Tras asumir Trump la Presidencia de Estados Unidos, los consulados de México en ese país comenzaron a recibir llamadas de connacionales atemorizados por las políticas anunciadas por el magnate contra los residentes sin papeles en ese país. Ahora, tras las redadas, los mexicanos llenan las representaciones de nuestro país en busca de información y asesorías para evitar ser deportados.
Ciudad de México, 18 de febrero (SinEmbargo/AP/La Opinión).– Migrantes mexicanos en Estados Unidos hacen trabajar a marchas forzadas a los consulados y temen enviar a sus hijos a las escuelas por miedo a las deportaciones.
The New York Times consignó que en los primeros días del Gobierno de Trump empezaron a llegar «las ansiosas llamadas» de connacionales. «Ahora, la gente comienza a alinearse antes de las 8:00 am y multitud de las salas de espera dentro del Consulado de México aquí [Los Ángeles, California]».
«Los ciudadanos mexicanos vienen a renovar los pasaportes que no han sido utilizados por más de una década. Preguntan desesperadamente a los abogados si pueden hacer algo para ayudarles a permanecer en los Estados Unidos. Registran a sus hijos para la ciudadanía mexicana, en caso de que sean devueltos y decidan trasladar a toda su familia con ellos», destacó la nota.
El medio relató que cuando el consulado comenzó a recibir los informes de que decenas de mexicanos fuero arrestados por agentes de inmigración durante los operativos de la semana pasada enviaron abogados al centro de detención federal del centro, además de que los funcionarios supervisaron los medios de comunicación social, al mismo tiempo tratando de obtener información y anular los rumores infundados.
«En un caso, ayudaron a un hombre a quien los agentes migratorios habían mandado a la frontera para su deportación a que regresara a Los Ángeles para una audiencia frente a una corte», señaló la nota firmada por Jennifer Medina.
Otros de los consulados que han visto aumentado su trabajo son los de Dallas, Austin, Phoenix, Atlanta y Tucson. En Estados Unidos, operan 50 representaciones mexicanas, que este recibirán mil millones de pesos extras ante la situación que se vive por el gobierno de Donald Trump.
Este día, el Partido Acción Nacional (PAN) pidió al Presidente Enrique Peña Nieto que envíe al Senado sus propuestas de nombramientos de cónsules generales en las ciudades de Denver, Colorado, y Sacramento, California, en Estados Unidos.
De acuerdo con funcionarios de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) consultados por el diario Reforma «la demanda de atención ha rebasado a funcionarios consulares».
En una nota publicada este día, el medio capitalino señaló que sus fuentes detallaron que «la demanda en documentación ha aumentado alrededor de 40 por ciento» y el trámite que más ha tenido demanda es la emisión de actas de nacimiento. «Sin embargo, también ha aumentado la demanda por servicios de protección, hasta en 70 por ciento en algunos casos».
The New York Times resaltó también que los funcionarios mexicanos dijeron que intentan que las familias que ya viven en Estados Unidos no sean separadas.
Aunque, destacó, «También hay preocupaciones económicas de por medio: los mexicanos que viven en el extranjero envían más de 25 millones de dólares en remesas a su país de origen y la mayoría de ese dinero viene de Estados Unidos, de acuerdo con el Banco Central de México».
Carlos García de Alba, el Cónsul general en Los Ángeles, una de las oficinas diplomáticas más grandes del país, señaló el influyente rotativo, no sabe bien cómo balancear el proveer más servicios a connacionales preocupados y el intentar calmarlos.
“No queremos provocar ni sentir una paranoia […]. Hay una suerte de psicosis, la gente está muy asustada. Hasta ahora no hemos tenido nada realmente distinto a lo que vivimos durante los últimos años, pero el ambiente ha hecho que la gente sienta pánico y esté realmente asustada. Quieren saber qué va a pasar y cómo protegerse”, dijo el funcionario a el Times.
La agencia The Associated Press reseñó que el pastor Fred Morris, cuya iglesia de la congregación United Methodist se encuentra en un barrio mayormente hispano de Los Ángeles, miró hacia sus feligreses el pasado domingo en momentos en que circulaba la noticia de que las autoridades estaban deteniendo a inmigrantes sin papeles en cumplimiento de la promesa que hizo el magnate durante la campaña electoral.
Los fieles no sonreían como de costumbre en las misas dominicales. Miraban al piso. Muchos directamente no fueron a misa.
«Hay mucho miedo. Es más palpable. Se esparce. La gente está aterrorizada [..]. Estaban sentados, sin hablar del miedo», dijo a la agencia el religioso.
