Una historia del boom literario iberoamericano, un itinerario ideológico y un panorama creador es lo que propone el libro Contrapuntos. Medio siglo de literatura hispanoamericana.
Ciudad de México, 18 de febrero (SinEmbargo).- Mucho agua ha corrido bajo el puente desde el boom hasta el no boom y la literatura en español se ha visto a menudo dividido.
El trabajo de Danubio Torres Fierro no escoge la aproximación crítica o la especulación hacia el establecimiento de un canon, sino que trabaja desde el arte de la conversación, creando un continuum, un diálogo armónico
A la manera de Hans Ulrich Obrist e incluso Susan Sontag, Torres Fierro elige entrevistar, compilando conversaciones necesarias para el entendimiento de la multiplicidad de la literatura iberoamericana y une a los autores españoles con los latinoamericanos, a los intelectuales de la revista Sur con los mexicanos y viceversa.
Apelando a la pluralidad de la memoria, el autor recoge las voces de escritores tan disímiles como Manuel Puig, Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez, Silvina Ocampo, Juan y Luis Goytisolo, Blanca Varela, Guillermo Cabrera Infante, Salvador Elizondo, Haroldo de Campos, Olga Orozco, José Bianco, João Cabral de Melo Neto o Pablo Antonio Cuadra. La revisión toca básicamente cada punto de Iberoamérica incluyendo a autores de España, Argentina, México, Brasil, Perú, Chile, Nicaragua, Cuba y Colombia.
El diálogo como método crítico y el debate de ideas como vía de exploración de la realidad son las piedras de toque que resuenan en estas páginas en un libro realmente valioso y necesario para analizar desde otro lugar el corpus de nuestra literatura.
Danubio Torres Fierro es periodista y crítico literario, se ha especializado en la creación y participación en suplementos, revistas y publicaciones culturales del ámbito hispanoamericano. Fue integrante del elenco periodístico del semanario Marcha, de Montevideo y, a partir de 1974, en México, colaboró primero en el suplemento Diorama de la cultura del diario Excélsior y luego pasó a ser secretario de redacción de la revista Plural hasta el momento de su clausura.
Es autor de Los territorios del exilio (1979), que reúne ensayos sobre literatura hispanoamericana; Memoria plural (1986), un conjunto de entrevistas a escritores hispanoamericanos; Estrategias sagradas (2001), unas memorias españolas, y de las antologías Octavio Paz en España, 1937 (2004) y Octavio Paz. Palabras en espiral (2014). Fue agregado cultural de Uruguay en Argentina y México.
–Es increíble la cantidad de historia que hay en su libro
–Bueno, yo creo que el libro como todo libro tiene que ganar una batalla. El libro tenga un mundo, encierre un mundo. Tiene que tener unos personajes, un paisaje, unos asuntos que aparezcan a lo largo de las páginas y que sea un mundo con autonomía propia. Este libro lo logra, porque en efecto el libro es un mundo de unos escritores que se llaman fundadores, a Victoria Ocampo, a Bioy Casares, a Paz, que pasa por el boom y algunos pocos descendientes de ese boom.
–Ahora tiene una autonomía propia y el cáliz de no querer criticar a ninguno de los escritores
–No, porque no quise hacer crítica. Entiendo que el libro es una especie de historia de una educación sentimental y de una educación literaria. Mi propósito fue demostrar un afecto. El prólogo se llama “El canon de los afectos”, pero todos forman un gran telón de fondo el aprendizaje de una literatura.
–¿Hay en ese sentido una vocación a una determinada época?
–Bueno, creo que el libro es un continuum. No se centra exclusivamente en lo que se llamó el boom, empieza un poco antes y algunas otras después. En ese mundo que es el libro hay algunos temas y algunas obsesiones que se van centrando en su lugar. Por ejemplo, el tema del exilio, el tema de la revolución cubana, el tema del franquismo y la reconquista democrática en España, no sólo temas políticos, sino algo más importante, que aparecen las distintas concepciones sobre “el arte de escribir”. Va apareciendo una especie de “arte poética” de cada uno de ellos, cuáles son los principios estéticos a los que responden cada uno de ellos y esas artes poéticas individuales van integrando un arte poética en general.
–Acá se juntan los escritores españoles con los latinoamericanos, algo raro…
–Es un vicio, tanto de España como de Latinoamérica, el hecho de que no sepan que están conviviendo en el mismo ámbito lingüístico. Me interesaba mostrar que tanto la lengua española como la portuguesa forman un continuum.
–Acá se ve ese continuum, se ve que dialogan…
–Una de las características del mundo que describe el libro fue un mundo hecho por amigos. Los integrantes del boom, los que lo antecedieron, los que lo siguieron, vivieron una especie de cadena de estímulos, uno a otro se empujaban para caminar hacia delante. Aparecía una novela de García Márquez, había otra de Cabrera Infante y otra de Juan Goytisolo. Era una especie de festín para un lector joven como era yo, cada una de esas novelas proponía un universo mental y algo que estaba unido a las otras. Eso es lo que hace que todo el libro tenga una especie de congruencia. El libro no es una partida de ping pong entre un entrevistado y un entrevistador, sino una especie de fluidez, que va formando un largo tapiz entre los escritores.
–Ese tapiz ya no existe…
–No, ya no existe. Las cosas surgen y las cosas mueren, es ley de la vida. Ese mundo de impulso, de dinámica, ya no existe. En el caso del boom primero marcharon juntos, en un sistema de auto-referencia, y luego empezaron a separarse, naturalmente y cada uno siguió su ruta. Aquí lo importante es, literariamente hablando, que ellos se plantaron de manera muy crítica ante la herencia literaria y estética que recibían. La releyeron, la revisaron, la traicionaron y la reelaboraron. Cada una de las grandes obras del boom todos plantean de manera muy radical una relectura y una reescritura de toda la tradición.
–¿Qué diría de Roberto Bolaño, que se cargó todo el boom?
–Diría, en mi opinión, que es el último mohicano, respondió al boom y por eso formó parte de él. Es consecuencia y resultado final de todo este movimiento que hay en este libro. Es el último que recrea un mundo mental o ideológico, un mundo literario que le tuerce el cuello al cisne.
–¿Qué diría de Octavio Paz?
–Que Paz resiste. Sigue siendo una voz viva, lo que ya es mucho decir. El tiempo pasa y por tanta violencia de los medios de comunicación, de la Internet, del cine, de la televisión.
–Mario Vargas Llosa no resiste
–Sí, cómo no, hasta hoy habla. Acabo de leer la defensa de un autor vasco que explicó la ETA, sí, yo creo que Vargas Llosa sí resiste. Carlos Fuentes también, son escritores que fueron opinadores y todo este grupo tenía un pacto con las clases medias que eran ilustradas, ansiosas de conocimiento. Que tenían una posición crítica hacia el mundo y estos escritores alimentaban. Lo peligroso es que en el mundo moderno desaparezca esa clase media tan fundamental en el desarrollo de la literatura y de la cultura.