El año pasado, 70 mil renos murieron de inanición cuando el hielo y una espesa capa de hielo sellaron la tundra ártica en la que pastan. Este verano, la región registró el primer brote de ántrax en 75 años — una epidemia que se cree está ligada al cambio climático — que enfermó tanto a humanos como a animales.
Por Howard Amos y Tatiana Titova
Salekhard, Rusia, 17 de noviembre (AP).- Los indígenas que pastorean renos en la región de Yamal, en el norte de Rusia, una remota zona de Siberia donde las temperaturas suelen bajar de menos 50 grados Celsius en invierno, están familiarizados con los caprichos de la naturaleza.
Ahora, los pastores nómadas que recorren el mismo suelo helado por el que vagaron sus ancestros durante siglos enfrentan una amenaza provocada por el hombre. Las autoridades promueven una iniciativa sin precedentes para el sacrificio de al menos uno de cada siete renos de Yamal.
El sacrificio que comenzó este mes está defendido por autoridades locales y científicos, que alegan que una sobrepoblación de renos provoca el abuso de los pastos y epidemias más frecuentes. Pero activistas ambientalistas y algunos pastores apuntan a que detrás de las muertes forzadas hay intereses energéticos que además podrían destruir la amenazada cultura del pueblo nenet.
Reducir el número de renos en la zona es una medida necesaria para asegurar su supervivencia, según Lyudmilla Morozova, investigadora de la Academia de Ciencias rusa. La población creció un 50 por ciento en las dos últimas décadas, agregó explicando que grandes extensiones de musgo de reno, una especie de lento crecimiento básica en la dieta de estos animales herbívoros, se han perdido por el sobrepastoreo.
Los contrarios al plan de sacrificios apuntan que las tierras de pastoreo tradicional están desapareciendo por el crecimiento de la industria del petróleo y el gas en Yamal, una región rica en recursos, no por la población de renos.
La rápida expansión de la industria en los últimos 15 años ha limitado el acceso que los pastores han tenido a los campos y su libertad para desplazarse por la tundra.
«Es una tragedia indiscutible tanto para personas como para animales», dijo sobre la iniciativa oficial Yelena Sakirko, coordinadora del Ártico para Greenpeace en Rusia. «Esto terminará con los pastores nómadas de renos convirtiéndose en granjeros asentados. Esto es una forma completamente distinta de ganadería, y supone la pérdida de una cultura».
El gobierno regional, a través de su portavoz Olesya Litovskikh, negó que la industria del petróleo y el gas cabildeara en favor de aumentar la cantidad de sacrificios. Las empresas energéticas invierten «miles de millones de rublos» en el desarrollo de zonas remotas y en apoyar la cultura nenet, apuntó Litovskikh.