El Servicio de Control de Inmigración y Aduanas argumentó que las detenciones eran de «rutina» y seguían los lineamientos que hubo durante el gobierno de Barack Obama de buscar a las personas con antecedentes penales o varias infracciones a las leyes de inmigración.
Las redadas abarcaron a casi 200 personas en las dos Carolinas y Georgia, más de 150 en Los Ángeles y unas 40 en Nueva York, según confirmó el servicio de inmigración, conocido por sus siglas en inglés, ICE.
Los activistas mencionan el caso de Manuel Mosqueda, un pintor de casas de 50 años, como un ejemplo de los agentes migratorios están yendo mucho más allá.
La semana pasada, agentes del ICE se presentaron en la casa de Mosqueda en los suburbios de Los Ángeles buscando a otra persona. Al enterarse de que Mosqueda no tenía permiso de residencia, lo subieron a un bus y lo mandaron de vuelta a México.
Karla Navarrete, abogada de la organización de activistas CHIRLA, dijo que trató de impedir que Mosqueda fuese subido al bus, pero que gente del ICE le dijo que las cosas habían cambiado. Agregó que otro abogado acudió a los tribunales y consiguió que un juez frenase la orden de deportación. Mosqueda se encuentra ahora detenido en una cárcel del sur de California, esperando que se defina su futuro.
En Virginia, agentes que fueron a un departamento en busca de una persona detuvieron a todos los que se encontraban en el lugar, con excepción de una mujer que tenía un bebé en sus brazos, según Simón Sandoval-Moshenberg, director legal de la rama del norte de Virginia de la organización defensora de los inmigrantes sin papeles Legal Aid Justice Center.
«Esto es lo que está pasando: alguien golpea la puerta, preguntan por una persona y la gente se asusta», dijo Tessie Borden, activista de Los Ángeles. «Detienen a todos y dicen ‘más adelante aclaramos las cosas’. Pero aclarar las cosas puede querer decir que se separan familias y se interrumpen los sistemas de apoyo de esta gente».
“Con Obama y con Bush anteriormente siempre hubo arrestos colaterales cuando el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de los Estados Unidos (ICE, por sus siglas en inglés) hacía sus operativos para recoger fugitivos”, dijo Maríelena Hincapié, del National Immigration Law Center. “Pero cuando eso pasaban, hacían una evaluación tras el arresto y determinaban si las personas eran prioridad, si eran elegibles para DAPA, si tenían hijos ciudadanos, etc. Ahí entraban consideraciones humanitarias”.
Para los partidarios de las políticas inmigratorias de Trump, las detenciones son una buena noticia.
«Lo más importante es dejar saber que se están haciendo cumplir de nuevo las leyes de inmigración», opinó Mark Krikorian, director ejecutivo del Center for Immigration Studies, grupo de estudios a favor de mayores controles de la inmigración.
Defensores de los in migrantes dicen que muchos de ellos tienen miedo de enviar sus hijos a la escuela y de ir a la iglesia, al trabajo o a un hospital. Se propagan rumores que meten miedo mucho más rápido que la verdad de lo que está sucediendo.
«Cuando un hombre blanco camina con un tablero en la mano, todo el mundo se encierra en su departamento y traba la puerta», afirmó Sandoval-Moshenberg.
Un caso que generó mucho miedo fue el de Guadalupe García de Rayos, quien tiene dos hijos y que hace casi diez años se declaró culpable de haber usado una identificación falsa para conseguir un trabajo en la limpieza. El gobierno decidió no deportarla. Pero el miércoles pasado se presentó en una oficina del ICE en Phoenix en cumplimiento de las condiciones de su libertad bajo palabra y fue deportada a México.
En Baltimore, otra inmigrante de México dice que tiene miedo de dejar salir a sus hijos a la calle cuando vuelven de la escuela. Considera incluso ceder la custodia de sus hijos, quienes son ciudadanos estadounidenses, en caso de que a ella la deporten. Dice que se siente indefensa.
Adriana habló con la The Associated Press a través de un intérprete a condición de que no fuese usado su apellido en vista de que no tiene permiso de residencia. Vive en Baltimore desde hacer 12 años. Dicta cursos de arte mexicano en una organización sin fines de lucro, cuida niños y paga sus impuestos.
En la misa de ese domingo, Morris distribuyó folletos con información sobre los derechos civiles de las personas: No abran la puerta a nadie si no tienen una orden de un juez. No hablen. No firmen nada.
El pastor organizó una cadena de llamadas telefónicas. Si se entera de que hay una redada en su comunidad, llamará a cinco personas, estas a otras cinco. Todas se presentarán frente al edificio y gritarán: «Que se vaya el ICE».
«Nuestra única arma», dijo, «es la solidaridad».