En la capital del país los hombres se infectan del Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) por tener comportamiento sexual riesgoso. Las mujeres, en cambio, son víctimas de la vulnerabilidad que les da la pobreza y falta de educación, la mayoría de ellas se contagió de una pareja estable.
Ciudad de México, 9 de abril (SinEmbargo).- En México la prevalencia del VIH es considerada baja y se calcula que hay 220 mil personas infectadas, en donde los hombres que tienen sexo con personas del mismo género encabezan las estadísticas, seguidos por los usuarios de drogas intravenosas, sexoservidores, transgéneros y presos. No obstante, los números muestran que cada vez son más los contagios heterosexuales y en mujeres de escasos recursos.
Sergio Bautista Arredondo, investigador del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), ha analizado por varios años el comportamiento de esta epidemia en el país, y en uno de sus estudios más recientes, publicado en el International Journal for Equity in Health, encontró que hay claras diferencias entre las características sociodemográficas de hombres y mujeres con VIH que viven en la Ciudad de México.
Para ello, se realizaron entrevistas a mil 490 pacientes de clínicas especializadas en esta enfermedad con una edad promedio de 35 años, a quienes se les pidió información sobre sus ingresos, nivel de estudios, etnicidad, comportamientos de riesgo y prácticas sexuales, conocimientos del VIH, uso de alcohol y drogas.
“Las mujeres en el estudio resultaron tener características socioeconómicas que las hacían más vulnerables, como bajos niveles de ingresos y de estudio”, dijo Bautista Arredondo a la agencia del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).
Los datos recolectados indican que la mayoría de las mujeres infectadas con VIH tiene educación básica y bajos ingresos, con hijos, infectadas en su mayoría por una pareja estable. Por el contrario, los hombres en el estudio eran mayormente solteros, con mayores grados de educación y ganaban el doble que el grupo femenino.
El también maestro en economía detalló que 72.3 por ciento de los hombres con VIH eran solteros y en caso de las mujeres, sólo el 32.9 por ciento. Además, 82 por ciento de las féminas entrevistadas tenía uno o más hijos, mientras que sólo 12 por ciento de los hombres reportó tener descendencia.
Un dato a destacar es que el 69.9 por ciento de las mujeres fue infectada por una pareja estable, contra el 44 por ciento de los varones en esta situación.
Los grados académicos mostraron también sólo el 15.6 por ciento de las consultadas contaba con estudios de licenciatura o posteriores, contra el 47.6 por ciento en el caso de los hombres.
“Las mujeres viven en un contexto de alta vulnerabilidad social y económica; mientras que los hombres se caracterizan por un comportamiento sexual de riesgo […] Nuestros resultados sugieren que otros componentes estructurales tienen que considerarse, así como la prevención del VIH es otra razón para mejorar el acceso de las mujeres a la educación y derechos reproductivos, en salud sexual y reproductiva e incrementar las oportunidades económicas y mejorar las condiciones de vida”, se lee en la conclusión del estudio titulado A tale of two epidemics: gender differences in socio-demographic characteristics and sexual behaviors among HIV positive individuals in Mexico City.
“Como los dos sexos enfrentan desventajas socioeconómicas y estigma, los problemas de género deben de abordarse con esfuerzos de prevención y tratamiento, enfocándose en la igualdad en el hogar y el trabajo. Las estrategias futuras para incrementar la concientización, diagnósticos y tratamientos deben tomar esto en cuenta con el fin de maximizar su impacto, su monitoreo y evaluación deben de hacerse con atención a las diferencias específicas de género”, concluyó.
Así, el investigador menciona que la falta de autonomía y empoderamiento social y económico hace a las mujeres propensas a sufrir abusos sexuales. La violencia en el acto sexual es un factor que aumenta las probabilidades de transmisión del VIH.
«Además, para estas mujeres es más difícil cuidarse de sus propias parejas y exigirles tanto exclusividad como el uso de preservativos. Muchas veces sus parejas son migrantes, o simplemente al no contar con capital humano o económico la mujer no se siente en posición de exigir», planteó.
PROGRAMAS DE SALUD PARA LA PREVENCIÓN
Tras varios intentos, México logró en 2011 que el Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) financiara un programa para la prevención del VIH, dirigido especialmente a la población donde se encuentra concentrada la epidemia: hombres que tienen sexo con hombres, mujeres transgénero y usuarios de drogas inyectables.
Con el fin de evaluar su efectividad e impacto social, el maestro Bautista Arredondo realizó una encuesta previa a la implementación en donde notaron que dos tercios de las personas contagiadas no estaban conscientes de ello.
Con el programa hubo entrega masiva de kits de prevención, que incluían condones, lubricantes e información, y la aplicación de pruebas gratuitas de detección. Además de grupos de trabajo educativos para sensibilizar a empleados de la salud e informar a los grupos vulnerables.
Los resultados, con esta estrategia, indicaron que por cada año de exposición al programa los individuos tenían 3.4 por ciento más probabilidad de haberse realizado una prueba de detección de VIH, dos por ciento más de conocer su estado de VIH, mayor probabilidad en 4.7 por ciento de estar en tratamiento si eran VIH positivos y un decremento en 0.7 por ciento en su percepción de ser discriminados por trabajadores de la salud, de acuerdo con el Conacyt.