La Iglesia católica reconoció que el sureste del país padece rezagos ancestrales que se acentúan con el tiempo y ante la indolencia de los gobiernos. “Chiapas es el caso más lamentable de pobreza, olvido y marginación polarizada por conflictos añejos, que toma fuerza cada fin de sexenio”.
Lamentó que mientras hay niños y mujeres muriendo de hambre y frío tras ser desplazados, “ya todos andan buscando qué les va a tocar en el siguiente puesto, en la siguiente elección, y ya lo que menos les importa son las matanzas entre el propio pueblo”.
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Ciudad de México, 17 de diciembre (SinEmbargo).- Chiapas es el caso más lamentable de pobreza, olvido y marginación polarizada por conflictos añejos, que toma fuerza cada fin de sexenio, y la gente humilde es, como siempre, la más vulnerable, condenó este día la Arquidiócesis de México.
En su editorial dominical Desde la Fe, la Iglesia católica lamentó el desplazamiento forzado de al menos cinco mil indígenas de la zona de Chalchihuitán y Chenalhó, sin que los gobiernos estatal y federal tomen medidas al respecto.
«Esta situación es aún más grave considerando que las personas desplazadas, según la información recabada por la [Comisión Nacional de Derechos Humanos] CNDH, son mujeres embarazadas, menores de edad y personas mayores sin refugio y a merced de las bajas temperaturas de la región», agregó.
Estas inclemencias, señaló, ya cobraron la vida de ocho personas, entre ellas cuatro niños «que no deberían haber muerto de hambre y frío».
La Arquidiócesis refirió que el pasado 28 de noviembre, el Consejo Presbiteral de la Diócesis de San Cristóbal de las Casas, encabezado por el Obispo Felipe Arizmendi Esquivel, denunció las condiciones “de verdadero terror” en Chalchihuitán y Chenalhó.
Recordó que, de acuerdo con el organismo diocesano, desde 1973, por errores atribuidos a la Secretaría de la Reforma Agraria, se suscitaron disputas territoriales en esa zona. Desde entonces, no hay seguridad jurídica en esas comunidades.
«La grave denuncia es que ni las fuerzas armadas o policiacas han podido hacer frente a la situación que ya se califica como de desastre en Chiapas».
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La situación se recrudece, sin embargo, el problema no ha tenido solución a pesar de las solicitudes de mediación y pronta solución, refirió la Iglesia, que además, citando al Obispo Arizmendi, señaló que el conflicto está teniendo similitudes como la vivida en Acteal.
«El grave problema de los desplazados llega a dimensiones que dejan descubrir lo que es un vicio arraigado y perpetuo, y que perjudica a los más pobres: la ausencia del Estado de derecho, fortalecida por los manejos de poderosos con oscuros intereses desmedidos. No importa que para conseguirlos se pierdan vidas humanas”, expresó la Arquidiócesis.
Estos signos apuntan, y se agravan, con la obtención del poder ante la proximidad de comicios, apuntó.
Por ejemplo, el 1 de enero de 1994, la región vio un levantamiento armado que fue el crudo despertar de un año «donde la tecnocracia y el neoliberalismo fueron sacudidos ante una realidad ignorada por décadas». Hoy, grupos ilegales «están obteniendo más armas y aumentan sus amenazas. Es imprescindible su contención, desarme y procesamiento judicial, para garantizar la desactivación de las causales del desplazamiento forzado”.
La Arquidiócesis alertó que Chiapas, gobernado por Manuel Velasco Coello (PVEM), es un foco rojo encendido que requiere atención inmediata, y aunque se han presentado soluciones, dijo, estas se aplazan siempre que está cerca un proceso electoral, en este caso el de Gobernador.
Finalmente, la Iglesia católica lamentó que» ya todos andan buscando qué les va a tocar en el siguiente puesto, en la siguiente elección, y ya lo que menos les importa son las matanzas entre el propio pueblo”.
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