archivo de Elise, rescatado y editado por Tony Trigilio. Esperemos que no le tome décadas ser traducido al español.