Las sustancias halladas (dioxinas y PCB) en los huevos estudiados son muy tóxicas y se sabe que pueden ser causa de cáncer. Las dioxinas se liberan involuntariamente durante la quema de residuos y por diversos procesos industriales.
Madrid, 17 de junio (Europa Press).- Una investigación internacional ha descubierto que en casi el 90 por ciento de las zonas estudiadas los niveles de dioxinas y bifenilos policlorados (PCB) cancerígenos en los huevos de gallinas camperas superan los límites alimentarios reglamentarios de la UE.
El equipo revisó los datos de Asia, África, Europa y el norte y el sur de África. Los huevos más contaminados con dioxinas se encontraron cerca de un emplazamiento de residuos electrónicos en Agbogbloshie (Ghana); un niño que comiera un huevo del lugar ingeriría más dioxinas de las que la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés) considera una «ingesta tolerable» durante cinco años.
Las dioxinas (dibenzo-p-dioxinas y furanos policlorados, o PCDD/F) se encuentran entre las sustancias más tóxicas conocidas y pueden provocar cáncer. Se liberan involuntariamente durante la quema de residuos y por diversos procesos industriales, incluida la producción de metales. Los PCB también son cancerígenos para el ser humano.
A lo largo de los años, se han utilizado en todo el mundo 1.3 millones de toneladas de PCB en equipos eléctricos, en edificios y para aplicaciones industriales. Ambos grupos de sustancias químicas son contaminantes orgánicos persistentes (COP) que son de larga duración, se acumulan en los organismos vivos, crean una contaminación generalizada en todo el mundo y se sabe que causan graves problemas medioambientales y de salud. Se encuentran entre la «docena sucia» original de sustancias prohibidas y/o reguladas a nivel mundial en virtud del Convenio de Estocolmo en 2004.
Monitoring dioxins and PCBs in eggs as sensitive indicators for enviro… https://t.co/v5ZSl5wNr8
— Jindřich Petrlík (@JPetrlik) June 6, 2022
Sin embargo, este nuevo estudio, publicado en la revista científica KeAi Emerging Contaminants, muestra que, casi dos décadas después, las dioxinas y los PCB similares a las dioxinas siguen siendo una amenaza para la salud ambiental en todo el mundo.
«El legado tóxico de las dioxinas y los PCB sigue poniendo en peligro a nuestros niños y familias. Necesitamos urgentemente conseguir niveles más bajos de contenido de COP en los residuos y una aplicación más firme del Convenio de Estocolmo para proteger nuestra salud y el medio ambiente de estas amenazas químicas de larga duración», ha comentado el doctor Jindrich Petrlik, director de Arnika – Programa de Tóxicos y Residuos, una organización checa sin ánimo de lucro que lucha por un medio ambiente mejor.
En el estudio se analizaron los huevos de más de 110 manadas de pollos criados en libertad cerca de incineradoras de residuos, industrias metalúrgicas, fábricas de cemento, vertederos, centros de residuos electrónicos, plantas químicas y otras instalaciones.
El equipo descubrió que el 88 por ciento de las muestras de huevos superaban los límites de seguridad de la UE para las dioxinas o para la suma de dioxinas y PCB. En muchas zonas, los niños que consumían sólo unos pocos huevos a la semana superaban la ingesta tolerable de dioxinas establecida por la EFSA, a menudo por 10 y en algunos casos hasta varias veces.
El 92 por ciento de las muestras de huevos recogidas en zonas cercanas a las incineradoras superaban los límites alimentarios reglamentarios de la UE. El 100 por cien de las muestras de huevos recogidas en zonas cercanas a plantas industriales de metales y a instalaciones de reciclaje de residuos electrónicos superaban los límites alimentarios reglamentarios de la UE.
El 14 por ciento de las muestras de huevos superaban los límites alimentarios de la UE en más de 10 veces. Una muestra procedente de un vertedero de residuos electrónicos en Ghana contenía la mayor contaminación jamás detectada, más de 264 veces el límite alimentario de la UE para las dioxinas.
Además de en los emplazamientos industriales, se encontraron huevos contaminados en muchos lugares donde se incineraba plástico. Las cenizas de las plantas de incineración o metalúrgicas se suelen verter al medio ambiente y son una fuente habitual de contaminación del suelo.
Sin embargo, según los autores del estudio, las normas actuales del Convenio de Basilea sobre «límites bajos» de COP permiten concentraciones extremadamente altas de dioxinas; por ejemplo, se permite que un solo kilogramo de ceniza contenga dioxinas a un nivel que haría que 7 mil kilogramos (7 toneladas) de suelo no fueran aptos para producir huevos de gallinas camperas.
También señalan el hecho de que la cantidad anual de dioxinas en las cenizas de incineración de residuos supera la cantidad máxima (hasta 133 veces) que la EFSA consideraría una ingesta tolerable para toda la población humana.