El Inocente es un rompecabezas compuesto por piezas del presente y del pasado, ya que la serie, cargada de numerosos flashbacks, hace al espectador viajar adelante y atrás en el tiempo.
MADRID, 16 de mayo (EuropaPress).- Ya está en Netflix El Inocente, serie protagonizada por Mario Casas y Aura Garrido que lleva a la pantalla la exitosa novela de suspense del mismo título publicada en 2005 por Harlan Coben. Ocho capítulos que buscan enganchar al público con opacos y turbios personajes y con una intrincada trama cargada de giros que va, capítulo a capítulo, ofreciendo al público más y más pistas para que complete un oscuro rompecabezas en el que nada es lo que parece.
Un rompecabezas compuesto por piezas del presente y del pasado, ya que la serie, trufada de numerosos flashbacks, hace al espectador viajar adelante y atrás en el tiempo. Lo hace a lo largo de un periodo que, según reveló el guionista y director de la serie, Oriol Paulo, comprende un total de doce años. Así El inocente muestra fragmentos de los cuatro años que Mateo estuvo en prisión, de lo que ocurrió antes de que el protagonista matara a una persona accidentalmente en una pelea y, también de aquellos años, aparente más tranquilos, que Mat vive tras su salida de prisión y hasta que arranca la trama de la serie.
«De alguna manera, lo más difícil era encontrar ese punto en el que recogemos al personaje en el presente y cuál es todo el background que arrastra, porque cuando te haces un plano general de El inocente, implica casi 12 años de historia», revela Paulo en una entrevista concedida a CulturaOcio.com en la que reconoce que «ir ubicando exactamente donde está cada personaje a partir de lo que ha pasado en esos doce años ha sido lo más complicado a nivel de trabajar con los actores, medir en cada momento donde estaban y qué decían y qué no decían».
Un diagnóstico en el que coinciden sus dos protagonistas, Aura Garrido y Mario Casas. «El mayor reto como actriz fue ese, que los personajes se mueven en una línea superfina con tonos muy específicos y concretos. Tienes que contar exactamente lo que tienes que contar, ni más ni menos de su pasado y de su presente. Mantener ese tono fue lo más difícil», afirma Garrido que avisa que en esta serie «las apariencias engañan… a veces para bien y a veces para mal».
«GIROS DE 180 GRADOS»
«Jugábamos al pasado y al presente, a saber qué pasó durante esos nueve años, y el presente y la complejidad era no pasarse, no mostrar una serie de cosas que esconden… era una línea muy fina, y todo en tono de thriller», señala Mario Casas que adelanta que a lo largo de la serie, en esas idas y venidas en el tiempo «todos los personajes van a dar, de una manera u otra, un giro de 180 grados». «Esta serie es como un laberinto, quieres saber lo que está pasando y qué esconden los personajes que te están presentando si realmente son o no inocentes», sentencia.
«El inocente, el título, es la metáfora de todos los personajes que van habitando la historia. Estamos hablando de segundas oportunidades y de mochilas que cargamos y que nos definen en la actualidad, todos somos consecuencias de las decisiones que hemos tomado. Todas esas decisiones las llevamos dentro pero a veces no las hemos compartido, hemos enterrado nuestro pasado o lo hemos dejado atrás», explica Paulo que siempre se planteó la serie como «una película de ocho horas en la que cada capítulo sea una película dentro de otra película».
En este sentido, el director explica que «cada capítulo está muy focalizado en un personaje» y va aportando una pieza del puzzle que hay que componer episodio a episodio en un adictivo juego. «Cada capítulo te catapulta hasta el siguiente y te va a contar otra cosa» de una fragmentada y enmarañada trama.