El peso mexicano va en picada, pero no es algo nuevo y probablemente no se detenga en los próximos meses si los mandatarios de este país siguen con la implementación de las mismas estrategias sobre las finanzas públicas que han operado desde al menos 20 años, además el tipo de cambio no sólo continuará siendo afectado por factores exteriores, lo que significaría un grave riesgo para el crecimiento económico de México.
Ciudad de México, 18 de enero (SinEmbargo).– Bajo crecimiento económico, mal manejo de las finanzas públicas, descuido del mercado doméstico y una serie de reformas que no han sido concretadas, sumados a los factores externos mundiales han provocado una depreciación de la moneda mexicana en los últimos meses. Ante esto, los funcionarios de este país deberán estar preparados y realizar pronto un cambio medular para que el valor de peso no continúe en descenso, alertaron analistas.
“Con el tipo de estructura que tiene y las nuevas legislaciones que se han implementado desde hace un tiempo, México ha incrementado su fragilidad hacia los mercados internacionales. El planteamiento en general se hizo cuando comenzaron las reformas estrcuturales, que más allá de tener un país cuya base de crecimiento estuviera en el mercado interno, se creó con una base de crecimiento únicamente de mercado”, explicó Violeta Rodríguez del Villar, académica del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), a SinEmbargo.
Apenas iniciaba este año y los mexicanos vieron cómo su moneda se desplomaba, de oscilar entre los 17.10 y 17.97 pesos por billete verde en el último mes del año pasado, de pronto, sufrió una depreciación al incrementarse el valor del dólar de 17.70 pesos de la primera jornada de enero hasta rebasar la barrera de los 18 pesos por unidad que poco a poco se fueron incrementado.
De inmediato, las teorías y especulaciones sobre la variación del tipo de cambio empezaron a circular en las redes sociales. Mientras los mexicanos apenas asimilaban los posibles efectos que dejarían los movimientos de la economía global, luego del anuncio de la caída de las bolsas de China y su suspensión al perder más del 7 por ciento, vinieron nuevas malas noticias con el descenso sin fondo de los precios del petróleo que registran mínimos históricos que no se veían desde 2003.
El golpe más fuerte llegó el 15 de enero cuando el dólar alcanzó un precio máximo de 18.60 pesos por uno.
En ese contexto, funcionarios mexicanos se empeñaron en decir que la volatilidad se debía más a factores externos que a los internos. Luis Videgaray Caso, titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), alertó sobre una posible etapa de depreciación artificial de monedas para impulsar exportaciones si el gigante asiático respondía con una devaluación para volver su moneda más competitiva.
“Hay una preocupación real de que, ante la desaceleración de la economía China, la respuesta de política pública sea iniciar una ronda de devaluación competitiva”, aseguró el funcionario, aunque después minimizó su declaración.
En 2015, la moneda nacional rebasó la barrera de los 17 pesos por dólar provocado por la expectativa de la decisión de la Reserva Federal de Estados Unidos… pero a esta se le sumó ahora el exceso de oferta del petróleo y la debilidad de la moneda china ante la posibilidad de un nuevo ciclo de devaluaciones.
Así lo confirmó el análisis de Banco Base que señaló el alza en el tipo de cambio como consecuencia de la caída en el precio del petróleo, los datos negativos sobre el sector de servicios de China y la aversión al riesgo de los inversionistas provocado por el conflicto entre Irán y Arabia Saudita.
Sin embargo, los analistas económicos sostienen que además de las condiciones del mercado global, las malas decisiones sobre la política económica en el país son causantes del debilitamiento del peso.
“México se vuelve más expuesto a los vaivenes del petróleo y [como] las inversiones externas son a largo plazo y [con] la baja producción, los precios internacionales se convirtieron desde hace tiempo uno de los riesgos devaluatorios más importantes del país, en la actualidad. Ese riesgo ya se cristalizó y otro riesgo fue las tasas de interés y las inversiones externas que llegan a muchas áreas económicas”, agregó la investigadora de la UNAM.
