Rita Varela Mayorga
16/02/2016 - 12:00 am
El Papa se va… y llegan los cortes al presupuesto
Inmersos como estamos ahora en la visita del Papa Francisco a México, y atentos a sus discursos críticos contra los abusos de los poderosos, la pobreza, la inequidad, la corrupción y la violencia en el país, problemas que son imposibles de tapar con un dedo como insisten los políticos mexicanos, se ha pasado por alto […]
Inmersos como estamos ahora en la visita del Papa Francisco a México, y atentos a sus discursos críticos contra los abusos de los poderosos, la pobreza, la inequidad, la corrupción y la violencia en el país, problemas que son imposibles de tapar con un dedo como insisten los políticos mexicanos, se ha pasado por alto lo que vendrá casi de inmediato y apenas el Pontífice vuelva a Roma, mañana miércoles por la noche.
El itinerario que el Papa ha seguido por el país –de la Ciudad de México a Ecatepec, de San Cristóbal de las Casas a Tuxtla Gutiérrez, de Morelia a Ciudad Juárez– ha sido un muestrario de la desgracia por la que atraviesa México en materia de derechos humanos y, por supuesto, de la falta de oportunidades que una situación económica endeble está dejando a las próximas generaciones.
En lo que va de este sexenio, la Nación ha crecido 2 por ciento en promedio, un nivel ínfimo si lo que realmente se busca es “Mover a México. Pero no sólo eso, la corrupción y la inequidad tiene su máxima expresión en estas cifras: el 1 por ciento de la población –los más ricos entre los ricos– concentra el 43 por ciento de la riqueza nacional, de acuerdo con Oxfam, una organización internacional que promueve el desarrollo social y la ampliación de las libertades civiles para el desarrollo.
Pero lejos de tener una esperanza, una rendija de que las cosas cambiarán en los próximos años, lo que se viene en materia económica no entusiasma a nadie.
El 9 de febrero pasado, Luis Videgaray Caso, titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), habló de “medidas preventivas”, de un recorte al gasto público federal que, por supuesto, volverá a frenar la inversión pública en áreas fundamentales y, además, seguirá restando fuerza a Petróleos Mexicanos (Pemex), la empresa que fue la joya de la corona del Gobierno y que ahora emite roncos estertores, luego de décadas de malas gestiones, corrupción y saqueo por miles y miles de millones de pesos.
“Estamos evaluando un ajuste preventivo para prepararnos para 2017, que habrá de complementar el uso de coberturas para ese año”, dijo Videgaray Caso hace unos días. Y luego ha venido advirtiendo lo inminente: “En los próximos días habremos de dar ya los detalles sobre los ajustes que habremos de hacer al presupuesto del sector público federal, incluyendo Petróleos Mexicanos; será seguramente en los próximos días, como una medida a tiempo y responsable para continuar preservando un marco macroeconómico estable”.
Las malas noticias, pues, llegarán pronto. Apenas el Papa se vaya, porque ahora no es el momento, porque no hay que echar más leña al fuego ni darle a Francisco I más argumentos para criticar a un Gobierno y a una elite política y empresarial que no ha podido, ni por un momento, dejar su codicia, su deseo insaciable de poseer riquezas, así sean con base en la corrupción, el desfalco, el moche, el robo en descampado.
Y es que el Gobierno federal no reconoce que su estrategia económica fracasó desde los primeros meses del sexenio, cuando secó la economía e hizo a un lado el desarrollo interno por sus grandes reformas estructurales.
Ha sido más cómodo culpar al exterior por los males que hoy sufre el país en materia económica: que si la política monetaria de la Reserva Federal en Estados, que si la caída de los precios del petróleo, que si el frenazo de la economía China, que si la incertidumbre financiera que se lleva sus capitales y que también succiona las reservas…
Y ahora, para acabarla, la SHCP ha optado por la salida fácil: un mayor endeudamiento del país y una estrategia de recortes que tampoco son la solución, pues mientras el ingreso de las arcas públicas no aumente cualquier ajuste al gasto es también insuficiente y contraer más y más pasivos es correr hacia los colapsos financieros a los que el PRI nos sometió entre 1970 y 2000.
El Papa vuelve mañana a Roma y el jueves próximo los mexicanos volveremos a la realidad, a nuestra dosis de malas noticias, comenzando por un recorte del gasto público para lo que resta de este año y que es, además, el preámbulo de otro mucho mayor para 2017.
¡Buena semana, y nos vemos el próximo martes!
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