Los mensajes oficiales de Honduras y Estados Unidos, advirtiendo del peligro al que se exponen los que viajan de manera ilegal, lo mismo que el endurecimiento de las leyes migratorias estadounidenses, no han calado entre los más de dos mil hondureños que esta semana salieron en caravana desde una central de transporte interurbano en San Pedro Sula, norte del país centroamericano.
Por Germán Reyes
Agua Caliente (Honduras), 17 ene. (EFE).- La caravana de unos dos mil migrantes hondureños que esta semana abandonaron su país con la idea de llegar de manera ilegal a EU ha reafirmado que su decisión supera cualquier ley migratoria estadounidense por rigurosa que sea.
Durante las primeras horas de este viernes, un nutrido grupo de ciudadanos hondureños —aproximadamente unas 500 personas— arribaron a la frontera de Guatemala con México desde el puente Tecún Umán, esperando continuar su camino hacia la unión americana, por territorio mexicano.
Los mensajes oficiales de Honduras y Estados Unidos, advirtiendo del peligro al que se exponen los que viajan de manera ilegal, lo mismo que el endurecimiento de las leyes migratorias estadounidenses, no han calado entre los más de dos mil hondureños que esta semana salieron en caravana desde una central de transporte interurbano en San Pedro Sula, norte del país centroamericano.
Ninguna institución ni persona particular se atribuyó la invitación en redes sociales a salir en la caravana, que se suma a otras dos en enero y abril de 2019 y dos en octubre de 2018.
Las autoridades hondureñas atribuyen en parte a sectores políticos de oposición la «organización» de las caravanas, aunque al frente de las movilizaciones masivas no figure ningún líder, ni ninguna bandera de partidos políticos, pero sí seguidores y activistas del Partido Libertad y Refundación (Libre), cuyo coordinador general es el ex Presidente Manuel Zelaya, derrocado mediante un golpe de Estado el 28 de junio de 2009.
La consigna que más corean los migrantes es «Fuera JOH» (Juan Orlando Hernández, Presidente del país), quien el 27 de enero cumplirá dos años de su segundo mandato, luego de las elecciones de noviembre de 2017 en las que la oposición aduce que hubo «fraude».
CON SU BANDERA AL FRENTE
La única bandera que hacen flamear y portan los migrantes desde que salen en caravanas es la de Honduras, con la que muchos de ellos también se arropan porque «por ella nos conocen en el mundo», comentó a Efe un joven procedente de Villanueva, departamento de Cortés (norte), que se identificó como José Luis Ramírez, de 19 años.
En la caravana de esta semana, que se dividió en dos grupos, uno pequeño que ingresó a Guatemala de manera ilegal por el punto fronterizo de Corinto, norte, y otro, el más numeroso, por Agua Caliente, en el occidente hondureño, iban muchas mujeres y menores de edad, incluyendo niños entre uno y diez años.
Al igual que en las otras caravanas anteriores, la falta de fuentes de trabajo y la inseguridad, son las causas que más aducen los migrantes para abandonar su país.
Algunos reconocen que antes de viajar tenían un empleo, pero aseguran que devengaban un salario muy bajo, al grado de no ajustarles para mantener a su familia.
Hasta antes de la primera caravana de migrantes hondureños, la de 2018, a diario un promedio de 150 personas abandonaban el país con destino a EU, alegando no tener trabajo y por la inseguridad, y en menor grado por un reencuentro familiar y la buena paga salarial que hay en el país norteamericano.
LOS PELIGROS VIAJANDO EN CARAVANA
Viajar en caravanas representa muchos peligros para los migrantes hondureños desde que salen, a pie, de la central de autobuses interurbanos, de San Pedro Sula.
Luego de caminar unos pocos kilómetros, los migrantes buscan que alguien les lleve en cualquier tipo de vehículo, liviano o pesado, a los que se suben con una asombrosa rapidez, en algunos casos con los transportes en marcha, a baja velocidad.
Por su energía, los hombres, que en más del 90 por ciento son jóvenes, hasta se atropellan entre ellos mismos por subirse a camiones, rastras, contenedores o cualquier otro tipo de transporte, relegando en muchos casos a las mujeres, principalmente las que van con niños.
Hay casos en los que los migrantes forman literalmente pirámides o racimos humanos sobre un tanque cisterna o colgados a los lados de la cabina de un furgón.
Son muchos los migrantes que tardan hasta 18 horas para llegar desde San Pedro Sula a Agua Caliente, en un recorrido de unos 260 kilómetros que hacen en varios vehículos y muchos tramos a pie.
De la tragedia de los migrantes se lucran los traficantes de personas, conocidos como «coyotes», que se infiltran en las caravanas, lo mismo que los cambistas de dinero, quetzales guatemaltecos y dólar estadounidense, en las aduanas fronterizas, a un coste más alto que el cambio oficial vigente.
Entre los «coyotes» también hay algunos que les roban el dinero a los migrantes al ingresar a Guatemala, principalmente a hombres y mujeres que por primera vez abandonan el país.
El mayor peligro en las caravanas lo llevan las mujeres, principalmente las que van con niños que, al igual que ellas, cada vez son más las que participan en las masivas movilizaciones.
Los mayores peligros de los migrantes hondureños se dan al salir de su país, comenzando por Guatemala, con mayor incidencia en México, pero muchos de ellos aseguran que van sin miedo a los delincuentes y a las duras medidas contra los migrantes por parte de Estados Unidos y los acuerdos suscritos por Washington con México, Guatemala, El Salvador y Honduras.
SACRIFICIO QUE ES UN ALIVIO ECONÓMICO
Aunque cada año podrían estar emigrando un promedio de entre 50 mil y 70 mil hondureños, según analistas, de los que no todos logran llegar a Estados Unidos, los que viven en ese país, y otros que se quedan en México, o están en España e Italia, por ejemplo, representan la primera fuente económica de Honduras.
Los migrantes son pobres que, con o sin pasaporte, generan millones de dólares a su país, donde la pobreza afecta a más del 60 por ciento de sus 9.3 millones de habitantes.
En 2019, los migrantes deportados de varios países, en su mayoría de EU y México, superaron los 105 mil, pero los 1.5 millones de hondureños que residen en el exterior enviaron cinco mil 400 millones de dólares en remesas familiares, que representan el 20 por ciento del producto interno bruto (PIB) de Honduras.
Cada gobernante hondureño que llega al poder promete, entre otras cosas, muchos empleos y seguridad; irónicamente el desempleo y la inseguridad son de los flagelos que más han aumentado en el país y han disparado la inmigración irregular que rechaza Donald Trump.