Ciudad de México, 17 de noviembre (SinEmbargo).- “Nuestras acciones son legítimas el día de hoy y seguirán siendo mientras los compañeros no sean presentados con vida y no únicamente los 43, sino los miles de desaparecidos que existen en México”. Así remató José Solano, estudiante de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos, de Ayotzinapa, Guerrero, el discurso que pronunció al término de la marcha realizada este domingo 16 en la Ciudad de México, para exigir la presentación con vida de los 43 normalistas -compañeros de Solano- desaparecidos forzadamente hace ya 52 días.
Fue la séptima movilización que se realiza en la capital del país con la misma demanda desde que la noche del pasado 26 de septiembre policías del municipio guerrerense de Iguala secuestraron a 43 estudiantes de la normal de Ayotzinapa. Previo a la desaparición forzada de los jóvenes, los policías y un comando armado habían agredido a los normalistas y asesinado a seis personas, tres de ellos estudiantes de Ayotzinapa.
Al cumplirse este domingo 51 días de los hechos, aún pendientes de resolución por parte de las autoridades, miles de ciudadanos salieron nuevamente a protestar por justicia para los 43 estudiantes y sus familias.
Aunque no congregó a las multitudes de marchas anteriores -pese a haberse realizado un domingo por la tarde-, la marcha sí tuvo un nutrido contingente. Al final del evento, los organizadores hablaban de entre cinco mil y seis mil, mientras que los policías de tránsito aseguraban que no habían llegado ni a los mil.
Convocada a avanzar del Ángel de la Independencia rumbo al Zócalo, la movilización cambió de última hora la ruta y anunció que llegaría al Monumento a la Revolución, dado que el Zócalo se encontraba ocupado. Fue así que la marcha se encontró con familias y paseantes en la plaza del monumento, algunos curiosos al ver el arribo del contingente y otros ajenos por completo a la protesta.
-¿Peña es malo?- preguntó una niña a sus padres, mientras los tres veían llegar la marcha y escuchaban el grito de “¡Fuera Peña! ¡Fuera Peña!” de los manifestantes. Los papás no la sacaron de su duda.
Casi una hora y media antes, la marcha había partido del Ángel de la Independencia, con un hombre disfrazado como la Muerte a la vanguardia, sosteniendo en su mano izquierda la bandera de México y en la derecha un cartel con los rostros de los 43 normalistas desaparecidos.
En la escalinata del monumento a la independencia quedó un enorme número 43 formado con cartelones de papel y rodeado de veladoras, a la memoria de los estudiantes que hasta la fecha siguen oficialmente desaparecidos, a pesar de que el pasado 7 de noviembre el Procurador Jesús Murillo Karam dio una versión – basada en la declaración de tres presuntos involucrados en los hechos- que sugería que los jóvenes habrían sido asesinados, sus cuerpos incinerados y sus huesos triturados y arrojados, en bolsas de basura, a un río.
La frase con que el funcionario remató la conferencia de prensa de ese día sigue motivando mensajes en las pancartas de los manifestantes. “#Ya me cansé de este pinche gobierno/ #Fuera EPN”, escribió alguno en una de ellas.
Mientras en varios carteles se leían exigencias por la presentación con vida de los 43 estudiantes o mensajes de solidaridad con Ayotzinapa, en otros aparecían leyendas como “Unidos y organizados actuaremos construyendo una sociedad hermanada, digna y justa” o “La única forma de cambiar este país es el activismo pacífico”.
A la imprescriptible consigna de “¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!” o las sempiternas “¡Ayotzinapa vive, la lucha sigue!” y “¡Hombro con hombro, codo con codo, Ayotzinapa, Ayotzinapa somos todos!”, el contingente de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) añadió otras de repudio al rector José Narro Robles, luego de que el sábado un agente de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal disparó un arma de fuego dentro de Ciudad Universitaria, hiriendo a una persona y a un perro.
“Narro, escucha, exijo tu renuncia”, gritaban los estudiantes universitarios. “Narro, Mancera, la misma chingadera”, coreaban también para refrendar también la responsabilidad de las autoridades capitalinas en el hecho.
Junto con los universitarios de la UNAM marcharon también estudiantes de la Universidad Autónoma Metropolitana y de la Universidad del Valle de México, así como integrantes de movimientos populares como el Sindicato Mexicano de Electricistas o el Movimiento de Trabajadores Socialistas, integrantes del movimiento de la diversidad sexual y un colectivo cristiano llamado «Peleando por la paz».
Iban también personas sin ninguna filiación a escuelas u organizaciones.
Al paso del contingente, un grupo de diez jóvenes con los rostros cubiertos, mujeres y hombres, hizo algunas pintas en paradas de autobuses y paneles de madera sobre Paseo de la Reforma. Una mujer vestida de blanco reprendía a quienes veía pintando con aerosol, recordándoles el tono pacífico de la movilización.
“Yo pinto, el gobierno mata”, le contestó uno de ellos.
“Por eso nos dividen” comentó a la mujer de blanco otra que también marchaba. “Luego piensan que así somos todos”, le dijo.
Imposible no recordar el mensaje que el Presidente Peña Nieto dio anoche, al regresar de su viaje a China y Australia, en el que dijo que llegar a la justicia se complica cuando la solidaridad de expresa fuera del orden.
“No podemos aceptar a aquellos que han recurrido al uso de la violencia, al ataque a las instituciones, a lo que ha construido la sociedad mexicana”, condenó, al tiempo que advirtió que esperaba no llegar al extremo de tener que usar la fuerza pública.
El mensaje presidencial se dio en la víspera de esta y otras marchas que se realizaron en el país, pero también mientras los padres de familia y compañeros de los 43 normalistas desaparecidos recorren el territorio nacional en tres caravanas que llegarán a la Ciudad de México el próximo 20 de noviembre.
En esos recorridos, los padres y compañeros de los estudiantes desaparecidos pretenden recibir propuestas de las organizaciones sociales y estudiantiles para conformar una lucha unida a nivel nacional, explicó el normalista Solano en el mitin realizado al término de la marcha.
Detalló que la caravana Julio César Modragón Fontes, que recorre la ruta del Norte, llegará a Tlatelolco, donde se concentrarán estudiantes y maestros; la caravana Daniel Solís Gallardo, que avanza desde el Sur, se concentrará en el Monumento a la Revolución con organizaciones campesinas y sindicales; y la caravana Julio César Ramírez Nava, que recorre estos días el estado de Guerrero, irá del Ángel de la Independencia al Zócalo con el movimiento urbano popular y la sociedad civil.
Las caravanas llevan los nombres de los tres normalistas asesinados la noche del 26 de septiembre y la demanda es la misma que han sostenido los familiares y normalistas de Ayotzinapa desde el primer día: la aparición con vida de los 43 jóvenes.
Solano llamó a los manifestantes a luchar por los desaparecidos, no sólo por los 43 normalistas, sino por los miles que se han acumulado en el país, y señaló que el gobierno federal intenta cerrar el caso diciendo que los estudiantes están muertos.
Por ello, refrendó que las acciones que realizan son legítimas “porque llevamos muchos días esperando a nuestros compañeros, así también como sus padres y sus madres han estado esperando el regreso de sus hijos”.
En el mensaje dado a nombre de los padres de familia y de los estudiantes de Ayotzinapa, Solano también expresó: “Nuestros compañeros siguen vivos y seguirán estando vivos mientras nosotros sigamos denunciando la desaparición de los compañeros”.