Merced a los buenos oficios de la distribuidora Mantarraya, ya está en las salas esta película imperdible sobre el amor, la futilidad de la vida y lo banal que resulta a veces el oficio cinematográfico
Ciudad de México, 11 de enero (SinEmbargo).- Hay una escena en la película Mia Madre, de Nanni Moretti, en la que la actriz Margherita Buy (genial en la encarnación del álter ego del director de Habemus Papum) recorre con los dedos y la mirada los lomos de los libros que su madre, moribunda en un hospital, usó cuando era una muy querida profesora de Latín.
Conmueve al darse cuenta de que todo eso que en determinado momento de nuestra vida acumulamos en estantes, cajones, closets, pierde su valor total cuando llega el final.
Nada tiene significado frente a la perspectiva de la muerte y la existencia así expresa su esencia mayor: la futilidad.
En medio de la tragedia por la pérdida de su madre, Margherita filma una historia de obreros en una fábrica también a punto de parecer y que es comprada por un millonario estadounidense interpretado magistralmente por John Turturro.
En esta propuesta de cine dentro del cine, Turturro personifica a un insoportable actor de Hollywood, caprichoso e impredecible, inseguro, que plantea desafíos absurdos a la cineasta.
La banalidad del ambiente cinematográfico, esas cuestiones que parecen el fin del mundo cuando la realidad es precisamente todo lo que allí no acontece, resulta también una mirada implacable del genial Moretti hacia su propio oficio.
UNA PELÍCULA SOBRE LA MADRE Y SOBRE EL CINE
Moretti, nacido hace 62 años en Brunico, Italia, comenzó a pensar en Mia Madre mientras filmaba Hamebus Papam y debió padecer en dicha circunstancia la muerte de su propia progenitora.
Como ya lo hiciera en La habitación del hijo (que le valió en 2001 la Palma de Oro en Cannes), vuelve el cineasta europeo a golpear en el plexo solar de los espectadores narrando un tema íntimo, cotidiano, por donde cuela sus impresiones no sólo sobre la vida y la muerte, sino también sobre el oficio que ha elegido.
Después de una poderosa presentación en Cannes en la selección oficial, Mia Madre llega a México expresando entre otras cosas la madurez de un creador extraordinario que se guarda para sí un personaje entrañable, el que encarna la “normalidad”, la “vida real”, en medio del caos ficticio que siempre parece proponer el rodaje de un filme.
“En esta película me río de mi propia neurosis como director. Es mucho más agotador tener que enojarse con uno mismo que con los demás”, dijo Nanni Moretti.
Margherita Buy, una actriz muy conocida en Italia y un poco más joven que el director, encarna el álter ego de Nanni, dispuesto así porque “creí interesante transferir ciertos rasgos masculinos a un personaje femenino”, explicó el cineasta.
“Esta es la tercera película que hago con Margherita y debo decir que ella tomó esta vez todo el peso sobre sus hombros. En el set solía decirme que le gustaba mucho encarnar a un director que le gritaba a los actores”, agrega Moretti.
“Me resulta difícil teorizar sobre mi trabajo, puesto que cuando explicas las cosas puedes generar confusión en lugar de aclararlas. Cuando empecé en el cine tenía 20 años y conforme pasa el tiempo comienzas a pensar más en la muerte, en las pérdidas”, dice.
“La habitación del hijo estaba llena de miedos y fantasmas, mientras que Mia Madre trata de un experiencia que muchos han tenido que pasar, cual es la muerte de uno de los padres, algo muy difícil en cualquier edad”, expresa.
Ni el padre ni la madre de Nanni Moretti tuvieron que ver con su decisión de dedicarse al cine, aunque lo apoyaron con amor y discreción cuando llegó el momento de hacer su primera película.
He estado en este negocio durante décadas, pero nunca me he sentido totalmente independiente ni confiado. El día antes de que comience la filmación todavía tengo las mismas pesadillas de mi juventud. Solía pensar que con el tiempo me crecería una piel más gruesa con respecto al cine y ahora me doy cuenta de que en realidad ha tenido el efecto contrario. A menudo en el set me siento fuera de mi elemento”, concluye.
