Es abril de 2020. Semana Santa quedó atrás con imágenes de gente comprando de pescados y mariscos en mercados de la Ciudad de México. Han pasado semanas desde que la Secretaría de Educación Pública (SEP) mandó a los estudiantes a sus casas. Y la pandemia avanza.
Por Melchor López Hernández
Ciudad de México, 18 de abril (SinEmbargo).- “Impotencia es lo que siento”, narra Georgina Calderón, quien ve y siente la amenaza COVID-19 durante sus largas jornadas en Salubridad en la Ciudad de México.
“En México la gente no cree en el virus y no toman las medidas. Además, agreden al personal de salud. Y muchas personas no hacen la cuarentena debido a la pobreza”, relata.
La charla con Georgina Calderón es por la noche a través del Facebook, después de su regreso a casa.
“De qué sirve que yo dentro del hospital tome todas las medidas de seguridad si de regreso a casa las personas que no tienen a qué salir me contagian. Muchos salen por necesidad porque van al día y deben trabajar, pero así también hay muchos que no tienen nada que hacer en la calle”.
“¿Te han agredido? ¿O ya viste alguna agresión a tus compañeras?, se le pregunta. “Sí, a mi amiga la golpearon en Polanco. Y por tanto, yo y mi compañera de trabajo decidimos salir con ropa de civil”, contesta.
Es abril de 2020. Semana Santa quedó atrás, con imágenes de gente comprando de pescados y mariscos en mercados de la Ciudad de México. Han pasado semanas desde que la Secretaría de Educación Pública (SEP) mandó a los estudiantes a sus casas. Y la pandemia avanza. En Cuajimalpa, corredores uniformados entrenan en las calles y no se detienen ante el llamado de los patrulleros, quienes con altavoz les piden irse a su casa.
La policía va y pide el término de fiestas en el Estado de México. Y en los pueblos mágicos bloquean la entrada a quienes no son de la comarca.
Frente a la televisión, hay quien la mira con la esperanza de que las autoridades tengan el control y respondan a los periodistas que piden datos de cubrebocas y respiradores. “Quédate en casa”, se dice.
“Ahora sí les preocupa que no todos los estudiantes tengan acceso a Internet, ahora sí se acuerdan que las personas a las que compran su comida en la calle no tienen ninguna afiliación, ahora sí muestran su preocupación porque no hay suficientes insumos en los hospitales”, dice Alejandra.
Hay a quien se le multiplican los encierros: estudiantes de bachillerato desolados por no quedar en la universidad pública, el desempleado molesto a la intemperie laboral, y a quien le pagaron la mitad del mes de la cuarentena y lo mandaron a su casa También a las paristas de facultades de la UNAM.
Y desde el encierro se incrementa el número de feminicidios y los niveles de violencia hacia la mujer. ¿Es posible que haya una comitiva para detener el feminicidio y de personas desaparecidas del mismo talante que el que existe para contingencia sanitaria contra el COVID-19?
El Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública registró, sólo entre enero y febrero de 2020, 164 feminicidios a nivel nacional. Y las pandemias avanzan.