SEGUNDA PARTE
La Fase 3 se acerca en México. El aislamiento continuará. Y para estar bien no es suficiente evitar al virus, dicen los expertos. Señala lo mismo la experiencia en Wuhan.
Ciudad de México, 16 de abril (SinEmbargo).– “Nos estamos preparando para algún tipo de estrés postraumático colectivo. […] Todo el mundo en Wuhan padece algún tipo de trauma», dijo Liu Xianlang (seudónimo), veterana psicóloga, a El País. El 10 de abril, la declaración fue compartida por Macarena Vidal Liy en el diario español. Ese mismo día, autoridades mexicanas señalaron que en los días de aislamiento no es suficiente cuidarnos del COVID-19, también es necesario fortalecer el cuerpo y la mente. ¿Cómo? Hay que hacer ejercicio, comer bien, dormir, sacar el alcohol y otras sustancias nocivas de la dieta. Yo agregaría una más: leer o escuchar al otro. Es precisamente lo que intenté al pedir que compañeras y compañeros compartieran qué era lo más complicado para ellas y ellos durante estos días atípicos. Y sí me ayudó.
Aquí la segunda parte de sus comentarios.
DULCE:
Durante estas semanas en tiempos de coronavirus mi labor como reportera se ha limitado. Quisiera reportear en calle. Estoy a unos pasos del Hospital Juárez, por ejemplo. Pero vivo con mi mamá, vulnerable al doble por ser mayor de edad y tener diabetes. Mi perro no ha salido a correr al parque en días y me duele. Además, no he podido ver a mi novia en estos días, solo he escuchado su voz en llamadas o comentando series en la aplicación Rave. Más que esperanza al pensar que algún día esto terminará, temo el huracán que se aproxima: una crisis económica de magnitud inimaginable sumado a la crisis climática. Temo perder mi empleo. Ya he escuchado casos cercanos de cierre de negocios familiares y reducción de sueldos de amigos. Y viene lo peor.
SANDRA:
El 2018 fue un año complicado para mí, tuve un accidente que lesionó permanentemente mi columna. Para la salud de mi espalda debo hacer ejercicio todos los días y caminar mucho.
Desde hace tres semanas, el lugar a dónde voy a hacer mi rehabilitación está cerrado. Aunque me mandaron ejercicios para realizar en casa, no es lo mismo. Tampoco puedo salir a caminar a la calle, por precaución para no contraer el virus y por seguridad, ya que las calles están desiertas. Los días pasan y comienzan a sentirse como lastre en mi columna.
CRISANTO:
Pues mira, aquí en Tepepan, donde actualmente estoy viviendo, somos una comunidad de 12 personas y hay por lo menos cuatro adultos con diabetes, además de una embarazada y mi hijo, lo más complicado ha sido resguardarse para proteger precisamente a ellos, sólo salgo un rato por las mañanas a las oficinas de SinEmbargo para las transmisiones diarias que por cierto terminaron hoy (viernes 10 de abril), lo que viene será un poco tedioso porque voy a trabajar desde casa, el hacinamiento de aquí en adelante es lo que más me preocupa, pues no se cómo lo voy sobrellevar, yo que soy un pata de perro.
BIANKA:
¿Qué pasaría si mi papá se contagia?, ¿México llegará a tener una crisis como en los otros países si no entendemos?, ¿se podrá con tanto?, ¿tendré empleo después de esto?, ¿mi hermana lo tendrá?… La ansiedad es lo más difícil de estar en cuarentena. Estar rodeada de sólo pensamientos negativos e incertidumbre, y muchas veces no querer compartirlos para no preocupar a la familia. Llevártelos a la cama, soñar con ellos y despertar con una espantosa sensación que te acompaña larga parte del día. Desde el encierro todo eso se siente más.
MONTSE:
La pandemia. Lo complicado de la pandemia. ¿Complicado? Bueno lo difícil. Lo mas difícil es no cargar a mi sobrina. No poder escucharla en persona hacer ruiditos de bebé. Pero complicado debe ser no poder dejar de trabajar porque eso significa vivir a diario, pagar la renta, medicinas. Complicado me parece sentirme privilegiada frente a miles de millones de personas pobres o mujeres asesinadas o lastimadas en sus casas por sus familias. ¿Lo complicado de una cuarentena? Vivir en un mundo donde la desigualdad es la condición que marca todos los aspectos cotidianos.
Para mí, con privilegios, no es complicado, pero el mundo no es como yo.
JOSET:
Lo más complicado para mí durante la cuarentena ha sido permanecer en casa cuando mi mamá aún tiene que ir a trabajar; ella es trabajadora doméstica y no tiene la oportunidad de quedarse en casa y corre el riesgo de contagiarse.
ANA:
Vivir en el Estado de México es como estar en una burbuja donde la mayoría de los que se encuentran dentro cierran los ojos y oídos a la información que circula en los medios de comunicación y redes sociales. La vida transcurre normal, sin más restricción que el acceso al transporte público que sale hacia la Ciudad de México.
