Así como el poder político en México es despótico (así se constituye y así se ejerce), así también lo es el poder cultural.
La política y la cultura en nuestro país crea caudillos, porque el poder político siempre ha permeado (y subordinado) al cultural, y éste ha tenido como único medio de subsistencia las formas de aquel.
Tierra fértil para el cacicazgo, el poder cultural en México es también monárquico, elitista y tiránico.
En nuestro país lo han ejercido así los “eminentes” intelectuales o escritores que han logrado estar cerca de los altos hombres de poder, especialmente los presidentes de la República.
Lo fue Octavio Paz, figura emblemática del caudillaje cultural en nuestro país, y luego lo fueron sus dos relevos: Enrique Krauze, súbdito de Paz y hoy atrincherado en Letras libres (antes Vuelta, antes Plural) y Héctor Aguilar Camín, en Nexos.
Sin demeritar su importante aportación a la cultura y las letras mexicanas, ambos intelectuales se han rodeado de otros intelectuales a los que han subordinado a sus intereses caciquiles, esto es, a un ejercicio de un poder casi soberano que les ha permitido secuestrar instituciones, atesorar canonjías, cooptar puestos públicos en dependencias culturales, controlar medios de comunicación, codearse con las élites, etcétera.
El pleito por el poder cultural entre Enrique Krauze y Héctor Aguilar Camín, grandes amigos en sus tiempos estudiantiles en el Colegio de México, es tan sabido como su relación con el poder, del que ahora intentan deslindarse, tal vez porque han logrado una saludable situación económica que les da cierta “independencia” para intentar limpiar su historia de complicidades con los poderosos políticos.
Hace unos días, Enrique Krauze dio una entrevista para el periódico español El País, misma que reprodujo parcialmente la revista Proceso. En esta entrevista, Enrique Krauze se dice decepcionado del gobierno de Peña Nieto (tal vez porque este gobierno se ha decidido ayudar a su adversario cultural, Aguilar Camín, y no a él), del fracaso de Fox y Calderón y del riesgo del populismo de López Obrador.
La visible incongruencia de las declaraciones de Enrique Krauze irritó no sólo a la intelligentsia mexicana sino también al internauta de a pie, quien se manifestó airosamente en las redes sociales. Por ejemplo: Eliú Madera escribió: “Ahora la viuda de Octavio Paz finge demencia y se disfraza de antisistémico”. R. Vargas asestó: “algo traman en Chapultepec 18. Saben que no tienen gallos y van a crear un candidato ideal para la masa. Verás”. Carlos Mendoza lanzó: “el Sr. @EnriqueKrauze es un plumífero del poder, al mejor pos$tor, un intelectual de café caro”. Etcétera, etcétera.
Esta incongruencia krauziana es histórica. En una entrevista para Creación y poder. Nueve retratos de intelectuales (Joaquín Mortíz, 1994), realizada durante el gobierno de Salinas de Gortari, con el que se tomó aquella polémica foto, Krauze afirmó contundente cuando le preguntaron cuál era su imagen del presidente: “Ha sido un presidente (Salinas de Gortari) muy importante, un hombre de decisiones y actitudes muy claras. Su proyecto económico es el adecuado para el país y marcha bien. Si se le da tiempo, cuando menos el mismo que tuvo el populismo financiero para conducirnos a la bancarrota, se verá que México despegará. La política social de Salinas ha mitigado, además, ciertas aristas de la desigualdad de nuestro país. La comunidad es la molécula básica de México y el programa Solidaridad, más allá de sus manipulaciones políticas, lo ha entendido así”. (p. 47)
Luego vendría el rompimiento con Salinas de Gortari, la crítica de Krauze en su artículo “¿Qué le queda a Salinas?”, donde afirma: “Con Carlos Salinas de Gortari, en cambio, se han roto todos los moldes: la reprobación hacia él es casi universal”, y tiempo después la definición de Salinas de Gortari al llamar a Krauze “intelectual orgánico”.
¡Vaya!
Hoy Enrique Krauze, viejo rey Lear de nuestra República de las Letras, quiere resurgir en los jóvenes, a quienes se dirige en su último ensayo titulado “Desaliento de México” con estas palabras, que en realidad vuelven a tener como blanco de ataque a López Obrador:
En las próximas elecciones presidenciales de 2018 los jóvenes podrían participar formulando una agenda o, mejor aún, apoyando a un candidato ciudadano propio que encare los grandes problemas nacionales con una nueva visión y nuevas iniciativas, y al mismo tiempo cierre cualquier paso a una alternativa autoritaria.
No se sabe muy bien a quién se esté refiriendo Krauze cuando habla de la candidatura ciudadana, pero lo que sí es cierto es que no creo que los jóvenes estén dormidos, maniatados ni mucho menos amordazados como los supone el autor de Siglo de caudillos.
Basta sólo recordar a los 43 normalistas de Ayotzinapa, que murieron luchando precisamente por tener condiciones mejores de vida y gozar de en una sociedad más democrática e igualitaria.
No son los jóvenes, pues, sino el sistema (solapado por influyentes intelectuales: Krauze al salinato, Aguilar Camín al peñanietismo, etc) lo que sigue haciendo falta cambiar a fin de erradicar los grandes problemas nacionales con una visión mucho menos despótica, corrupta, violenta e impune.
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