La muerte toma mil formas. Y hay ausencias tan profundas que tienen ecos incluso en plantas y animales. Cuando mi padre murió, las plantas de su jardín se rebelaron y los colibríes que él alimentaba reclamaron agitados y terminaron por irse aunque recibían el mismo alimento. Este es un poema sobre esa ausencia y ese reclamo animal, que también era el mío.
Por Alberto Ruy-Sánchez