Llama a este sistema en el que vivimos “el capitalismo de los compadres” y propone como utopía una educación que nos saque a todos del hoyo. La ley tendría que hermanarse con la justicia, convencido como está de que “hemos pasado de la Edad Media al neoliberalismo sin pasar por la democracia”.
Ciudad de México, 17 de febrero (SinEmbargo).- El escritor Fabrizio Mejía ha sacado un libro más que útil, aunque en él ha puesto más sus dudas que sus precisiones. ¿Cómo votar, si es tu primera vez, si te sientes inexperto o inseguro? Con la ayuda del monero Antonio Helguera, el autor señala las virtudes y los defectos de ese acto ciudadano que nos meterá de lleno en la democracia.
“Sí, vas a votar. Tras semanas de hastío, indefinición, odio al cinismo de los políticos, te decidiste: vas a votar. Bien por ti. Votarás por primera vez, o por segunda o tercera, o ya eres veterano de las urnas. Pero hasta el día mismo de la elección te asaltarán las preguntas: ¿para qué voto? ¿Quién me representará? ¿Da igual votar por uno o por otro? Y, lo más importante de todo: ¿votar me define como ciudadano?”.
Aquí va la entrevista:
–Es una buena guía para los votantes primerizos, aunque no es una guía objetiva
–Bueno, con una elección no se puede ser objetivo. Una elección es una elección.
–Tú cuentas la historia de tu abuelo que decía que había que votar al PRI porque había que hacerlo
–La historia de los fraudes, que yo la empiezo a contar con Vasconcelos, con Madero, cuando no le reconocen el resultado, es decir, que más que la historia de la democracia en México tenemos la historia del fraude. Eso que parece tan sencillo en otros países, que los votos cuenten y se cuenten, no lo hemos logrado, sigue habiendo cosas como en el Estado de México, en narcoestados donde el Estado usa como un brazo armado al narcotráfico para las elecciones en algún lugar o para meter miedo y que la gente no salga a votar. Ahora tiene el narcoestado puede usar a los Zetas al Cártel de Sinaloa y de todos modos la autoridad electoral no ha dado muchas muestras de confianza porque el tribunal no ha dado ninguna explicación con las tarjetas monex.
–Quiere decir que tienes un panorama desolador a la hora de la elección
–Sí, yo creo que sí. Escribí un libro un poco por eso, se ve tan deprimente todo lo que está pasando, que hay que volver a hacer la historia de por qué los ciudadanos tenemos el poder, por qué vale la pena por lo menos una vez cada tres años votar, por qué tu voto vale; un poco retomar las ideas que están detrás de la ciudadanía y de la participación política, de la propia palabra política, para no deprimirnos con el día a día del horror.
–En México no sabemos mucho qué es la democracia
–Exacto, hemos pasado de la Edad Media al neoliberalismo sin pasar por la democracia. No tenemos claridad sobre qué es ir a votar o participar en tu colonia. Hay por un lado la parte medieval que piensa que la política no es un asunto suyo, que es veloz los que se dedican a eso, que es de los expertos o de los opinólogos y por el otro una parte neoliberal que cree de pronto que ir de voto es ir a comprarse unos zapatos. Si no te ajustan, no votas, que es parte de tu estilo de vida. El voto no es parte de tus aspiraciones personales, hay que pensar más en el país, en la comunidad a la que perteneces. Veo muchas confusiones sobre eso y también sobre el término política, la gente cree que es una cosa que se resuelve en la tenebra; no es una actividad virtuosa como sí la consideraron los romanos, sino que es una actividad despreciable, que tiene que ver con la corrupción. Hay que recordarles que la palabra política se refiere a la participación, a cómo se organiza mejor una ciudad y esto tiene que ver con todo. Salvo el futbol, la política es donde todo el mundo tiene derecho a opinar.
–Estaba mirando un documental sobre Olof Palme y pensé que poca gente recuerda hoy a ese gran demócrata sueco. La memoria también falla
–Nuestro Olof Palme continental fue José Mujica, el ex Presidente de Uruguay. No usaba bicicleta para irse a su oficina, pero si su pequeño Volkswagen (su “vocho”). Esta idea de que la soberanía popular no es una frase, sí que tenemos ese poder y lo entregamos a unos sabandijas, pero lo entregas y te marchas y cuando vuelves dentro de seis años tu casa está incendiada. El asunto hay que saber a quién se lo das y mantener una vigilancia para que lo puedas destituir si hace las cosas mal.
–Tú hablas siempre de la ley, citas a Claudio Magris…sin embargo estamos muy lejos de la ley y estamos muy lejos de pelear por la ley
–Exacto. En el país es que desde hace muchos años justicia y ley son cosas contrarias. Entonces cuando se ejerce la ley se comete una injusticia. Lo de Florence Cassez, lo de los 43 de Ayotzinapa y cuando no se ejerce la ley, los poderosos son los que ganan, sean narcotraficantes o los que les lavan el dinero. El reclamo de justicia todavía es un reclamo fuera de la ley. Las leyes ahí están, pero mientras no tengamos instituciones que persigan y jueces honestos, quedará todo ahí. Uno de los principales problemas del país es cómo elegimos al Presidente sino cómo elegimos a los jueces.
–¿Cómo ha sido escribir este libro?
–De las cosas que yo sé, porque no soy un opinólogo profesional y soy un escritor y se me ocurren los ejemplos que ves. Cuando hablamos de la legitimidad, se me ocurre Franz Kafka o Claudio Magris, cuando habla de la ley y la poesía. No fue difícil porque son todas lecturas a las que tengo muy presentes y al final todos citamos como Jorge Luis Borges, de memoria, no es tan así, pero es más o menos lo que querían decir.
–El neoliberalismo es tremendo, ¿qué propones como cambio?
–Yo creo que una de las utopías más venerables que es la inclusión de todos es la educación, es importante que haya más escuelas y universidades, pero también en las plazas públicas, tener contacto con el cine, el debate, la música, todo lo que se genera en esos espacios. Creo que eso nos quedaría como resistencia mínima a esta ideología del capitalismo de los compadres.
–Tú dices que el PRI tiene los colores de la bandera nacional, habría que cambiarlos, ¿no?
–Sí, se ha pedido varias veces. En los 80 el PAN pedía eso. La semejanza entre el patriotismo y el PRI fue básica para mantenerse durante tantos años en el poder. Votar por el PRI era votar por el país.