ANDREA:
Probablemente lo más complicado para mí ha sido perder contacto con mis amigos más cercanos, la imposibilidad de acordar un lugar y una fecha para comer juntos y platicar.
RIKARDO:
Lo más complicado ha sido enfrentar el aislamiento, quedarse en casa e intentar mantener una rutina lo más parecida posible a la que tenías antes de que el mundo cambiara. Evitar la contaminación informativa mediática que solo provoca alarma, paranoia y desinformación.
Mantener la calma en la incertidumbre que puede provocar la economía en Mexico ante la pandemia. Apoyar a quienes me rodean, enfrentar lo mejor posible la caída de oportunidades laborales o un ingreso salarial extra, como lo son mis conductores de Uber o mi trabajo principal en SinEmbargo.
IVETTE:
Para mí, permanecer en cuarentena ha sido complicado. Soy una persona que le gusta estar en movimiento y sentirse productiva. Dejar de ver a amigos y pareja en mis días de descanso es algo que sin duda me pesa, pero estoy agradecida que puedo estar en casa con mi familia. Otra cosa que vuelve pesada es no poder ir hacer ejercicio, practico natación y box y aunque trato de ejercitarme con rutinas en casa, no es lo mismo. Todo esto con la incertidumbre que me invade día a día de no saber cuándo podré volver a hacer todas esas cosas como estaba acostumbrada. La incertidumbre de no saber cuándo termina esto y cuántos podremos salir es lo que más pesa.
JÉSICA:
Para mí lo más complicado es lidiar con la mente porque yo me preocupo mucho por todo, entonces estar pensando en que me puedo contagiar o contagiar a mi abuelita (vivo con ella) es lo que más me pesa, así que realmente he estado en casa todo el tiempo y salgo solo al Soriana que está a unas calles de mi casa y solo cuando hace falta algo, pero también le resulta muy estresante estar todo el tiempo encerrada. También ver qué hay gente que no cree y sale y anda como si nada pasara me hace sentir frustrada porque uno se cuida y los que no lo hacen pueden ser el foco de infección para los demás.
OMAR:
El distanciamiento social con mi madre ha sido lo más complicado en esta contingencia, en circunstancias normales la veo cada ocho días para saludarla, disfrutar de sus deliciosos guisos y que conviva con su única nieta, mi hija Daniela de 2 años. Ahora, solo fui cuando le hacía falta surtir medicamentos para tratar su hipertensión y que no salga de casa. Es una mujer fuerte a sus 75 años y se mantiene activa, pero esta situación hace que se desespere al estar encerrada. Mantengo la comunicación vía videollamada pero no es lo mismo, ahora es cuando más se extraña un abrazo.
KAREN:
Durante las primeras semanas de aislamiento, ya comencé a aburrirme de hacer algunas actividades que me planteé al principio para sobrellevar el encierro. Desde terminar de ver mis series, leer los libros que ya tenía olvidados, compartir juegos de mesa con mis hermanas y familia, escuchar música. Levantarme uno de mis días de descanso para hacer un poco de ejercicio siguiendo una rutina en YouTube.
Al inicio era divertido, ahora siento que debo buscar algo nuevo porque ya no me hace sentir bien. Igual hace unas semanas me conformaba con acompañar a mi mamá al súper cada semana para llevar la comida. Apenas el martes fuimos a un Walmart y la tuve que esperar afuera. Ya sólo puede entrar una persona y forzosamente con carrito para guardar la sana distancia. Pasan en grupos de 20. Se entra por un lado y se sale por otro.
Respecto al trabajo, es extraño no tener contacto, de vista, con otras personas que no sean tu familia. Después de varios días, es raro. También es complicado ver que tu equipo esté trabajando.
Respecto a las relaciones personales, solía ver a mi mejor amiga un sábado al mes casi todo el día. Ahora nos escribimos por WhatsApp y nos mandamos audios de un par de minutos. Hablamos de cómo es vivir así.
Con mi novio, ahora además de los chats, recurrimos mucho a las videollamadas. O nos marcamos por la tarde. Ya si retamos un poco al virus, nos ponemos de acuerdo y uno se traslada a casa del otro y de ahí no salimos, casi una vez a la semana. El único contacto con la calle es el traslado. Extrañamos el cine y sus múltiples golosinas, solíamos ir una vez cada 15 días. Uf… Y ni se diga la comida del exterior. Para reponerlo, en ocasiones hacemos pedidos a través de apps.
Aunque no salga, hice caso al consejo que escuché a una psicóloga: no dejo de hacer cosas de rutina, como bañarme, arreglarme, lavar o ayudar a mamá a cocinar. También cada integrante de mi familia procura tener un tiempo de soledad, su propio espacio.
Otra cosa muy importante que olvidaba es que la cuarentena afecta directamente a la economía de mi familia. Mi mamá es trabajadora del hogar en tres casas. En ninguna tiene contrato, así que en dos de ellas, la dejaron sin trabajo temporalmente. Hasta que todo vuelva a la normalidad podrá regresar. Y en la tercera le redujeron el sueldo porque la familia con la que labora ya no percibe lo mismo.
CONTINUARÁ…