Luxemburgo será el mejor país para los animales, de aprobarse nueva ley

20/05/2016 - 6:52 pm

Una propuesta de ley de Ministro de Agricultura de Luxemburgo, Fernard Etgen, estipula 220 mil euros de multa y penas de hasta 3 años de prisión para quienes lleven a cabo actos de crueldad animal.

La Nueva Normativa En Luxemburgo Es Hasta El Momento Lo Más Progresista En Materia De Protección Animal Señalan Defensores Foto Pavel Wolberg
La Nueva Normativa En Luxemburgo Es Hasta El Momento Lo Más Progresista En Materia De Protección Animal Señalan Defensores Foto Pavel Wolberg Para Epa

Ciudad de México, 20 de mayo (SinEmbargo/VICE News).- Los líderes de Luxemburgo han propuesto una nueva ley de defensa de los animales que, según sus defensores, podría convertirse en la más progresista del planeta.

«Va mucho más allá que cualquier legislación de la que tenga constancia», asegura Kitty Block, vicepresidenta de la Human Society International. «Es realmente impresionante y aborda una nueva dimensión, proverbialmente ninguneada por las leyes contra la crueldad animal».

La propuesta de ley ha sido invocada por el Ministro de Agricultura del pequeño principado, Fernard Etgen, y ha sido escrita con ayuda de los activistas que batallan por la defensa de los animales. La ley asume que los animales son «seres vivientes no humanos con sentimientos, provistos de un sistema nervioso especialmente capaz de experimentar el dolor, además de otras emociones», como «el sufrimiento o la angustia», tal y como concluye una declaración del propio ministerio.

La legislación no sería aplicable a la mayoría de animales de granja, una provisión que contemplan la mayoría de leyes sobre los derechos de los animales. Lo que sí estipula la ley es que prohíbe el sacrificio de animales cuando este solo tiene como objeto comerciar con su piel , sus plumas o su lana — una provisión ciertamente extraordinaria, comenta Block —, limitar las ventas de perros de gatos a criadores reputados, prohibir que la gente regale animales o que los entregue como premio, y prohibir la extendida práctica de la industria de las aves de corral que se dedica a exterminar a los machos porque no ponen huevos.

«Se trata de un acto castigable porque la dignidad del animal debe de prevalecer sobre el provecho industrial que se le pueda sacar a su existencia», declaró el ministro en alusión a la provisión sobre las aves de corral.

Las violaciones de la ley serán castigadas con penas de hasta 220 mil euros y con penas de prisión que irán de los 8 días hasta los 3 años, según la gravedad del delito, de la crueldad que se haya observado y de la salud de los animales afectados.

La sentencia de tres años de prisión no es muy distinta a la que se aplica en la legislación estadounidense, asegura Jared Goodman, director de derecho animal en la fundación PETA. Cada estado de Estados Unidos tiene su propia ley sobre la crueldad contras los animales, en la que se contemplan penas de un mínimo de un año para sus infractores, comenta.

Pero la multa es mayor que ninguna multa que haya visto antes y no me cabe duda de que tendrá un efecto disuasorio. «Se trata de una ley muy prometedora», asegura Goodman a VICE News.

El ministro Etgen asegura que la legislación sobre el bienestar animal requería una «profunda revisión», que esté en consonancia con los avances que la ciencia ha hecho con los animales, y con cómo los animales son percibidos por la sociedad. «La misma definición de lo que es un animal y de sus necesidades ha sido ampliamente mejorada», detalla la declaración emitida por el ministerio.

Block advierte que la gente está cada vez más receptiva a leyes como la planteada en Luxemburgo, en parte porque se trata del siguiente paso, del más lógico, en la lucha por tratar a los seres vivos de este planeta de manera más humana. Block relaciona los derechos de los animales a las mismas luchas por las que se movilizan los miembros del colectivo LGBT, mientras otros se movilizan por todo el mundo para exigir la igualdad de derechos.

«Yo no veo el movimiento de defensa de los animales como un movimiento distinto al resto. Es parte de una evolución», afirma Block. «Lo que sí es cierto es que existe una indudable evolución en la manera en que se piensa a los animales y sobre el papel que debe de asumir una sociedad para protegerlos. Además existe una consciencia más extendida que nos dicta que debemos de ser respetuosos con nuestros animales y con el medioambiente».