HAY QUE VOLTEAR A VER EL CRECIMIENTO
Con Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) el peso sufrió una devaluación de 50.08 por ciento y el dólar se cotizó en 3.49 pesos en 1994; con Ernesto Zedillo Ponce de León (1994-2000) el peso se depreció 173.8 por ciento y el tipo de cambio quedó en 9.42 pesos en el 2000. Durante la administración de Vicente Fox Quesada (2000-2006), la moneda se devaluó un 16.80 por ciento y el dólar alcanzó los 10.99 pesos al cierre de su sexenio, en 2006; después, en la administración de Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012), el peso cayó el 17.54 por ciento y cerró en 12.92 pesos por dólar en 2012.
Jesús Valdés Díaz de Villegas, académico del departamento de estudios empresariales de la Universidad Iberoamericana, explicó que los determinantes de un proceso de devaluación pueden ser vistos desde la balanza de pagos, la paridad del poder de compra, y la paridad de intereses.
Para el especialista, “no existe una explicación clara para que haya un proceso devaluatorio del peso, por tanto considero que este proceso está determinado por otro determinante tan fuerte como es la falta de crecimiento de la economía nacional, es lo único que lo puede explicar”.
En diciembre pasado, el Banco de México dio a conocer que su expectativa de crecimiento pasaría de 2.29 a 2.44 por ciento para el cierre del 2015, sin embargo Hacienda estimó en un principio que la cifra sería entre el 3.5 o 4 por ciento.
De acuerdo con diversos organismos financieros, México podría registra un crecimiento de entre 2.28 por ciento en 2015 y 2.83 en 2016, aunque todas estas cifras se quedan muy por debajo del 6 por ciento en promedio anual que el país debería de crecer, opinó el analista económico Jonathan Heat.
Para el economista, “México debería estar creciendo en una forma sostenida de un 4 por ciento, pero el primer año de este sexenio apenas crecimos 1.3, el segundo 2.3 y quizá el próximo año lleguemos a 2.6 por ciento. Ha ido mejorando cada año, poquito, pero todavía son tasas de crecimiento muy lejanas a ese 4 por ciento o más que necesita el país. Especialmente si tomamos en cuenta que ha habido reformas estructurales y una serie de cosas deberían haber apuntalado al crecimiento… y como que no se ve que lo han hecho”.
En ese sentido, Valdés Díaz explicó que “cuando el PIB [Producto Interno Bruto] se cae, automáticamente se cae la cantidad de dinero de circulación y se pierde valor en dinero y si se pierde este valor trae consigo un efecto de devaluación ante otra divisa”.
“Uno de los factores que contribuyen a la contracción del peso mexicano es el bajo crecimiento económico. El año 2015 cierra en un promedio de 2.5 por ciento, es muy bajo y esto obedece a la falta de una política pública bien establecida con el mercado doméstico”, comentó.
MERCADO DOMÉSTICO OLVIDADO
Los especialistas detallaron que más allá de desarrollar la infraestructura en el país, lo que se hizo fue implementar políticas que privilegiaran la estabilidad económica, niveles de inflación bajos y tasas de interés relativamente menores a las externas, salarios controlados y costos de producción bajos con el propósito de que México sea competitivo.
Sin embargo “el costo fue impactar negativamente a la demanda doméstica y ante su disminución hay un resultado negativo en la productividad interna”, comentó Violeta Rodríguez.
“Se intentó buscar la manera en que este país fuera competitivo a nivel internacional por lo que los esfuerzos se enfocaron en la industria petrolera y sus ingresos fueron son los más importantes, es un proceso que lleva mucho tiempo y lo que estamos viendo ahora es que a pesar de que es de largo base sigue siendo la base para atraer ingresos”, dijo.
En ese sentido, el académico de la Universidad Iberoamericana opinó que “si bien es cierto que las condiciones externas no son favorables, no ponemos atención en el mercado doméstico donde el 99.8 por ciento de las empresas generan alrededor del 50 por ciento del Producto Interno Bruto del país y ocupan alrededor del 70 por ciento de la Población Económicamente Activa (PEA)”.
