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Especie de monos y humanos compartimos secuencias vocales similares: estudio

26/04/2016 - 10:30 pm

Un nuevo estudio sobre los geladas, especie de monos que vive en las regiones montañosas de Etiopía, ha revelado que sus largas secuencias vocales siguen un patrón humano: cuanto más larga es la secuencia, más cortos son los sonidos que la forman.

En La Imagen Un Grupo De Monos De La Especia Gelada Foto Shutterstock
En La Imagen Un Grupo De Monos De La Especia Gelada Foto Shutterstock

Por Alberto Iglesias Fraga

Ciudad de México, 26 de abril (SinEmbargo/TICbeat).- El investigador español Ramon Ferrer, de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC), ha descubierto, junto a colegas de la Universidad de Michigan y de la Universidad de Roehampton, que el sistema de comunicación de los humanos y de nuestros parientes primates son extraordinariamente similares.

En concreto, un nuevo estudio de los geladas –una especie de monos que vive en las regiones montañosas de Etiopía– ha revelado que sus largas y complejas secuencias vocales siguen un patrón que se observa en muchas lenguas: cuanto más larga es la secuencia en conjunto, más cortos son los sonidos que la forman.

En el lenguaje humano, la ley de Menzerath afirma que ‘cuanto más grande es el todo, menores son sus partes’. Así, por ejemplo, las palabras más largas tienden a estar formadas por silabas más cortas y los sintagmas más largos tienden a estar compuestos de palabras más cortas. La ley recibe el nombre de Paul Menzerath, un lingüista eslovaco cuyas ideas han sido la semilla para décadas de investigación en lingüística cuantitativa.

La ley se cumple en un amplio espectro de lenguas, pero nunca se había comprobado su existencia en ninguna otra especie. Algo que se ha hecho ahora, al verificarse la ley en los geladas, una especie donde los machos producen secuencias largas de varias llamadas —hasta 25 llamadas en total— formadas por seis tipos diferentes de llamadas. Para ello, los científicos analizaron mil 065 de dichas secuencias vocales (compuestas de 4747 llamadas individuales) que fueron grabadas a partir de 57 machos que vivían en el área Sankaber del Parque Nacional de las Montañas Simien, en Etiopía.

En La Imagen Un Mono Gelada Macho Foto Shutterstock
En La Imagen Un Mono Gelada Macho Foto Shutterstock

Las llamadas no variaron en longitud según su posición en la secuencia vocal. Lo sorprendente es que la longitud de las primeras llamadas de la secuencia estaba estrechamente relacionada con como de larga era la secuencia. En otras palabras, las secuencias empezaron con llamadas de la longitud “adecuada” para la secuencia: las secuencias cortas empezaron con llamadas largas, y las secuencias largas empezaron con llamadas cortas.

¿Y QUÉ SIGNIFICA TODO ÉSTO?

Foto Shutterstock
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Los hallazgos de este trabajo, publicados en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), no solo revelan un patrón básico de la estructura secuencial compartida por la comunicación humana y no humana, sino que también podrían tener implicaciones profundas sobre nuestra comprensión de los sistemas biológicos en un sentido más amplio.

En ese sentido, además de su análisis de las secuencias de los geladas, los autores del estudio también apoyan matemáticamente la idea de que la ley de Menzerath refleja ‘compresión’, un principio del campo de la teoría de la información relacionado con la minimización de la longitud esperada de un código. La compresión proporciona una manera de mejorar la eficiencia de un sistema de codificación, y se aplica (para ahorrar espacio o memoria) en muchos sistemas creados por el ser humano tales como imágenes o videos digitales y en almacenamiento de datos en general.

La compresión también aparece de forma espontánea en la comunicación humana bajo restricciones de espacio (siendo Twitter un claro ejemplo). Los investigadores señalan que, al margen de sus propios hallazgos, patrones consistentes con la ley de Menzerath se han encontrado en un abanico de niveles biológicos: en genes, genomas y proteínas. Por consiguiente, los autores proponen que la compresión podría sustentar los sistemas de información biológica en un sentido muy amplio, desde moléculas a comportamiento animal hasta llegar al lenguaje humano.

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Redacción/SinEmbargo
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