En África, la caza furtiva de elefantes ha descendido poco a poco desde el punto álgido que alcanzó en 2011, aun así, cerca de 30 mil paquidermos son asesinados cada año en el continente por los traficantes de marfil.
Ginebra, 18 ene (EFE).- Mozambique y Tanzania han perdido la mitad de su población de elefantes en los últimos seis años a causa del tráfico ilegal de marfil, por lo que desde Naciones Unidas se les ha pedido que tomen medidas rotundas contra esa caza furtiva.
Según explicó hoy a Efe el portavoz y analista de comercio del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), Colman O’Criodain, estos dos países africanos están bajo el punto de mira de Naciones Unidas por no haber progresado en su legislación nacional en los últimos dos años.
El Comité permanente de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Salvajes de Fauna y Flora (CITES) se reunió recientemente en Ginebra para determinar los progresos en la legislación de los países implicados con la caza y comercio de marfil.
Mozambique es uno de los países con mayor caza de elefantes y rinocerontes, y a pesar de haber modificado sus leyes sobre los animales salvajes, «por la caza de alguno de estos ejemplares las penas son tan sólo de una pequeña multa», señaló O’Criodain.
En Tanzania, la situación es algo diferente, puesto que aunque el país sí que ha modificado su legislación, la isla de Zanzíbar -con leyes independientes pese a pertenecer al país- funciona como «agujero legal» en el comercio de objetos y animales salvajes.
«La situación en Zanzíbar no ha progresado desde el último comité en junio. Tanzania debería controlar todo aquello que pasa por la isla, además de mejorar la presencia en el terreno», explicó O’Criodain.
En África, la caza furtiva de elefantes ha descendido poco a poco desde el punto álgido que alcanzó en 2011, aun así, cerca de 30 mil paquidermos son asesinados cada año en el continente por los traficantes de marfil.
Los expertos creen que este descenso esta directamente relacionado con la disminución de la población de elefantes en algunas partes de África, como es el caso de Tanzania y Mozambique, donde al menos 500 elefantes han sido abatidos en los últimos tres años.
Por otro lado, según datos de WWF, en Namibia en 2015 se cazaron de forma ilegal 80 rinocerontes, mientras que en Sudáfrica, también en 2015, se mataron mil ejemplares de rinocerontes por tercer año consecutivo.
El comercio ilegal se extiende hasta Asia, donde tanto los colmillos de elefantes como los cuernos de rinocerontes se utilizan en la medicina tradicional o como elementos de lujo.
Vietnam y Tailandia son dos de los países donde el marfil se cotiza al alza y cuentan con los mercados más importantes del sudeste asiático.
Ambos países han llevado a cabo progresos en los últimos años, aún así, desde CITES se les exigió una mayor implicación para revertir esta situación y evitar sanciones.
Parte de la problemática reside en que las autoridades «todavía tienen dificultades para diferenciar entre el marfil de ámbito doméstico y el de origen ilegal», explicó O’Criodain.
Además, el control del tráfico ilegal a pie de calle en estos países es difícil puesto que en muchas ocasiones los vendedores alegan que la mercancía es falsa, como ocurre específicamente en el caso de los cuernos de rinoceronte.
«Las leyes de estos países también deberían penalizar el tráfico ilegal de cuernos falsos, como ocurre en la Unión Europea (UE)», consideró O’Criodain.
Durante su encuentro, el CITES también propuso sanciones en el comercio para Angola, Laos y Nigeria, por la falta de colaboración e información sobre la implementación de medidas contra el tráfico ilegal de marfil.