Si es refrendada, la ley luxemburguesa elevará al pequeño principado al olimpo de los países más protectores de los animales, que hasta ahora lo formaban Gran Bretaña y Alemania, explica Block. En el otro lado de la balanza estarían China y la mayoría de los países africanos, que no disponen de leyes que protejan a los animales en absoluto.

«La transparencia, una buena administración, leyes fuertes que favorezcan la igualdad — cuando eres un país que ignora esas cosas, entonces no te queda duda de que no dispones de una ley que proteja el maltrato a los animales».

Estados Unidos, por ejemplo, no tiene una sola ley que se refiera al bienestar de los animales de manera genérica, a pesar de que el Congreso ha aprobado leyes que prohíben las peleas de perros, que regulan las matanzas, protegen a las especies en peligro de extinción y que disponen una serie de normas a seguir laboratorios e instalaciones similares.

«Yo no las describiría como legislaciones sobre los derechos de los animales porque ninguno de ellos reconoce los derechos de los animales», sentencia Goodman.

Pese a todo, la ley propuesta en Luxemburgo garantizará los derechos de los animales. «Los animales ya no están considerados como una cosa, sino como un ser viviente con sensibilidad que merece determinados derechos», expresa una grabación de un encuentro del gabinete de Luxemburgo, su consejo de ministros, que aprobó la propuesta de ley a principios de este mes.

La ley tiene que viajar ahora hasta el parlamento de Luxemburgo, en la que el partido de Etgen, el Partido Democrático es parte de la coalición gobernante.

Conceder derechos a los animales es ir demasiado lejos, asegura Alan Herscovici, vicepresidente ejecutivo del Consejo de la Piel del Canadá, una grupo industrial. A Herscovici le parece irónico que gente como la que apoya las leyes de Luxemburgo equipare los derechos de los animales a los derechos medioambientales.

«En el norte de América el comercio de la piel es modélico en su uso de fuentes naturales renovables y sostenibles», comenta el empresario a VICE News. «Y tal es una de las cuestiones fundamentales del pensamiento conservacionista».

El empresario también cuestiona la provisión de la ley sobre la matanza de animales solo por su piel, y ha advertido que la mayoría de los productores de piel no solo sirven sus pieles, sino que también vende aceites resistentes al agua, estiércol para los desechos orgánicos y otros productos. «El animal se emplea entero de una manera o de otra. Existe un ciclo agrícola entero», destaca. «Es algo que cumple con una función y que genera mucho trabajo. Una vez lo empieces a ver de esta manera, descubrirás que no es un producto tan frívolo».

Según piensa, Luxemburgo quiere perseguir a los productores de pieles porque allí no hay demasiados que se dediquen a eso — y ha añadido que ellos son un blanco fácil, incluso en los grandes países.

«Es una industria artesanal», remarca Herscovici. «No estamos hablando de la industria del ganado. No se trata de un industria que se pueda defender. Es pequeña. En un mundo tan hiperindustrializado como el que nos ha tocado vivir, nosotros somos unos de los últimos artesanos. Nuestras chaquetas de cuero se hacen a mano, exactamente de la misma manera en que las producía mi abuelo. Y eso debe de ser respetado».

La letra pequeña de la ley podría ser un inconveniente, aseguran los activistas. Otro es ver hasta qué punto la ley será adoptada o no. India, por ejemplo, dispone de avanzadas protecciones a los animales que reflejan las tradiciones religiosas del país. Sin embargo, Block considera que el gobierno indio nunca ha reforzado esas leyes.

La policía de todo el mundo tiene dificultades para entender la existencia de leyes que ilegalizan los comportamientos que angustian al animal, añade Goodman. Comoquiera que los animales no pueden hablar, los policías declinan, a menudo, arrestar a alguien a no ser que vean las heridas, el esqueleto o cualquier otra prueba más tangible de la crueldad infligida.

«Las fuerzas de seguridad no están acostumbradas a detener a nadie por el sufrimiento mental de nadie», concluye Goodman.

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