Rubén Martín
16/08/2020 - 12:04 am
Derechairos, comunismo y derechos
La idea de una parte de la derecha mexicana y de los llamados derechairos de que este Gobierno se está encaminando hacia el comunismo o socialismo no solo está equivocada sino que además está fundada en la ignorancia.
Entre los opositores al actual Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), en el que se destaca el Frente Nacional Anti AMLO (FRENAAA), y personajes conservadores va imperando una idea propagandística de acusar al mandatario mexicano de estar encaminando el país hacia el comunismo o el socialismo. Esta idea puede funcionar bien como propaganda para articular y movilizar a quienes no simpatizan con el Gobierno de la Cuarta Transformación, pero es falsa.
La idea de una parte de la derecha mexicana y de los llamados derechairos de que este Gobierno se está encaminando hacia el comunismo o socialismo no solo está equivocada sino que además está fundada en la ignorancia.
No se necesitaría leer extensos tratados de ciencia política para demostrar esa falsedad. Un repaso rápido por Wikipedia podría despejar esta idea ignorante. Basta analizar las principales políticas del actual Gobierno para confirmar que en realidad es una administración mucho más parecida, en sus políticas públicas, a los gobiernos anteriores.
Varios analistas ven más continuidades que transformaciones respecto al periodo anterior calificado por el mismo López Obrador como neoliberal. Un ejemplo de ello es que no sólo no cuestionó el Tratado de Libre Comercio con América del Norte, sino que ratificó un nuevo tratado comercial, acuerdos que son pilares para el funcionamiento del actual capitalismo de mercado.
Aunque se hayan aumentado los programas asistenciales y se enfaticen ciertas políticas sociales, el núcleo de régimen de mercado con democracia liberal sigue intacto en el Gobierno de López Obrador.
De modo que es una falacia de los conservadores y de la derecha mexicana, y de personajes nefastos como el cardenal Juan Sandoval Íniguez, que el Gobierno de López Obrador se encamina hacia un régimen comunista.
Estos mismos personajes u organizaciones que aseguran que vamos hacia el comunismo, de otro lado, admiran países más desarrollados, pero parecen desconocer cómo llegaron a tener ciertos estándares de progreso y calidad de vida.
Quienes ven a países europeos o Estados Unidos como modelos a seguir casi con seguridad desconocen que buena parte del progreso y del desarrollo que existe en esos países provienen de luchas sociales que dieron sectores populares, muchos de ellos con orientaciones precisamente socialistas, comunistas, anarquistas.
Por ejemplo, el derecho a tener una jornada laboral de ocho horas. Probablemente los derechairos ignoran que es producto de luchas obreras radicales donde había diversas corrientes de izquierda y que incluso algunos anarquistas dieron la vida por ello (los Mártires de Chicago).
En México existen derechos laborales gracias a las históricas huelgas de los mineros de Cananea y los textileros de Río Blanco. Además no se tendría el régimen social de tenencia de la tierra ni el acceso a la salud y educación pública sin una revolución social en la que perdieron la vida más de un millón de mexicanos, en su mayoría campesinos pobres y trabajadores urbanos.
El derecho que tienen a votar las mujeres mexicanas de derecha o reaccionarias fue obtenido en el mundo gracias a las luchas que dieron mujeres socialistas o comunistas como Rosa Luxemburgo y mujeres progresistas en todo el mundo.
Los estados de bienestar desarrollados que la derecha admira de Estados Unidos, Francia o Suecia, en realidad se ganaron gracias a las luchas de movimientos socialistas o progresistas.
De hecho, el derecho a salir a protestar y manifestar su oposición al actual Gobierno proviene de protestas y luchas sociales que exigieron democracia y libertad de expresión en México, como el movimiento estudiantil-popular de 1968, claramente con una orientación de izquierda.
Este breve repaso confirma que la mayoría de los derechos de que gozamos, no solo en México sino en buena parte del mundo, no son concesiones de estados conservadores, ni mucho menos. Son producto de luchas sociales de los de abajo y de los explotados.
Después esos derechos son capturados por estados nacionales, derivado del antagonismo social, y son obligados a incorporarlos en estados de derecho. Y esos estados utilizan esos derechos para apaciguar los movimientos, pero también para usarlos para la reproducción del capital.
Al final de cuentas todos los estados nacionales, ya sea México, Estados Unidos o Suecia, son estados que sirven a la reproducción del capital, pues el capitalismo es el sistema-mundo que impera hoy en la moderna sociedad. Muy lejos de un sistema comunista que, ignorantemente, proclama una parte de la derecha mexicana.
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