Una visión femenina de las contiendas bélicas a lo largo de la historia, escrita por la Premio Nobel bielorrusa, estremece al hacernos caer en la cuenta de que los conflictos militares no han sido, como ha pretendido la literatura oficial, sólo un asunto de hombres.
Ciudad de México, 30 de enero (SinEmbargo).- “No escribo sobre la guerra, sino sobre el ser humano en la guerra. No escribo la historia de la guerra, sino la historia de los sentimientos. Soy historiadora del alma. Por un lado, estudio a la persona concreta que ha vivido una época concreta y ha participado en unos acontecimientos concretos; por otro lado, quiero discernir en esa persona al ser humano eterno. La vibración de la eternidad. Lo que hay en él de inmutable”.
Las palabras de la Premio Nobel bielorrusa Svetlana Alexiévich, nacida en Ivano-Frankivsk en 1948 precisan hasta qué punto se ha comprometido para contar la historia de casi un millón de mujeres combatientes en la filas del Ejército Rojo durante la Segunda Guerra Mundial.
Un ejército victorioso que ha narrado su periplo con voz masculina entre cuyas sombras emerge el silencio de las instructoras sanitarias, francotiradoras, enfermeras, mujeres que aprendieron a ver la guerra de un modo muy distinto a los hombres y que, quizás por lo mismo, callaron durante mucho tiempo sus experiencias.
Ya está en las librerías, gracias a los buenos oficios de editorial Debate La guerra no tiene rostro de mujer, un recuento de recuerdos distintos, porque el género femenino no puede recordar igual. Tanto así que hay hombres que dicen que las mujeres inventan.
“Sin embargo, lo he comprobado: eso no se puede inventar. ¿Copiado de algún libro? Sólo se puede copiar de la vida, solo la vida real tiene fantasía”, afirma Alexiévich.
LA GUERRA INESPERADA
Si para los varones en muchas partes del mundo, la guerra comienza a cobrar forma en la punta de un fusil de plástico, en los juegos infantiles donde se “mata” al enemigo y se “apresa” al más débil, la guerra en la historia de las mujeres es algo inesperado, casi nunca bienvenido ni impulsado.
“Ellas no contaban que tendrían que hacer ese trabajo”, dice la autora.
Efectivamente, como algo que el azar y el instinto combativo que asuela periódicamente la historia humana, el pensamiento alrededor de la guerra por parte de las mujeres es más sensible, más humano y, por eso, “la guerra femenina es más terrible que la masculina”.
“En el centro siempre está la insufrible idea de la muerte, nadie quiere morir. Y aún más insoportable es tener que matar, porque la mujer da la vida. La regala. La lleva dentro durante un largo tiempo la cuida. He comprendido que para una mujer matar es mucho más difícil”, reflexiona Svetlana.
La guerra no tiene rostro de mujer reúne los recuerdos de cientos de ellas, mujeres que fueron francotiradoras, condujeron tanques o trabajaron en hospitales de campaña.
¿Qué les ocurrió? ¿Cómo las transformó la experiencia bélica? ¿De qué tenían miedo? ¿Cómo era aprender a matar? Ellas hablan de la suciedad y del frío, del hambre y de la violencia sexual, de la angustia y de la sombra omnipresente de la muerte.
Alexiévich deja que sus voces resuenen en este libro estremecedor, que pudo reescribir en 2002 para introducir los fragmentos tachados por la censura y material que no se había atrevido a usar en la primera versión, explica la editorial Debate en la contraportada.
Un ejemplo:
“¿Qué sabíamos nosotros sobre el amor? Si alguno había tenido alguno, había sido elamor de colegio y el amor de colegio no deja de ser un amor infantil…Recuerdo que una vez los alemanes nos cercaron…Cavábamos la tierra con las manos, no teníamos nada. Ni siquiera palas. Nada. El cerco se iba estrechando, se acercaban, cada vez más y más. Lo decidimos: Esta noche o rompemos el cerco o moriremos. A mí me parecía que seguramente acabaríamos todos muertos. No sé si vale la pena que lo cuente…No sé”.
Quién es Svetlana Alexiévich: Tiene 67 años. Su padre era bielorruso y su madre, ucraniana. La familia se mudó a Bielorrusia debido al trabajo de su padre como militar. Allí, ella se apuntó para estudiar periodismo en la Universidad de Minsk, donde cursó desde 1967 hasta 1972.
Después de graduarse, trabajó durante varios años como periodista antes de publicar su primer libro en 1985: War's Unwomanly Face, el que ahora reaparece en español, editado sin censura.
Basado en las entrevistas a cientos de mujeres que participaron en la Segunda Guerra Mundial, se trató de un trabajo que establecería su estilo como escritora y reportera, construyendo narraciones de los testigos de los eventos trágicos de la historia.
“Elegí un género donde las voces humanas hablan por sí mismas”, ha dicho de su oficio, el periodismo.
Alexievich había ganado los premios PEN de Suecia y el prestigioso Ryszard Kapuściński de Polonia donde destacaron su "dignidad y coraje como escritora".
Es la primera periodista de la historia en ganar el Premio Nobel.