El sucesor de Raúl Castro dijo que «el diálogo se construye entre dos, no se puede aspirar a un dialogo entre desiguales» con respecto a la relación entre su país y EU, durante una entrevista, la primera que otorga desde que llegó al cargo en abril pasado.
La Habana, 17 de septiembre (EFE).- El Presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, descartó que pueda haber diálogo entre su país y Estados Unidos mientras se mantenga la «aberrante actitud» de la administración de Donald Trump hacia la isla.
«Queremos diálogo, pero tiene que ser entre iguales, que se nos respete y no se nos condicione nuestra soberanía y nuestra independencia, porque no aceptamos imposiciones y no estamos dispuestos a hacer concesiones», sentenció el mandatario en una entrevista con Telesur, la primera desde que llegó al cargo en abril pasado.
Los dos países restablecieron relaciones diplomáticas durante el último mandato de Barack Obama tras más de medio siglo de enemistad, un histórico «deshielo» abruptamente paralizado tras la llegada a la Casa Blanca de Trump, contrario al proceso impulsado por su antecesor.
Díaz-Canel consideró que habría que preguntarle a su homólogo estadounidense «si quiere dialogar con Cuba, y si quiere hacerlo no puede ser desde una posición prepotente», a la vez que insistió en que el problema no es con el pueblo estadounidense, sino con las maneras en que los gobiernos de ese país «han actuado contra la revolución».
Reconoció que hoy, aunque se mantienen algunas vías abiertas de diálogo, «las relaciones están en retroceso», mientras que con Obama en la presidencia los dos países pudieron «conversar y colaborar, mantener una relación civilizada pese a las diferencias ideológicas».
«El diálogo se construye entre dos, no se puede aspirar a un dialogo entre desiguales, en tanto haya prepotencia, hegemonismo, presión, y una parte condicione a la otra a que tiene que renunciar a su soberanía e independencia», insistió.
El Mandatario calificó de «totalmente inaceptables» las medidas de la nueva administración que restringen de nuevo los viajes de estadounidenses a la isla y prohíben las transacciones y negocios con una larga lista de empresas vinculadas al poderoso estamento militar cubano.
También negó que su país tenga algo que ver con los misteriosos incidentes de salud sufridos por veintiséis diplomáticos estadounidenses en La Habana, un caso que ha tensado aún más las relaciones bilaterales y para el que los investigadores de ambos países no han encontrado aún una explicación científica.
«Han creado toda una falacia con esos supuestos incidentes. Nosotros no hemos atacado a nadie. Si en un lugar se respetan y protegen los derechos de los extranjeros y en particular los de los diplomáticos es en Cuba», aseguró, y apostilló que Cuba no ataca, sino que se defiende de ataques, terrorismo y campañas difamatorias.
Esos incidentes llevaron a Washington a evacuar a la mayoría del personal de su embajada en La Habana, que ahora funciona bajo mínimos y no emite visados para los cubanos que quieren visitar o emigrar a Estados Unidos.
El Gobernante arremetió asimismo contra el embargo que el país vecino mantiene sobre la isla, «una práctica brutal» que constituye, a su juicio, el principal obstáculo al desarrollo y la prosperidad de Cuba, un país que «no es una amenaza para nadie».
«Lo que más golpea la vida cotidiana de los cubanos y la vida económica y social es el bloqueo impuesto por EU, que es una práctica brutal, atenta contra un pueblo condenado a morir de hambre, de necesidades», argumentó Díaz-Canel.
El Gobierno cubano, en su informe más reciente, valoró en 933 millones 678 mil dólares los daños causados por el embargo a la isla desde 1960, según un cálculo basado en la depreciación actual del dólar frente al valor del oro.
Díaz-Canel denunció que el «bloqueo» estadounidense «impone normas» extraterritoriales en la relación del mundo con el país caribeño que repercuten en el flujo de capitales y las inversiones, que cuestan «mucho trabajo porque hay muchas presiones» de Washington.
Según el mandatario, generaciones enteras de cubanos han nacido y crecido en «condiciones de resistencia», una actitud a la que atribuyó también la -a menudo criticada- lentitud y cautela de la dirigencia del país a la hora de tomar decisiones de importancia.
«Nosotros no somos una amenaza para nadie, tenemos vocación de justicia social, por construir un país mejor», subrayó.
Además, defendió el deseo de Cuba de seguir avanzando pese a ese escenario adverso, «conscientes de que dependemos de nuestro empeño y esfuerzo».
«Que levanten el bloqueo no depende de nosotros, depende del Gobierno de EU, y no podemos subordinar nuestro afán de prosperidad a lo que pueda hacer un gobierno extranjero», aseveró.