Mencionó además que el mercado doméstico es estrecho y “lo que el gobierno ha hecho son acciones muy importantes que obedecen a la gran empresa mexicana y son para atraer inversión extranjera directa, pero nos ha construido una perspectiva adecuada para insertar a las pequeñas empresas”.
Explicó que las tasas de interés domésticas son mayores que las externas es percibido por los capitales internacionales y de cierto modo México «ofrece un premio» por el riesgo invertir en la economía doméstica, mayor al que es ofrecido por otros mercados.
“En general, cuando ocurre una devaluación normalmente cae la disponibilidad de capitales externos en la economía doméstica y es justamente lo que está ocurriendo y esto se debe tanto a la caída de los precios del petróleo que reduce directamente los ingresos petroleros del país como al aumento de las tasas de interés internacionales, muy en específico la de estadounidense”, comentó la especialista.
En agosto pasado, cuando el tipo de cambio alcanzó los 17.24 pesos dólar, Carlos Leos Martínez, presidente de Centros Cambiarios y Asociados de la Frontera Norte, dijo a este medio: “la volatilidad del peso nos ha afectado mucho, el 70 por ciento de lo que consumimos es de origen extranjero, la mayoría estadounidense. Hemos perdido alrededor de un 23 por ciento en nuestra capacidad adquisitiva porque los productos tienen un valor entre 30 y 40 por ciento más baratos que en México”.
“De acuerdo cómo se maneje la economía global, va a haber mucha presión sobre el peso mexicano porque este precio por debajo del costo de producción global tendrá una repercusión en el gasto público y en una contracción del PIB y en la inversión al menos en la actividad energética”, agregó el académico de estudios empresariales.
FACTORES EXTERNOS
Los analistas detallaron que los incrementos de las tasas de interés, los precios del petróleo y las crisis de los mercados financieros son los principales factores coyunturales que aceleran la depreciación de la moneda azteca.
En diciembre pasado, la Reserva Federal de Estados Unidos anunció un incremento de su tasa de interés en 5 por ciento, por lo que el gobierno mexicano tuvo que homologar sus tasas para mantener un equilibrio, según argumentó el Secretario de Hacienda, en tanto, para para no perder más dólares las reservas pasaron de 193 mil 045 millones de dólares a 176 mil 723 millones, correspondientes al jueves 31 de diciembre del 2015.
“En los momentos actuales esta aceleración de devaluación está determinada porque se da un efecto de incremento de la tasa en EU que en una pequeña variación porcentual hace que el flujo de capitales se vaya para hacia la economía norteamericana y evidentemente comienza a crear hacia el resto de las otras economías un proceso de devaluación de las otras monedas frente al dólar”, opinó al respecto Valdés.
Por su parte, la investigadora opinó que “el beneficio de la estrategia de todos los años 80 y 90 fue mantener los diferenciales positivos de las tasas de interés respecto a las tasas de interés domesticas respecto a las externas, es una estrategia restrictiva de la oferta monetaria y básicamente lo que significa es que tenemos un costo del crédito mayor al del exterior que evidentemente desanima la inversión en la economía doméstica”.
Pero ahora EU no lo es todo. Cuando pensamos que todo iba en camino de mejorar, el conflicto entre los grandes productos petroleros Arabia Saudita e Irán dispararon los precios del petróleo a mínimos de 2004, algo que tuvo consecuencias en el tipo de cambio. De acuerdo con la muestra de Bloomberg, el peso mexicano se colocó como la octava moneda más castigada en 2015.
El Banco Mundial (BM) reconoció en su informe de Perspectivas económicas mundiales para 2016 si bien México está “algo debilitado” por los bajos precios del petróleo y las presiones fiscales derivadas de ello, su crecimiento este año “repuntará” a 2.8 por ciento por la implementación de las reformas estructurales y el fortalecimiento de la demanda del mercado estadounidense.