México, 18 Feb. (Notimex).- La Ciudad de México se distingue de otras grandes urbes por su noción «post apocalíptica», como la definiera el extinto Carlos Monsiváis, donde las señales de peligro están ahí «pero no son para nosotros porque nosotros hemos logrado sobrevivir», aseguró el escritor mexicano Juan Villoro.
Al ofrecer la conferencia magistral bilingüe «Apocalipsis Después: Viviendo y escribiendo en la Ciudad de México», en el marco del Octavo Festival Internacional de Escritores en San Miguel de Allende, FIELSMA, Villoro destacó que problemáticas como la contaminación y el tráfico son parte del cotidiano colectivo de los capitalinos, que no les han impedido enamorarse de su espacio.
«Nos encanta todo este panorama en el que nosotros entendemos los desastres, pero es nuestro orgullo», confesó Villoro, para quien esta urbe le ha dado un sentido de pertenencia, que hace que no obstante los desafíos de vivir en ella, la considere su hogar, su territorio.
De acuerdo con un comunicado que da cuenta de la participación de quien es considerada una de las plumas más sugestivas de la literatura contemporánea, en el acto, el también cronista aseguró que forma parte de una generación que ha pasado de lo figurativo a lo expresivo.
Una generación que ha percibido el mundo como un lugar que existe para imaginar todo a su alrededor, razón por la cual se ha dado a la tarea de explorar su ciudad, lo cual es mucho más que un «logro cognoscitivo».
Por ejemplo, dijo, el metro de la Ciudad de México es «un infierno de movimiento perpetuo () aunque es similar al de otras urbes, colmado de símbolos de algunos periodos de la historia.
Fue el proyecto más importante tras la supresión del movimiento estudiantil y de la masacre en Tlatelolco de 1968, y en él existe una manipulación del pasado.
Destacó la iconografía de las estaciones de la línea uno, las cuales en un principio estaban representadas por pictogramas para la gente que no sabía leer y las cuales hacían alusión a la cultura prehispánica de México.
Villoro recordó además el terremoto de 1985 en la Ciudad de México, el cual fue un momento crucial para sus habitantes, quienes tomaron las calles para ayudar y reconstruir su espacio que lucía en ruinas y convirtieron el hecho en un acto de solidaridad.
Los capitalinos contemporáneos, subrayó, son conscientes del caos que permea su ciudad, y que «vivimos en un paraíso imperfecto que no puede verse asimismo».
Y es que para el autor de novelas como «El testigo» o «Arrecife», las ciudades artificiales no funcionan, pues carecen de la experiencia y las huellas humanas.
«Estos lugares utópicos son vacíos, cada que vas a estos sitios te sientes como si estuvieras bajo vigilancia, porque todo es tan perfecto que parece que el único problema eres tú. Necesitamos de la basura de la ciudad, tenemos que vivir con eso, por supuesto que en ciudades como la mía, tenemos sobre dosis de huellas humanas», concluyó.
El Festival Internacional de Escritores y Literatura en San Miguel de Allende (FIELSMA) se realizó el 13 al 17 de febrero en un conocido hotel de la localidad, y en su octava edición estuvo dedicado a Juan Villoro, Cherly Strayed, Luis Urrea y Lawrence Hill.
A lo largo de los cinco días de trabajos contó con la participación de más de 50 autores de México, Estados Unidos y Canadá, y se ofrecieron 49 mini talleres y siete talleres intensivos en inglés; cinco mini talleres y uno intensivo en español, todos en diversas ramas relacionadas con la creación literaria en ambos idiomas.
Según sus promotores, el objetivo del encuentro fue lograr una integración intercultural y un diálogo entre esos tres países.