La actriz dice que se siente orgullosa de ser parte del cambio que está percibiendo en la sociedad a favor de la equidad entre los hombres y las mujeres.
Por Alicia Civita
Miami, 16 sep (EFE).- Comprometida con la lucha a favor del feminismo y con proyectos que impulsen la conversación sobre la fortaleza interna de la mujer, la artista mexicana Camila Sodi considera que «sobre la mesa hay una verdadera posibilidad de dar grandes pasos para acabar con el machismo».
Uno de esos proyectos es la segunda temporada de la serie Falsa Identidad, que se estrena en Estados Unidos el 21 de septiembre por la cadena Telemundo.
«Tanto en mi personaje, Isabel, como la convivencia con otras mujeres en el foro de grabación, fue una gran experiencia en ese sentido», dijo Sodi en una entrevista con Efe.
«Creo que ya se acabó la era de la competencia entre las mujeres, la era de las mean girls (chicas malvadas). Cada vez hay menos mujeres saboteando unas a las otras y cada vez hay más solidaridad. Más conciencia de que el éxito de otras mujeres nos eleva a todas», afirmó.
Específicamente en el caso de Falsa Identidad 2, Sodi mencionó su relación con sus colegas Samadhi Zendejas y Dulce María, como «un ejemplo» de esta corriente.
«Son mujeres maravillosas, talentosísimas”, indicó.
Eso, sin dejar atrás la transformación que sigue exhibiendo su personaje de Isabel, quien comenzó la primera temporada como una mujer temerosa que escapaba de una situación de violencia intrafamiliar.
Al inicio de la segunda temporada, Isabel se ha convertido en una exitosa agente de bienes raíces en Estados Unidos, donde vive bajo una identidad falsa proporcionada por el Gobierno.
«No quiero hacer ‘spoilers’ -arruinar la historia- pero las experiencias que viven Isabel, Diego (Luis Alberto Franco) y sus hijos son mucho más oscuras», reveló.
Sodi ha ido transformando a Isabel en una mujer “mucho más contundente”, porque ha encontrado su fuerza y tiene confianza en su talento, dijo.
UNA CADENA DE MUJERES FUERTES
Ya sea usando su poder a través de un cargo de autoridad, como Giselle Duque en la serie de Netflix Distrito Salvaje, o a través de la sensualidad, como en en el caso de Rubí Pérez Ochoa en la más reciente versión de la icónica telenovela “Rubí”, por nombrar dos de sus más recientes trabajos, Camila Sodi se ha caracterizado por encarnar mujeres fuertes.
“No es una estrategia en sí, porque este trabajo es complicado. A veces uno lucha por un personaje y no se da. Hay otros que te llegan sin el menor esfuerzo”, reconoció.
“Lo que sí es importante para mí es que estén escritos de una forma realista y que el público pueda ver en ellas a su madre, a su hermana, a su vecina y, en el caso de las mujeres, a sí mismas. Ahí se ve la propia fortaleza de cada mujer y la posibilidad de cambio”, explicó.
Por eso, se siente orgullosa de ser parte del cambio que está percibiendo en la sociedad a favor de la equidad entre los hombres y las mujeres.
«Hay mucha gente que dice que así tiene que ser, pero rechaza el término del feminismo, pero lo lamento, los que creen en esto son feministas y lo van a tener que aceptar», subrayó.
En lo personal, considera que lo más importante que puede hacer es criar a sus hijos, Fiona y Jerónimo, producto de su matrimonio con Diego Luna.
EN LA VIDA DEL SOL
Otro de los personajes icónicos en la carrera de Camila Sodi es el de Erika, en la primera temporada de «Luis Miguel, la serie», la producción sobre la vida del cantante conocido como «El Sol de México».
Las grabaciones de la segunda temporada habían recién comenzado cuando se suspendieron a consecuencia de la pandemia. Poco después, Sodi anunció que tanto ella como su hija habían contraído COVID-19.
La artista asegura ambas están totalmente recuperadas y que ya hay fecha para retomar la serie.
En esta etapa, Erika, quien es una versión ficticia de la celebridad mexicana Isabella Camil, se aleja de Luis Miguel, quien en la segunda temporada sigue interpretado por Diego Boneta.
Sin embargo, la actriz no soltó prenda sobre los detalles y se limitó a reconocer que le había llegado la hora de volverse «a pintar el pelo y jugar con a ser otra».