La familia Bolaños fue gravemente afectada cuando una explosión por una toma clandestina de gas colapsó su vivienda y dejó a varios miembros muertos y lesionados. Ahora, Eduardo Bolaños busca ayuda para pagar los medicamentos de sus familiares hospitalizados, mientras vive en una tienda de campaña afuera del nosocomio.
Por Magarely Hernández
Puebla, 17 de noviembre (Periódico Central).– A 15 días de la tragedia, seis de los miembros de la familia Bolaños siguen graves; los sobrevivientes esperan por noticias en el Hospital del Norte y en el nosocomio del Niño Poblano y en el de Traumatología y Ortopedia, en la capital de Puebla, donde acampan en la espera de noticias.
Eduardo Bolaños sobrevivió a la explosión ocurrida la madrugada del 31 de octubre en San Pablo Xochimehuacan, pero perdió a su abuelita, mamá y cuñada.
Otros seis integrantes de su familia, entre ellos su novia, primos, papá y tíos, siguen hospitalizados, y el pronóstico no es alentador. La explosión terminó con la vivienda de la familia Bolaños, así que Eduardo ahora vive en una casa de campaña que instaló afuera del Hospital de Traumatología y Ortopedia «Rafael Moreno Valle».
Sentado en la banqueta, a unos pasos de su nuevo hogar, Eduardo relató a Página Negra que su familia no desalojó la vivienda antes de la explosión porque nunca se enteraron de la fuga en una toma clandestina provocada por huachigaseros. Cuando él retomó el conocimiento, su casa ya estaba destrozada, algunos de sus familiares estaban inconscientes y otros gritaban para pedir auxilio.
Eduardo explicó que su familia es de escasos recursos. Todos vivían en una casa de madera, localizada justo frente a la gasera Hidro Gas, y la madrugada de ese 31 de octubre vieron que algunos vecinos estaban saliendo de sus casas, pero nunca entendieron por qué.
Eduardo dice que los Bolaños no se enteraron de la fuga de gas, y tampoco escucharon a las personas que supuestamente pasaron gritando que salieran de sus casas. De ahí ya no recuerda más. En el sitio se registraron tres explosiones y reaccionó ya tenía los brazos quemados, su casa estaba destruida y su familia herida.
«Yo cuando reaccioné ya vi a todos gritando. Mire mis brazos, yo también estoy todo quemado, pero corrí para pedir ayuda, y nadie nos ayudó. Yo vi que los policías que llegaban solo tomaban fotos, así que salí a la carretera que lleva al Rastro municipal», dijo al medio.
Eduardo también tenía quemaduras, pero no tan graves como las del resto de su familia, así que corrió a la carretera federal a Tlaxcala para pedir auxilio. El conductor de una camioneta color rojo se detuvo, lo ayudó y le dijo que lo llevaría al hospital. En total, nueve integrantes de la familia Bolaños estaban heridos.
Eduardo recuerda que su mamá, Azucena, era la más grave. La tomó a ella, a su novia y a sus papás y recorrió con el conductor varios hospitales de Puebla, porque en ninguno los querían atender. El Hospital de Traumatología y Ortopedia en ese momento también fue desalojado por la cercanía al lugar de la explosión.
Otros conductores también se apiadaron de la familia, y el resto de los heridos fue trasladado en distintos automóviles a los hospitales. Eduardo acudió al Hospital de la Mujer, al Hospital Universitario y, por lo menos, a otros dos más, pero en ninguno quisieron recibir a su familia.
Al final, una parte fue internada en el Hospital de Traumatología y Ortopedia, otra en el Hospital del Norte, y recientemente uno de sus primos de 15 años fue trasladado al Hospital del Niño Poblano. “Él es el que ahorita está grave. Todos, todos los graves son mi familia”, lamentó.
Abimael, de 32 años, fue el hombre que murió en el lugar de los hechos. La noche del miércoles 3 de noviembre falleció Praxedis, de 62 años, la abuelita de Eduardo. Luego, la madrugada del martes 9 de noviembre murió Andrea, de 17 años, su cuñada, y el 9 de noviembre Azucena, de 43 años, su mamá.
«Primero se murió mi abuelita y luego mi madrecita, ella era la que estaba muy grave, estaba intubada y el que ahorita también está muy grave es mi primo, él tiene 15 años (…). Sí, las velamos, las enterramos y luego luego nos venimos al hospital”.
Desde el día de la explosión, Eduardo se mantiene afuera del Hospital de Traumatología y Ortopedia. Ahí instaló una casa de campaña para poder dormir y se va a bañar y cambiar a la casa de una tía que los está apoyando a él y su hermano, Pedro. Dice que el DIF los ha apoyado con la entrega de cobijas y también cubrieron el pago del féretro y el terreno para enterrar a su abuelita, mamá y cuñada, pero la compra de medicamentos los está absorbiendo.
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— La Página Negra (@LaPaginaNegraMX) November 17, 2021
Eduardo recuerda que el día de la explosión juntó toda su ropa sucia en un bote porque la llevaría a la lavandería. Después de la tragedia llegó a la Zona Cero, con la esperanza de poder recuperar algunas prendas, pero ya no lo dejaron pasar. Dice que en ese terreno se instaló el Ejército Mexicano porque de su casa no quedó nada.
Al cuestionarlo si está dispuesto a aceptar ayuda tanto de alimentos como de ropa o incluso dinero en efectivo, Eduardo sólo suplicó que los apoyen con la compra de medicamentos. Explicó que los más caros se los solicitan justo en el Hospital de Traumatología y Ortopedia, donde tiene a la mayoría de sus seres queridos.
«Nos han pedido medicamentos hasta de 800 pesos. La verdad no sé ni de dónde lo estamos sacando. Ahorita en esta semana mi tía gastó cuatro mil pesos. Solo buscamos que nos ayuden con eso”, pidió.
A pesar de que el Gobernador Miguel Barbosa ordenó el pagó inmediato de las indemnizaciones tanto a los familiares de las personas fallecidas como de los heridos, la familia Bolaños no ha recibido dinero o algún apoyo económico.