El escritor mexicano Jordi Soler se ha convertido en uno de los faros que actualmente alumbran con una misteriosa intensidad las letras mexicanas. Es un escritor talentoso, deslumbrante; pero sobre todo, ingenioso a la hora de retratar los situaciones del país. La violencia y la inseguridad, como sabemos, es el pan nuestro de nuestra época. Su obra, compuesta hasta ahora de por lo menos – más de una decena de novelas más relatos y artículos periodísticos, incorporan múltiples temas que preocupan al autor.
Ciudad de México, 17 de junio (SinEmbargo).- En ¡Pinches jipis! (Malpaso 2017), lejos de hacer una apología del crimen, Jordi Soler ha escrito sobre la decadencia del espíritu humano y la cultura pop, sirviéndose de Emiliano Conejero como si de un ángel catártico se tratara. Esta es la historia de un acabado policía que ante los pobres resultados de la investigación sobre el sangriento homicidio de una mujer de la clase adinerada se ve obligado a echar mano de sus contactos dentro del oscuro mundo del cuerpo de la policía de la Ciudad de México y así marca el regreso del personaje emblemático que nació hace aproximadamente 25 años en las filas de la hoy extinta Rock 101.
Soler escribe con vocación social por lo que no puede faltar el trasfondo de violencia que existe en México. Su denuncia, sin embargo, puede extenderse por todo el mundo, de la misma forma que lo ha hecho en el territorio que lo vio crecer: la justicia no existe en el reino de la impunidad. A diferencia de sus primos europeos o estadounidenses, los detectives mexicanos como Emiliano Conejero no pueden ser buenos por naturaleza, ese reducido número de antihéroes nacen en un entorno de ilegalidad, fraudes desde el poder político, lugares oscuros, en un lugar donde simplemente no se confía en las instituciones. Y lo hace porque en Latinoamérica, este tipo de literatura esta basada en lo cotidiano y tiene mucho que ver con el periodismo. Ya lo decía el escritor Miguel Bonasso, a propósito de la realidad argentina contemporánea: a Raymond Chandler le hubiera costado encontrar una trama más negra, perversa, intrincada y decadente que la que suministran los medios a diario.
En este sentido, bien conocida es la frase del periodista mexicano Javier Valdez, asesinado hace unos días en las calles de Sinaloa, “el buen periodismo, valiente, digno, responsable, honesto no tiene sociedad alrededor; está solo, y eso habla también de nuestra fragilidad, porque significa que si van contra nosotros o esos periodistas y les hacen daño no va a pasar nada ”. Lo que hace Soler en su libro es narrar esa caricatura descarnada que es el México de los últimos años y las consecuencias de la misma: por un lado, el afianzamiento de una cultura de carencias de la vida social del país, por el otro, el crecimiento de una violencia extrema. Ambas son consecuencias de las políticas implementadas donde el igual no se aplica para todos.
Este libro está escrito con una sencillez fabulosa, su texto sugiere infinitamente más de lo que dice, su obra es el reflejo de una realidad injusta y falsa; próxima e indeseable. Es un libro divertido y singular, espléndido y tiene especial merito que haya surgido en medio de las estridencias, excesos y bazofias que caracterizan a la sociedad mexicana.
Con la misma peripecia con la que desvela las carencias del aparato de justicia, Soler aboga por el reconocimiento de una nueva generación de escritores decididos a romper con los padres de la literatura negra de su país: “ Conejero no sabía si llorar o reírse a carcajadas. Ese niño que llevaba 24 horas en su vida ya quería introducir cambios en sus rutinas, que llevaban tres décadas de inamovilidad; pero un momento después pensó que su deber como padre era darle al muchacho la oportunidad de expresarse”.
A ver, ¿qué quieren proponer? les pregunta Soler tratando de tomarse con humor lo que está pasando por ahí.