“¡Basta ya! No queremos más sangre, muertes, desparecidos”, ruega el Arzobispo de Acapulco

El Arzobispo de Acapulco dijo que con preocupación se enteró del secuestro de 17 personas en El Salitre, en Arcelia, y de cinco maestros de una escuela en Ajuchitlán, y aunque afortunadamente la mayoría de ellos fueron liberados, “quedan pendientes por resolver”.

Carlos Garfias dijo que se une al clamor generalizado por un Guerrero y un México en el que la verdad y la justicia provoquen una profunda transformación. Foto: Cuartoscuro/Archivo.

Carlos Garfias dijo que se une al clamor generalizado por un Guerrero y un México en el que la verdad y la justicia provoquen una profunda transformación. Foto: Cuartoscuro/Archivo.

Ciudad de México, 18 de enero (SinEmbargo/El Sur).– “¡Basta ya! No queremos más sangre, más muertes, no queremos más desparecidos”, fue el llamado que hizo el Arzobispo de la Arquidiócesis de Acapulco, Carlos Garfias Merlos, a los responsables de estas tragedias.

Garfias Merlos también urgió a las autoridades a que cumplan su tarea de investigar y dar resultados concretos, para que la sociedad recupere la credibilidad en las instituciones.

Mediante un comunicado, el Arzobispo precisó que desde la Iglesia ya se ha señalado el tema de la inseguridad y de la violencia en Guerrero. “Se deben abordar como un tema de salud pública, que permita asegurar para el mayor número de personas, el beneficio de la seguridad y de la paz”, dijo Garfias, quien convocó a la sociedad civil para que valore la vida de cada persona.

Detalló que con preocupación se enteró del secuestro de 17 personas en El Salitre, en Arcelia, y de cinco maestros de una escuela en Ajuchitlán, y aunque afortunadamente la mayoría de ellos fueron liberados, “quedan pendientes por resolver, el paradero de varias personas, y ante ello, Guerrero se encuentra frente a una realidad que lo desafía”.

“Iguala y Chilapa son la punta de una realidad mucho más profunda, existe un sinnúmero de personas levantadas y desaparecidas, son cientos las fosas comunes que se encuentran y en las que aparecen más cadáveres, y un sin número de familias y mujeres sufren el dolor, la tristeza de la pérdida de sus seres queridos y piden la presentación con vida”, dijo.

MAESTRO-AJUCHITLAN

El Arzobispo de Acapulco dijo a quienes provocan estas tragedias:

“¡Basta ya!, no queremos más sangre, no queremos más muertes; no queremos más desparecidos, no queremos más dolor ni más vergüenza. Comparto, como pastor de esta porción del pueblo de Dios, la pena y el sufrimiento de las familias cuyos hijos están muertos o están desaparecidos en El Salitre, Ajuchitlán, Iguala, Chilapa y Acapulco, y que se suman a los miles de víctimas anónimas en diversas regiones de nuestro país”.

Carlos Garfias dijo que se une al clamor generalizado por un Guerrero y un México en el que la verdad y la justicia provoquen una profunda transformación del orden institucional, judicial y político; que, dijo, asegure que jamás hechos como estos se vuelvan a repetir e hizo un “llamado a las autoridades, para que cumplan con su tarea de investigar y dar respuesta sobre lo que ha sucedido y sobre el paradero de los desaparecidos”.

Detalló que es necesario que haya resultados concretos, a fin de que la sociedad recupere la confianza y la credibilidad en el gobierno y las instituciones; y a la sociedad la convocó para que se involucre y participe en la construcción de un Guerrero que valore la vida, la dignidad y los derechos de cada persona.

“La violencia crónica que padece nuestro país y Guerrero es multicausal y multifactorial, no podemos, sin más reducirla a un aspecto particular. Como obispos hemos señalado que la inseguridad y la violencia se deben abordar como un tema de salud pública, que permita asegurar para el mayor número de personas el beneficio de la seguridad y la paz”, dijo.

Explicó que este enfoque de salud supone que todos se deben involucrar y cooperar para superar la crisis: gobierno, empresarios, iglesias organizaciones sociales y la sociedad en general; por ello, la Iglesia no será ajena a las desapariciones forzadas, las amenazas, los hostigamientos y por ello proponen 12 gestos de misericordia dirigido a las víctimas.

Entre estas incluye visitas a los descartados y no escuchados por la sociedad, jornadas de oración por la paz, cercanía y escucha empática con víctimas y familiares, encuentro con familiares de las víctimas de la violencia, sumarse al esfuerzo de encontrar a los desaparecidos y recuperar el significado de las fiestas religiosas.

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