En el marco de la celebración por los 30 años de Artes de México, la mesa de diálogo “Lo importante es no pestañear. Tendencias y futuro de la fotografía” fue un espacio de perspectivas en torno a un tema del que se ha ocupado a la editorial a través de sus múltiples ediciones y en especial en la colección luz portátil. Presentamos aquí las palabras del editor de esta colección, Pedro Tzontémoc, quien conforma una de las voces críticas de Artes de México y quien aportó a la mesa una mirada fascinante alrededor de la fotografía.
Por Pedro Tzontémoc
Ciudad de México, 17 de noviembre (SinEmbargo).-El tema a tratar aquí es una incógnita difícil de descifrar. Quizás, en otros tiempos, haya sido más sencillo, en tanto que hubo menos elementos para configurar una visión del futuro; es decir, lo que podía hacerse con una de las primeras cámaras fotográficas y los insumos que se poseían al alcance de la mano para producir una fotografía eran ciertamente mucho más limitados que la infinita constelación de posibilidades que existen hoy en día. Sin embargo, me parece que esta es la trampa más peligrosa, los límites potencian la imaginación y la creatividad, su ausencia, paradójicamente, nos limita.
Afortunada y desafortunadamente, he sido jurado de varios certámenes de fotografía, esto me ha permitido ser testigo directo del panorama completo, de todo el material que se recibe sin el filtro de un jurado que determina y condiciona lo que otros verán luego. A este respecto, y por el bien de todos, habría que buscar la manera de compartir esta experiencia con un público más amplio porque, en realidad, es enriquecedor conocer lo que, en nuestros días, se realiza y propone en torno a la fotografía y la imagen. Cuando he sido receptor pasivo de una muestra de fotografía que ha sido previamente seleccionada con esta metodología, me ha quedado la sensación de haber sido timado, aunque a veces esté bien equilibrado, a este respecto cabe mencionar la pasada exposición de la fundación mexicana de cine y arte en Monterrey, organizada por Alfredo de Stéfano en la que Gustavo Prado fue parte del Jurado. Este año seremos testigos y tendremos oportunidad de juzgar al jurado de la XVIII Bienal que seguramente estará tan equivocado como el anterior y como el próximo.
Como ciudadanos del imperio de lo políticamente correcto, quizá no sea correcto decir que la democracia no es la solución, su consecuencia la vivimos en todos los ámbitos y sentidos; la traigo a colación porque así es como se determina el resultado de bienales y concursos. Se tendría que hacer un esfuerzo y buscar algunas otras fórmulas para solventar este problema al que José Luis Trueba Lara llamó la dictadura de la estupidez, en su magnífico libro homónimo.
Sé que es imposible exponer todo lo que se recibe sin realizar alguna selección previa, pero hace varios años, en una dimensión infinitamente menor, intentamos algo parecido en un grupo llamado Fotoforo. Llevamos a cabo exposiciones convocadas y todo lo que recibimos fue expuesto, cada autor asumía su responsabilidad, así como su propuesta podría desacreditarse a sí misma, se podía reforzar en presencia de las otras. Insisto que, hacer algo parecido, a nivel nacional, resulta imposible, pero se me ocurre que una forma de llevarlo a cabo consistiría en que cada uno de los jurados mostrase su propia selección y, en un territorio común, se exhibiera aquello en el que estos coincidan, como los puntos de intersección en la teoría de conjuntos. De esta manera, los espectadores tendrían una visión más amplia de lo recibido en la convocatoria; de hecho, tendrían tantas obras como el número de jurados participantes, y esto daría como resultado un panorama mucho más horizontal y menos patriarcal: una especie de democracia parlamentaria. Cuando he sido testigo de primera mano de convocatorias de amplia participación y sin filtros previos, ha sido sumamente halagador ver la cantidad de propuestas de toda índole, de diferentes técnicas, de diferentes conceptos, de diferentes maneras de ver y de interpretar la realidad. He visto trabajos conceptuales demasiado rebuscados, desafortunadamente, porque tanto ruido resta fuerza y contundencia a su propuesta. También, me ha sorprendido ver que hay una tendencia, desde hace años, hacia lo que llamo “fotografía vivencial”. Esto, con particularidad, me concierne porque cuando algunos nos atrevimos a hablar de esta propuesta, se comprendió poco porque su temática está vinculada con el proceso de vida en el que se encuentra el autor al momento de su creación. Es claro que el momento histórico también marca tendencia y temas como la violencia, el narcotráfico o las desapariciones forzadas se expresan como una necesidad de exorcizar estos sentimientos a través de una propuesta artística.
