Una parte que no se ha contado de la historia de “El Chapo” después de su tercera detención es la de las autoridades que lo protegían o la de los asesinatos perpetrados a lo largo del país como parte de la guerra contra las drogas.
Ciudad de México, 27 de enero (SinEmbargo).– México es un país en el que “no es difícil entender cómo personajes como ‘El Chapo’ atraen a gente a la que la legalidad sólo le ofrece un dedo medio levantado y eso es más de la mitad de los mexicanos”, por ello la fascinación por figuras como la del jefe del Cártel de Sinaloa, Joaquín Guzmán Loera, no es de extrañar, ya que su historia no sólo es atractiva sino que añade elementos adicionales que lo convierten, no pocas veces, en algo aspiracional.
Con este análisis, Rafael Acosta, experto en narcocultura e investigador de la Universidad de Kansas, en Estados Unidos, advirtió que “El Chapo” forjó una leyenda, por eso las autoridades mexicanas deberían ser cuidadosas en la forma en la que se presenta al ahora detenido para no caer en una serie de “montajes” que han caracterizado a las autoridades mexicanas desde el sexenio del panista Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012).
El día de su detención, el 8 de enero pasado, a Guzmán Loera se le mostró, en un primera foto, con una camiseta sucia, además de que se filtró información sobre una operación que se practicó para corregir un problema de disfunción eréctil, así como otros detalles que revelan su fascinación por la actriz Kate del Castillo.
“Mucho más importante que la historia de Del Castillo y ‘El Chapo’ debería ser la historia del ‘Chapo’ y las autoridades que lo protegían o de los asesinatos cometidos por todas las partes en la guerra de las drogas que vivimos. Aunque representan un golpe de propaganda e imagen, me parece que esto sólo desvía la atención de los eventos más importantes relacionados con el narcotráfico”, dijo a SinEmbargo.
La narcocultura es un fenómeno que puede tener muchas explicaciones. Su arraigo entre la población se ha hecho cada vez más profundo desde que las grandes cadenas de televisión latinas empezaron a producir narcoseries o narconovelas con protagonistas atractivos que convierten al jefe del cártel en una figura no sólo atractiva, sino aspiracional.
Rafael Acosta prepara actualmente un libro en el que explora a los “señores de la droga”, los vaqueros, los bandidos, y la ilegalidad en la frontera entre México y Estados Unidos, en el que reflexiona sobre las narrativas cinematográficas y musicales de personajes que van desde Clint Eastwood hasta Rolando Hinojosa – un escritor mexicano-estadounidense, perteneciente a la llamada literatura chicana.
«EL PRIMER MINISTRO»
–¿Desde que escuchamos hablar por primera vez de «El Chapo» Guzmán, cómo se fue construyendo esa historia de el narcotraficante más buscado del mundo?
–Es una historia muy larga y difícil de verificar. Un hombre sale de Badiraguato [Sinaloa], analfabeta y se transforma en uno de los hombres más ricos del mundo de acuerdo a la revista Forbes. A través de la violencia se apropia de un comercio extremadamente redituable y a través de alianzas lo controla durante una buena parte de su vida. Cuando este comercio excede cierto nivel de ganancias, el Gobierno mexicano declara una guerra para ponerlo bajo control. El hombre es apresado varias veces y se escapa. La historia es bastante atrayente y produce otras vertientes, como por ejemplo, el nombre que se asignaba al Cártel de Sinaloa de «La Federación» o los corridos que denominaban al «Chapo» como ‘El Primer Ministro’. No es difícil entender como un personaje así atrae a gente a quien la legalidad sólo le ofrece un dedo medio levantado y eso es más de la mitad de los mexicanos.
–¿Podemos hablar de que ha sido el narcotraficante más grande del mundo?, ¿alguien que marcó un antes y un después en el tráfico de drogas?
