COLUMNISTA INVITADA | Colegas que piden auxilio, de Marcela Turati

17/06/2017 - 12:03 am

Días de abrazos cómplices, solidarios, silenciosos, de ánimo, de orfandad, amorosos, de bienvenida, de pérdida pero también de futuro, de nos tenemos unos a otros y estamos vivos y está todo por construirse, dice la cronista.

Ciudad de México, 17 de junio (SinEmbargo).- Hoy cumplo una semana en México después de estar 10 meses en Estados Unidos por mi beca Nieman. En mi primer día en México platiqué con los quince colegas de Michoacán que tomaron su descanso o pidieron que les descontaran el día para venir a protestar afuera de la PGR y así llamar la atención sobre la silenciada desaparición de Salvador Adame, colega de Tierra Caliente.

Ahí me topé a dos colegas del DF que en cuanto me vieron comenzaron a hablar desbordadas sobre el impacto de tantas muertes en sus vidas, sobre la necesidad de psicólogos, sobre la sensación de ser la próxima asesinada. Con la pregunta: qué hacemos.

En la noche vi a una querida amiga atrapada en la telaraña sinfín de tratar de darle sentido al sinsentido del asesinato de Javier Valdez Cárdenas, esa maraña que nos tiene a tantos enredados.

Los grupos de los chats están hirviendo en mensajes planteando nuevas acciones, nuevos datos, nuevas emergencias, un día avisándonos sobre el reportero de Quintana Roo a quien le cortaron la oreja como advertencia para el dueño de su diario y otro de la locutora indígena que sufrió un atentado o de la hija adolescente del fotógrafo que está desaparecida (y que por fortuna apareció).

Nos mensajeamos preguntándonos si finalmente hubo apoyo para los siete reporteros y fotógrafos emboscados por 100 hombres armados en Guerrero y despojados de todo su equipo de trabajo; si hubo apoyo para pagar el velorio de Javier e indemnizar a su familia; si alguien sabe cómo están lidiando con el dolor los compas de RioDoce y qué ayuda necesitan; si alguien conoce terapeutas que puedan viajar a Sinaloa o a Guerrero a dar contención a colegas.

Cada día recibo mensajes de colegas que piden auxilio para que los ayudemos a detener las nuevas leyes estatales que están aprobando diputados quesque para ‘proteger periodistas’ pero que están envenenadas, otros que requieren consejos para armar su propio colectivo de periodistas para autodefenderse, otros que piden que rolemos sus desplegados dirigidos a las autoridades o las fotos de sus manifestaciones, otros que comparten las notas que diariamente publican para no soltar el tema.

Han sido días de citas en cafés para escuchar a los amigos que no saben qué hacer con la ansiedad que los carcome o que no han podido llorar la pérdida del amigo-colega-hermano mayor que era Javier o que revivieron en su muerte los asesinatos que los hicieron antes huir de sus tierras hacia el DF.

De campaña de solidaridad en tuiter defendiendo al colega sonorense a quien el beltronismo sacó de la radio. De llamadas escuchando a directivos de medios locales frustrados al salir de Gobernación, después de escuchar que los funcionarios se dicen rebasados y no atinan qué hacer.

De citas nocturnas para pensar colectivamente qué podemos hacer para detener la impunidad que es la política de Estado; preguntándonos detalles sobre los crímenes más recientes para entender los mensajes ocultos; replanteándonos dónde sí se puede hacer o no periodismo; compartiendo anécdotas de las paranoias nocturnas; hablando con defensores y compartiendo diagnóstico, desazón, esbozos de acciones.

Yo, como muchos, estamos convertidos en una especie de controladores aéreos intentando apoyar las iniciativas que colegas más lúcidos inician, que si publicar juntos en el aniversario, que si leer la obra de Javier, que si tapizar la ciudad con carteles, que si una colecta para apoyar a medios críticos.

Ayer, al final de la conferencia de prensa en la que invitamos al gremio a los diálogos entre periodistas de la semana próxima para discutir nuestros problemas y diseñar soluciones, una de las reporteras que me entrevistó comenzó a llorar cuando hablábamos sobre el asesinato de Miroslava porque ella también es mamá.

Días de planes, muchos, y de ejercicios intentando diseñar un futuro en el quepamos las y los periodistas, en el que la información no sea peligrosa, en el que aprendan a respetarnos.

Días de explicar que si se mata a un periodista se silencia también lo que estaba denunciando. Días de mezcal y de planes para reunirnos, de aconsejar a colegas que quizás deban prepara su salida del país porque pueden ser los próximos, de acompañar con mensajes a quienes ya se fueron, de revisar nuestras prácticas y nuestro propio trabajo inspirados por el ejemplo de Javier, de masticar la rabia y la tristeza porque por falta de dinero no lo sacaron cuando pidió ayuda, de sentir que en diez años de emergencia no hemos aprendido mucho como gremio para que los asesinos la tengan un poco más difícil, de pensar que quizás a Javier, a Miroslava, al Choco, a Regina, a Rubén no los mataron por lo que publicaron sino para causar terror en todos.

Diciéndonos que se viene peor y que hay que tener ‘el corazón bien informado’ para prepararnos a eso otro peor. Pese a la tristeza y al terror que se instala me siento clara y serena, un poquito más sabia después de mi experiencia, sabiendo que la lucha contra el silencio en México es una carrera de relevos, que un día les toca a unos retirarse para tomar aire (o salvar la vida) y a otros regresar descansados y con la mirada limpia para comenzar nuevos intentos.

Días de abrazos cómplices, solidarios, silenciosos, de ánimo, de orfandad, amorosos, de bienvenida, de pérdida pero también de futuro, de nos tenemos unos a otros y estamos vivos y está todo por construirse.

El Clamor Por Los Periodistas Foto Facebook

¿Quién es Marcela Turati? México, 1974. Sus textos han aparecido en antologías de las revistas Gatopardo Etiqueta Negra y de la Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI). Es coautora de los libros Migraciones vemos… infancias no sabemos La guerra por Juárez. Dos veces finalista del Premio de Periodismo Narrativo de la FNPI y Cemex. En 2008 fue invitada al encuentro que reunió en Colombia a los Nuevos Cronistas de Indias y fue mencionada por el suplemento “Babelia”, del periódico El País, como integrante de la nueva generación de cronistas latinoamericanos. Ganadora del concurso de reportajes América Latina y los Objetivos de Desarrollo del Milenio del PNUD y la agencia IPS y de las becas Avina para el Desarrollo Sostenible (Brasil) y Prensa y Democracia (México). Colaboradora de periódicos y revistas de Perú, Chile, Colombia, Argentina, Uruguay, Ecuador y Estados Unidos. Co-fundadora de la Red de Periodistas Sociales “Periodistas de a Pie”, dedicada a la promoción de los derechos humanos en el trabajo periodístico.

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