También, existe un interés por parte de las nuevas generaciones para rescatar o, mejor dicho, descubrir la fotografía dura y pura (etiqueta que se le da ahora), trabajos hechos con fotografía análoga que, curiosamente, hoy es presentada como fotografía alternativa. Por supuesto, también existen muchas propuestas que proponen el uso de una nueva tecnología que rebasa los límites propios de la fotografía, es decir, video y animaciones, así como el uso de redes sociales; inclusive, algunas de estas propuestas fusionan las nuevas tecnologías con la fotografía analógica en procedimientos mucho más artesanales como la cianotipia, por ejemplo. Esto nos habla de una integración.
Hoy la cotidianidad es todavía más compleja e incorpora demasiados elementos que además se multiplican y se reinventan a una velocidad extraordinaria. Existe un interés y una necesidad por incorporar todos estos elementos al quehacer artístico, lo cual llevará, sin duda alguna, por caminos insospechados. Por supuesto, también, sobra decirlo, hoy se realizan propuestas más íntimas e inocentes, al igual que otras que se encuentran perdidas frente a un abrumador universo de posibilidades y límites, y otras más, de bajísima calidad en todos los sentidos, de una pobreza cultural significativa, pero que también son signo de nuestro tiempo.
Es una realidad que, en el presente, tenemos que aprender a leer y escribir en los nuevos lenguajes que el mundo globalizado ha ido fraguando; lenguajes que se funden, inventan, se generan a sí mismos y se construyen en una especie de rizoma visual a punto de descifrarse. En esta democratización de la tecnología todos somos fotógrafos, pero hay que tener cuidado con dichas declaraciones porque no todo el que tiene una pluma es escritor, aunque sepa escribir su nombre; y no todo el que tiene un teléfono inteligente con cámara de alta calidad es fotógrafo. Estoy convencido de que si no se sabe lo que se quiere decir, si la imagen no tiene la sintaxis que requiere, será como firmar un documento sin leer y con huella digital.
Para terminar, quiero referirme al nombre de esta mesa de diálogo por dos razones, la primera es porque agradezco que de esta manera se haya hecho presente y se recuerde a Susan Sontag, pues debemos tenerla presente y recordarla, sobre todo ahora que urge definir y redefinir los caminos de la fotografía. Y finalmente porque quisiera, , aún a riesgo de parecer insolente, contradecirla; porque lo importante es sí pestañear y no sólo porque la acción de pestañear equivaldría a la acción del obturador de una cámara en el instante preciso en el que captura la imagen, sino porque pestañear es el acto mismo de coquetear, y esto es mucho más poderoso que el aleteo de una mariposa; efecto tan mencionado, capaz de producir huracanes al otro lado del planeta. Pestañear es coquetear con la vida, desnudar con la mirada, dejar de lado esta realidad virtual en la que nos han encerrado y sentir de nuevo la vida en carne propia, porque esto, más allá de todos los lenguajes posibles, es lo que nos da elementos y pretextos para la creación. Sin vida, sin vivir la vida, sin dejarse arrastrar por ese aleteo de mariposa o de pestañas, la creación artística, visual, literaria o cualquiera, no sería imposible.
Esta es la tarea pendiente de quienes pueden hacerlo, esta es su obligación y su responsabilidad frente al futuro.
Pedro Tzontémoc ha publicado diversos libros de fotografía con Artes de México. Consigue El ser y la nada de la colección luz portátil y Locuralocúralocura a través de la página de la editorial Artes de México, www.artesdemexico.com