Rogelio Guedea
16/01/2018 - 12:02 am
Un Corral para una rata y un burro
Tengo como principio no dirigirme a nadie de la escena pública en tonos peyorativos, como tampoco evocar asuntos de carácter estrictamente personal o privado, ni siquiera hacer apologías de ningún tipo (menos sobre violencia) que puedan herir susceptibilidades o alentar odios innecesarios. Pero el título de mi columna sólo evoca la leyenda de una pancarta […]
Tengo como principio no dirigirme a nadie de la escena pública en tonos peyorativos, como tampoco evocar asuntos de carácter estrictamente personal o privado, ni siquiera hacer apologías de ningún tipo (menos sobre violencia) que puedan herir susceptibilidades o alentar odios innecesarios.
Pero el título de mi columna sólo evoca la leyenda de una pancarta (Corral para Javier Corral, rata con la imagen de César Duarte y Burro con la del presidente Peña Nieto) que un hombre izó refiriéndose al desaguisado que existe en este momento entre el gobernador de Chihuahua, Javier Corral, y el gobierno Federal, encabezado por Peña Nieto. Obviamente, el hombre, más allá de pedir le regresen a Chihuahua los mil doscientos millones desviados por César Duarte, lo que quiere es justicia.
Aunque es un asunto ampliamente difundido y tratado en los medios de comunicación, no está de más decir que el conflicto se reduce a lo siguiente: el gobernador Javier Corral detuvo a Alejandro Gutiérrez Gutiérrez, quien fuera secretario adjunto del PRI y a quien se le acusa de haber desviado recursos por al menos 250 millones de pesos, todo en beneficio de su partido, esto durante el gobierno de César Duarte, quien dejó una deuda en Chihuahua de 55 mil millones de pesos y de quien Corral está exigiendo su extradición de Estados Unidos. Como represalia, el gobierno federal le retuvo participaciones al gobierno chihuahuense por 780 millones de pesos, bajo argumentos hasta ahora injustificables e, incluso, ilegales.
Lo que sí ha recibido Corral, nada inusual en estos casos, es una bien orquestada guerra sucia en la cual lo acusan hasta de haber torturado al exdirigente priista Alejandro Gutiérrez, tan es así esta guerra sucia que el propio José Antonio Meade (a quien también le da un coletazo este escándalo) ha tenido que referirse a Corral, durante un mitin en Querétaro, como el “gobernador que tortura”.
Más allá del recrudecimiento de la violencia generado en Chihuahua después de la llegada de Corral, lo que no se puede hacer es mezclar una cosa con la otra, aunque la crítica federal oficialista intente hacernos creer que esta confrontación de Corral con el gobierno federal priista es una cortina de humo para esconder su “mala administración”. Tampoco debería Corral sacarle a este represalia hacendaria, que tanto afecta al bienestar chihuahuense, una pura y sola tajada política, tratándose, como he dicho, de un asunto social.
Lo cierto es que sigue prófugo de la justicia César Duarte, quien dejara la mayor deuda de entre todas las entidades federativas del país, y que ahora, con esta reacción del gobierno federal (del propio Peña Nieto), no hace sino levantar sospechas sobre la estrecha relación que existe también entre el incremento excesivo de las deudas estatales (como la de Chihuahua) y el triunfo de Peña Nieto en su campaña a la presidencia de la República.
“Nos duele…”, para utilizar las mismas palabras con las que Meade se refirió a su colega Duarte, que se tengan que utilizar estas estrategias de represión cuando se trata de exigir justicia, pero nos alegra que los chihuahuenses, encabezados por Corral, o Corral, al frente de los chihuahuenses, no se deje arredrar por esta ignominia.
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