–Es difícil entender mucho sobre qué fue este antes y después. Probablemente sí se pueda hablar de que ha sido el narcotraficante más grande del mundo, cuando menos en el imaginario, porque es difícil verificar todo lo que se dice: No hay cuentas de banco, no hay archivos institucionales, no hay una historia organizacional y administrativa del cártel de Sinaloa. Probablemente con el tiempo aparecerán más datos o mejor información, porque lo más que conocemos proviene de instituciones que tienen intereses mezclados con el manejo del narcotráfico, como la DEA [la Agencia Antidrogas estadounidenses] o la SEIDO [Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada], a quienes es poco confiable calificar como imparciales. De acuerdo a lo que se puede averiguar, sin pronunciarme sobre la confiabilidad de la información, «El Chapo» manejó un imperio que se extendía por los cinco continentes, controlando la mayor parte del comercio de cocaína en el planeta, un comercio con el que se puede cultivar un material más caro que el oro. Cuando menos se puede aseverar que «El Chapo» ha forjado una leyenda.
–¿Qué imagen queda del capo después de que las autoridades mexicanas lo exhibieron detenido, con una camiseta sucia?, ¿no fue un exceso?
–Las autoridades mexicanas tienen un historial de hacer montajes con las aprensiones, como fue el caso de Felipe «El Cepillo» Rodríguez –integrante de Guerreros Unidos, acusado de ser uno de los autores de la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa–, a quien mostraron simulando estar esposado pero que en realidad solo sostenía una botella de agua. También es famosa la imagen de Beltrán Leyva [Arturo], a quien fotografiaron cubierto de billetes y sangre después de matarlo. No considero, una opinión que imagino compartirán la mayor parte de los mexicanos, que la presentación que hacen las autoridades a los medios sea una imagen confiable de los sucesos.
–¿Qué le parece el manejo que las autoridades le han dado a la detención de ‘El Chapo’, principalmente a las filtraciones como sus mensajes con la actriz Kate del Castillo y el hecho de que un pedido de tacos a domicilio haya sido la última pista para dar con él?
–Me parece, como se está transformando en costumbre que las noticias se enfocan en los aspectos menos relevantes de los acontecimientos políticos. Mucho más importante que la historia de Del Castillo y «El Chapo», debería de ser la historia del «Chapo» y las autoridades que lo protegían o de los asesinatos cometidos por todas las partes en la guerra de las drogas que vivimos. Aunque representan un golpe de propaganda e imagen, me parece que esto sólo desvía la atención de los eventos más importantes relacionados con el narcotráfico.
–¿Cómo interpretar una fotografía en la que «El Chapo» aparece en Almoloya acechado por un perro de vigilancia?
–Tal vez parecería una forma de sugerir que tendrá mayor vigilancia. Considerando que se trata de un preso que se ha fugado dos veces de penales de alta seguridad, yo esperaría más seguridad aún que un perro.
–¿Considera que hay un exceso del Estado mexicano en el manejo de la información?
–Me parece que si acaso hay un déficit de información en el Estado mexicano. Habiendo dicho eso, no parece que el régimen sea sujeto a ser afectado por la información que se maneja. Es como si desde antes esperáramos siempre lo peor del Gobierno y no hubiera forma de que nos decepcionen.
–¿Esta constante exhibición de «El Chapo» podría despertar alguna reacción del Cártel de Sinaloa?
-Como dijo «El Chapo» en su entrevista –publicada por la revista Rolling Stone: cuando estuvo preso no hubo disminución en el narcotráfico. No sé de qué manera estará preparando su próxima fuga o intento de fuga, ni tengo información sobre lo que hará el Cártel. Cuando un cártel ha reaccionado fuertemente contra alguna autoridad estatal siempre ha habido represalias fuertes, como ejemplifica la muerte del hijo de Humberto Moreira [el ex Gobernador de Coahuila, ahora sujeto a proceso judicial en España] y la subsecuente muerte de Heriberto Lazcano Lazcano [líder de Los Zetas]. Hay precedentes para el caso. La última vez que detuvieron al «Chapo» no hubo reacciones significativas. Aunque de cualquier manera, no sabría, la verdad, qué esperar.