El rompecabezas del inolvidable 2 de octubre ha adquirido a través de las décadas piezas más sólidas, pero aún conserva muchos espacios vacíos. Pero siempre hay un nombre que aparece en las investigaciones periodísticas o los documentos sobre el evento: Luis Echeverría Álvarez, el cumpleañero.
–Con información de Linaloe R. Flores.
Ciudad de México, 17 de enero (SinEmbargo).– Luis Echeverría Álvarez, Presidente de México de 1970 a 1976, cumplió 98 años este viernes 17 de enero.
El priista vio la llegada y partida del poder de personajes como Gustavo Díaz Ordaz y Enrique Peña Nieto, y sigue por ahí, en su casa de la Ciudad de México.
Echeverría Álvarez nació en 1922 en la Ciudad de México, se licenció como Abogado, ingresó al Partido Revolucionario Institucional en 1946 -el año en que Miguel Alemán Valdez inició su Gobierno marcado por la política de industrialización-, y en 1964 fue nombrado Secretario de Gobernación en el Gabinete de Gustavo Díaz Ordaz quien fue investido como Jefe del Ejecutivo.
Con esa cartera a cargo, que implica la política interior del país, estuvo al tanto de la estrategia que el Gobierno tenía en 1968 respecto al movimiento estudiantil de ese año que desde las Preparatorias, el Instituto Politécnico Nacional y la Universidad Nacional Autónoma de México pedía liberación de estudiantes presos y rechazaba la represión del Estado. Faltaban unos días para la celebración de los Juegos Olímpicos en México y en las calles retumbaba el grito: “¡No queremos olimpiadas. Queremos Revolución!”
El 2 de octubre de ese año, en la plaza de las tres culturas de Tlatelolco, México vivió una de sus peores noches. Por lo menos 300 estudiantes fueron masacrados a tiros mientras realizaban un mitin pacífico. En 2018, están por cumplirse 50 años de esa matanza y aún no hay responsables, ni se sabe con certeza qué ocurrió. El rompecabezas del inolvidable 2 de octubre ha adquirido a través de las décadas piezas más sólidas, pero aún conserva muchos espacios vacíos. Pero siempre hay un nombre que aparece en las investigaciones periodísticas o los documentos sobre el evento: Luis Echeverría Álvarez.
Una vez transcurridas las Olimpiadas, en 1969, el entonces Presidente Gustavo Díaz Ordaz lo eligió como candidato del PRI para contender en las elecciones. El 1 de diciembre de 1970, Echeverría Álvarez fue investido con la banda presidencial. Su Gobierno tuvo la marca del nacionalismo que rompió con costumbres en el protocolo al servir en sus cenas oficiales sólo platillos mexicanos mientras que su esposa, Esther Zuno Arce, quien vestía trajes autóctonos, decoró la casa oficial de Los Pinos con artesanías mexicanas. Como Jefe del Ejecutivo manifestó simpatía por los movimientos de izquierda, excarceló a los líderes del movimiento estudiantil de 1968, recibió en el territorio mexicano a miles de exiliados que escapaban de las dictaduras de América del Sur, exigió la expulsión de España de la ONU por la ejecución de cinco jóvenes en 1975, ordenada por Francisco Franco en su lecho de muerte.
Pero dentro, la mano aún era de hierro. Los guerrilleros Genaro Vázquez y Lucio Cabañas fueron asesinados en Guerrero. Al tiempo, se emprendió la llamada Guerra Sucia, una estrategia adjudicada al Gobierno para aplastar movimientos subversivos. Durante el Gobierno de LEA por lo menos 500 personas desaparecieron, según cálculos de algunas ONG. El 10 de junio de 1971, la pesadilla volvió. Un comando paramilitar atacó otra manifestación en la avenida San Cosme de la Ciudad de México. Tampoco hay cifras oficiales del número de muertos, pero los investigadores las calculan en por lo menos treinta, entre ellos, un adolescente de 14 años.
El libro “10 de junio no se olvida”, editado por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) del investigador y exmiembro del Movimiento de Izquierda Revolucionaria Estudiantil (MIRE), Enrique Condés Lara, indica que Luis Echeverría, entonces Presidente de la República, estuvo informado desde un día antes de la incursión paramilitar y que el día de la acción, recibió partes cada 10 minutos.
Hace 14 años, la justicia mexicana lo citó para que aclarase de una vez por todas su responsabilidad en los hechos de 1968 y 1971. La Fiscalía Especial para Delitos del Pasado –creada ex professo para fincar las culpas de esa época – abrió una investigación que desembocó en la acusación de genocidio. Un tribunal le ordenó permanecer en arresto domiciliario en 2006.
Él, en el jardín de su casa, le dijo a los reporteros que vivía tranquilo y que en México jamás se habían cometido crímenes de lessa humanidad. Tres años después fue exonerado de todos los cargos. La Fiscalía, poco a poco, perdió sus objetivos y desapareció sin haber fincado ninguna responsabilidad ni a Luis Echeverría Álvarez ni a nadie más.