Diego Petersen Farah
18/01/2019 - 12:00 am
Bátiz: Un fiscal que le sirva
Bernardo Bátiz será el primer Fiscal General de la República. Antes de él los Procuradores: la mayoría de muy triste memoria, algunos hicieron la lucha, pero todo fracasaron. ¿Hay condiciones para que el ahora Fiscal sea mejor que las decenas de procuradores que le antecedieron? Ninguna real, solo la fe en que Bátiz es, además de una gran jurista y un buen político un hombre de buena fe. Pero es no basta.
Bernardo Bátiz será el primer Fiscal General de la República. Antes de él los Procuradores: la mayoría de muy triste memoria, algunos hicieron la lucha, pero todo fracasaron. ¿Hay condiciones para que el ahora Fiscal sea mejor que las decenas de procuradores que le antecedieron? Ninguna real, solo la fe en que Bátiz es, además de una gran jurista y un buen político un hombre de buena fe. Pero es no basta.
El problema del nuevo Fiscal como el de los anteriores Procuradores es su dependencia directa al poder ejecutivo. El presidente lo designó, a través de un complejos sistema de simulación (algunos de los candidatos no perdonaron la burla y tuvieron comparecencias de diez minutos) pero finalmente fue una designación presidencial disfrazada, tan es así que desde hace al menos un mes todos sabíamos que el Senado lo designaría independientemente de quien se apuntara al proceso (y no tengan duda, si por algo no termina el periodo el sustituto es Gertz Manero)
Bátiz dice que será un Fiscal independiente porque él es independiente; López Obrador dijo, desde el segundo debate presidencial, que el fiscal sería independiente “de facto” (es decir, porque lo digo yo y me obedecen). Ninguna de las dos cosas, ni el dicho del Fiscal ni el del presidente aseguran la independencia. Es un exceso de voluntarismo o, para decirlo en plata pura, de demagogia. No se trata de la buena o mala voluntad del nuevo fiscal, todos creemos o queremos creer que tiene la mejor intención de hacer su trabajo, pero el hilo conductor ahí está y la tijera la tiene Andrés Manuel. Lo sabe el fiscal y lo sabe el presidente. Por eso ambos sonríen, aunque no se rían de lo mismo.
Si tuviéramos un fiscal independiente no sería atribución del presidente si hay o no punto final, si condena o no a los expresidentes de la república, mucho menos hacer una consulta popular para que sea el pueblo quien decida si se les juzga o no. Si tuviéramos un fiscal independiente no habría riesgo de que la justicia se utilice políticamente; no habría duda de si los cargos contra el excandidato Anaya fueron inventado o efectivamente merece estar bajo proceso o de plano en la sombra; Romero des Champs estaría más preocupado por explicar su enriquecimiento que por publicar desplegado zalameros para alagar a López Obrador.
Pero no lo tenemos ni lo tenderemos en este sexenio. El presidente y la obediencia ciega de los morenistas no quisieron eso para el país. López Obrador prefirió un Fiscal que le sirva a un Fiscal que sirva.
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