Ghislaine Maxwell, mano derecha de Jeffrey Epstein, enfrenta un juicio por presunto tráfico sexual de menores para presuntamente ayudar al magnate. La defensa de Maxwell tratará de desacreditar los testimonios de cuatro posibles víctimas.
Por Jorge Fuentelsaz
Nueva York, 17 de diciembre (EFE).- El juicio contra Ghislaine Maxwell, brazo derecho del fallecido Jeffrey Epstein, llegó a su ecuador después de que la Fiscalía intentara demostrar que ella actuó como una «madame» llevando menores al magnate para que este las abusara, y con su defensa tratando de desacreditar los testimonios de las cuatro supuestas víctimas de la acusada que tomaron la palabra.
El juicio, que se celebra en el Tribunal Federal del Este de Nueva York, ha despertado una gran atención mediática, a pesar de que el juzgado no es Epstein, quien en agosto de 2019 se suicidó en una prisión en la que esperaba el comienzo de su proceso.
En la sala del tribunal se han escuchado los nombres de famosos, personalidad y expolíticos que mantuvieron relación con el multimillonario, que supuestamente abusaba de jóvenes en las casas que tenía en Nueva York, Nuevo México, Florida e Islas Vírgenes, donde era dueño de una isla.
Se ha mencionado a los expresidentes de Estados Unidos Donald Trump y Bill Clinton, al fundador de Microsoft Bill Gates, al príncipe Andrés de Inglaterra, el actor Kevin Spacey y a varios senadores estadounidenses.
Sin embargo, el proceso no está encaminado a dilucidar la red de tráfico sexual de Epstein o qué personas o personalidades participaron en esta actividad, sino a conocer el supuesto papel de la acusada como intermediaria necesaria.
Maxwell, que posee tres nacionalidades (británica, francesa y estadounidense) y es hija del polémico empresario Robert Maxwell, que fue dueño del diario sensacionalista The Daily Mirror, está acusada de captar, preparar y presentar niñas a Epstein con el objetivo de que este abusara de ellas. Unos abusos en los que, según las supuestas víctimas, ella también participó.
LAS CUATRO TESTIGOS PRINCIPALES
Para su argumentación, la Fiscalía presentó en el estrado a cuatro supuestas víctimas de Maxwell, tres de las cuales testificaron con un pseudónimo para preservar su identidad: Jane, Kate y Carolyn.
Jane, la principal testigo, contó cómo cuando tenía entre 14 y 16 años la celebridad británica, famosa por sus relaciones sociales, contactó con ella en un campamento de verano para jóvenes con talentos artísticos, se ganó su confianza elevando su autoestima y llevándola de compras y a espectáculos y, finalmente, la convenció para hacerle masajes a Epstein y que este abusara de ella.
Estos supuestos abusos, en los que Maxwell participó activamente, según Jane, en al menos dos ocasiones, tuvieron lugar en Palm Beach (Florida), donde residían tanto Epstein como Jane, así como en Nuevo México, a donde Jane se trasladó en varias ocasiones.
Por su parte, Carolyn relató que tenía 14 años cuando empezó a frecuentar la casa que Epstein tenía en Palm Beach y que el multimillonario abusó de ella en más de 100 ocasiones, lo que la empujó a consumir drogas.
Mediante el testimonio de Kate, cuya relación con Maxwell y Epstein no constituye delito ya que ocurrió cuando ella tenía 17 años de edad, la Fiscalía quiso incidir en el modus operandi de la acusada quien, según la aparente víctima, se ganó su confianza y después empezó a hablar abiertamente de sexo, la convenció para masajear al magnate y, finalmente, la dejó a solas con él para que tuvieran relaciones sexuales.
La única supuesta víctima que testificó sin ocultar su identidad fue Annie Farmer, que al igual que el resto contó cómo Maxwell, cuando ella tenía 16 años, le masajeó los pechos, después haberse ganado su confianza simulando amistad, prometiendo ayudarla y llevándola de compras y al cine.
LA ESTRATEGIA DE LA DEFENSA
La abogada de Maxwell, Bobbi Sternheim, dejó claro desde el arranque del juicio, el pasado 29 de noviembre, la estrategia de la defensa: demostrar que las supuestas víctimas han dado un paso al frente por dinero, que sus recuerdos son vagos ya que los hechos ocurrieron en los años 90 del siglo XX y que, además, han sido manipuladas por la Fiscalía.
«Memoria, manipulación y dinero», repitió en varias ocasiones Sternheim durante la primera vista del juicio en la que también insistió en que la Fiscalía quería convertir a Maxwell en el «chivo expiatorio» de Epstein, después del suicidio del magnate.
“Ghislaine es quien está siendo juzgada aquí. Ustedes han oído sobre la conducta de Jeffrey Epstein. Ella está llenando ese hueco, ocupando una silla vacía», dijo Sternheim a los miembros del jurado.
Durante su turno de preguntas, los abogados intentaron, precisamente, buscar inconsistencias en los testimonios e incidir en la supuesta vaguedad de los recuerdos de los hechos.
Ayer jueves comenzaron a sentarse en el estrado los testigos de la defensa, que ha adelantado que espera presentar a 35 personas para incidir en su tesis, entre ellas Eva Dubin, que siempre ha defendido a Epstein, con quien mantuvo una relación sentimental durante once años.
Los primeros en comparecer fueron la ayudante de Maxwell, Cimberly Espinosa, que alabó a su antigua jefa, y la psicóloga Elizabeth Loftus, que planteó que las entrevistas con la fiscalía y las sesiones de preparación para testificar en el juicio influyeron en los recuerdos de las víctimas.