«Debido a las circunstancias excepcionales que vive el Estado Islámico, se ha decidido reducir por la mitad todos los salarios pagados a los muyaidines y nadie estará exento de esta decisión, no importa cuál sea su cargo o posición», afirma un documento. La caída en picada del precio del petróleo, que era una fuente clave de ingresos, es una de loa factores.
Por LORI HINNANT, ZEINA KARAM y SUSANNAH GEORGE
BEIRUT (AP) — El grupo que supuestamente creó un califato al que hace llamar Estado Islámico está tan corto de dinero que ha tenido que reducir salarios, obligar a residentes a pagar sus cuentas de luz con dólares sacados del mercado negro y poner en libertad a prisioneros a cambio de efectivo.
Los islamistas que otrora se jactaban de poder acuñar su propia divisa ahora apenas pueden enfrentar sus gastos, gracias a los bombardeos de la coalición multinacional y otras medidas que han menguado sus reservas desde el año pasado. Antes se ganó la lealtad de sus milicianos pagándoles por irse de luna de miel y pagándole los gastos de tener bebés, pero ahora ni siquiera puede congraciarse con los pequeños obsequios que antes les daba, como chocolates y bebidas calóricas gratis.
Están escaseando los productos básicos en las ciudades y cunde la inflación, dijeron exiliados y algunos testigos en el terreno. Las entrevistas se realizaron a lo largo de varias semanas, inclusive a tres exiliados que tienen familiares y conocidos en el baluarte de la agrupación, Raqqa y en Mosul, además de analistas que calculan que el EI está sacando fuentes financieras alternativas, como por ejemplo en Libia.
En Raqqa, el baluarte que tiene el grupo en Siria, los salarios han sido cortados a la mitad, se ha impuesto un racionamiento a la electricidad y los precios de los enseres básicos se han vuelto inaccesibles, dicen personas que estuvieron allí.
«Todos los salarios se han cortado, no solo los de los combatientes. Todo servidor público, desde los tribunales hasta las escuelas, tienen salarios cortados por la mitad», dijo un activista originario de Raqqa que ahora vive en Gaziantep, en Turquía, pero que sigue en contacto con gente en su ciudad natal.
Pero incluso esa medida no ha sido suficiente para cerrar la brecha en el presupuesto, que se elabora con el principio de darle prioridad a los salarios de sus combatientes y a reemplazar equipos y armas perdidos en batallas o en bombardeos.
Esos gastos conforman dos terceras partes del presupuesto, calcula Aymenn Jawad al-Tamimi, un experto del Middle East Forum que analiza documentos del Estado Islámico.
En las últimas dos semanas, el EI empezó a aceptar únicamente dólares para «impuestos» y para las cuentas de agua y electricidad, dijo el activista de Raqqa que pidió ser identificado solo por su nombre de guerra, Abu Ahmad, por razones de seguridad. «Todo se tiene que pagar en dólares», expresó.
Su versión fue confirmada por otro antiguo residente de Raqqa que, al igual que Ahmad, se comunica con frecuencia con su red de familiares y conocidos en la ciudad.
Al-Tamimi descubrió un documento que describe el recorte de salarios en Raqqa: «Debido a las circunstancias excepcionales que vive en Estado Islámico, se ha decidido reducir por la mitad todos los salarios pagados a los muyaidines y nadie estará exento de esta decisión, no importa cuál sea su cargo o posición».
Tales circunstancias incluyen la caída en picada del precio del petróleo — que era una fuente clave de ingresos –, bombardeos que han pulverizado centros financieros, depósitos de combustible y líneas de suministro y, lo que es muy importante, la decisión del gobierno iraquí de dejar de pagar sueldos a sus empleados en territorios controlados por los extremistas.