Más de 500 burros quedaron abandonados en los primeros días de las plantaciones cafetaleras en Hawaii, luego empezaron a deambular buscando agua y alimento, causando un verdadero problema en la isla, por ello comenzaron a darlos en adopción y actualmente sólo quedan 50.
HONOLULU, Hawaii, EU (AP) — Los últimos 50 burros silvestres de la Gran Isla de Hawaii fueron acorralados en el último paso de una campaña de seis años para conseguirles hogares adoptivos. Los burros son los últimos de más de 500 que fueron abandonados en los primeros días de las plantaciones agrícolas y cafetaleras de Hawaii.
Cuando la sequía obligó a los burros a buscar agua en zonas residenciales, se volvieron un problema, pues los animales comenzaron a cruzar carreteras, penetrar en campos de golf y beber de piscinas, explicó Inga Gibson, directora para Hawaii de la Sociedad Protectora de Animales de Estados Unidos.
La Sociedad y los residentes de la isla más grande del archipiélago continuaban el viernes los preparativos para dar los burros en adopción. Todos los animales serán verificados por un veterinario antes de que sean transportados a sus nuevos hogares.
«Una de las primeras quejas que recibimos fue de burros entrando en el patio de una escuela», recordó Gibson. Añadió que algunos residentes de la Gran Isla estaban tan hartos con los burros que amenazaron con matarlos. Otros querían utilizar su carne.
La manada estuvo completamente sin control durante casi 40 años debido a que no se le consideró en peligro de extinción o animales de caza, afirmó Gibson. Se cree que los primeros burros fueron trasladados a Waikaloa desde Kona en la década de 1970, cuando creció el desarrollo urbano en la zona, agregó.
La Sociedad Protectora de Animales intervino hace seis años después de recibir llamadas de residentes preocupados. Desde entonces, han gastado cerca de 200 mil dólares para darles hogar a más de 450 burros, entre ellos 120 que fueron trasladados a California en 2011 y que encontraron alojamiento a través de la Fundación para el Santuario Eagle-Eye y la organización Peaceful Valley Donkey Rescue, añadió Gibson.
«Fue algo desalentador al principio. Nos preguntábamos ‘¿Qué vamos a hacer con 500 burros silvestres?»’, recordó Gibson. «Fue realmente un esfuerzo increíble de la comunidad y no recibimos ningún tipo de apoyo ni financiación del gobierno».