Una canción bella y triste: “Todos estamos desapareciendo”, a cargo del líder de Monocordio, conductor de radio y “cabaratero” es la forma de “reír llorando” que tiene el artista para expresar su dolor por la situación de violencia que vive México
Ciudad de México, 6 de enero (SinEmbargo).- “Uno quisiera comenzar el año con buenas noticias, pero las cosas no cambian así nada más de un día para otro. La realidad nos recuerda lo meramente simbólico de nuestras celebraciones y deseos. Hoy es Morelos y el asesinato de la alcaldesa Gisela Mota. Mañana, ¿quién sabe?”, se pregunta el músico Fernando Rivera Calderón.
En la víspera ha colgado en YouTube el video de la canción “Todos estamos desapareciendo”, compuesta para expresar con “una risa que esconde el llanto” su dolor por la situación de violencia que vive México.
En entrevista con SinEmbargo, el también conductor del programa radial El Weso y artista “cabaretero”, habla del riesgo de vivir en un país donde cualquiera puede ser de un momento al otro una víctima mortal y de lo que significa un sexenio “de ficción”, prácticamente concluido aun cuando falten tres años de Gobierno.
EL VALOR DE LA POLÍTICA Y LOS DINOSAURIOS DE CHARLY GARCÍA
–“Todo está desapareciendo” es como cuando Charly García cantaba aquello de “los dinosaurios pueden desaparecer”…
–Es una canción muy entrañable para mí; quisiera que pudiéramos tener esas metáforas que usó Charly para hacerla en la tremenda represión que se vivía en Argentina en aquella época, ero la diferencia que encuentro es en mi canción no hay nada de metáfora. Es extremadamente literal: todo está desapareciendo en México. Hubiera querido más metáforas, pero mi tema es una enumeración trágica de las cosas que hemos ido perdiendo en los últimos años.
–¿Qué es la política para ti?
–La política es algo que está ligado a la construcción de un ser humano. Somos seres políticos, lo queramos o no. Siempre he estado de personas muy políticas, que se sienten parte del país en el que están. Soy optimista y creo que algunas cosas se pueden lograr en compañía de otros. Hoy por ejemplo estaba organizando una pequeña movilización en la radio para ir en contra de esa disposición de ir a 50 kilómetros por hora, como quieren las autoridades. Es algo imposible, mejor que nos repartan burros.
–Una cosa es la política, otra cosa son los políticos
–Como sociedad no hemos terminado de entender el papel real de un político. Lo seguimos viendo como un personaje que encuentra en la política un camino para la impunidad y para el enriquecimiento personal. La verdad es que el gran paso que tiene que dar esta sociedad es que en lugar de quejarnos debemos involucrarnos seriamente en la política. Ni modo. Sé que es lo menos romántico que existe, es como ensuciarse, manchar el plumaje, pero tenemos que hacerlo para poder cambiar las cosas. De otro modo, la corrupción en México seguirá siendo una virtud.
–Por otro lado, la política es la única herramienta que puede transformar la realidad. No hemos inventado otra
–Y no creo que surja otra. La política es mucho más de lo que alcanzamos a ver en los políticos. Tardé mucho en darme cuenta de que mi trabajo en la radio, por ejemplo, es también político. He ido entendiendo que hay cosas muy políticas como el baile, la fiesta, cuando la gente cierra las calles y pone un sonidero y se organiza para bailar. La política es dialogar, ponerse en los zapatos del otro, no niego que en algunos casos implique lidiar con varios intereses a la vez, porque la política no es una actividad pura ni limpia totalmente; se trata de una actividad que nos pone en contacto con todo tipo de seres humanos, pero eso también nos permite encontrar caminos y soluciones a los problemas.
–Decidir comprar o no un producto cuyo precio aumenta desmesuradamente es un hecho político que puede cambiar el mundo
–Nos cuesta trabajo pensar que tenemos ese poder que no te dan la autoridad ni el ejército. Comprar o no determinado producto, mirar o no ciertos programas de televisión, leer o no a ciertos columnistas o periodistas, eso define mucho en una sociedad y es un poder cotidiano, real, doméstico, que tenemos todos los ciudadanos de una comunidad. No sólo es la malicia de los políticos lo que ha enturbiado las cosas en nuestro país y en el mundo, sino también la mala percepción que tenemos de la política los ciudadanos. Lo ajenos que nos sentimos a la política a pesar de estar totalmente inmersos en ellos y lo poco que tomamos en nuestras manos esa capacidad sutil de transformar las cosas a nuestro alrededor.
–Faltan tres años para que termine el sexenio de Enrique Peña Nieto, pero hay una percepción generalizada de que este sexenio ya terminó
–Es como un abismo, este sexenio parece para mí una especie de película de David Lynch y llegas a un punto de la película donde aparece un túnel negro que no sabes hacia donde te conduce. Sabes que todavía falta media película de David Lynch. Me inquieta mucho. Me angustia. Es un gobierno que sufre gobernando, se ha convertido en una especie de infra-gobierno que no disfruta el ejercicio del poder. Enrique Peña Nieto es un Presidente regañado, una especie de niño que ha cometido muchos errores y que le hace mucho caso a esos regaños. Los gobernantes deberían tener la piel un poco más dura, la institución presidencial se achica y se retrae cada vez que vienen estos oleajes de críticas después de un error.
También sorprende esa situación, porque habla de un poder muy débil. Me recuerda al hijo de Han Solo (Kylo Ren) en Star Wars, que es un villano débil. Creo que el Gobierno de EPN es un villano débil al que no le salen las cosas y en lugar de ver por qué no le salen hace un berrinche enorme y rompe todo lo que está a su alrededor y se esconde y se trauma cada vez más. Es un Gobierno inmaduro que no sabe cómo reaccionar frente a la catástrofe de la que es parte. Tenemos todavía tres años más en los que alguien va a tener que tomar las riendas; lamentablemente el único mando real es el que ostentan los cárteles y los criminales. No mandan la policía ni las concordancias entre las autoridades estatales y federales. Es un escenario espantoso, lo que viene es como cuando vas conduciendo en la carretera y empieza a llover tupido y no alcanzas a ver ni siquiera dónde termina tu automóvil. No sabes en qué momento te vas a ir al vacío. Es un momento peligroso para México, del que muchos individuos se aprovechan para salirse con la suya.
–Hiciste una canción bella y triste donde dices que todo está desapareciendo, supongo que para que todo deje de desaparecer…
–No lo sé. Más bien es una canción en la que trato de hablar del asunto para conjurar los demonios. Sucedió lo de Ayotzinapa, pero ese es sólo el caso más visible de una larga serie de desapariciones en México. Ya van más de 30 mil desaparecidos en nuestro país. Cuando era niño le preguntaba a mis maestros cómo se habían extinguido los mayas, los aztecas y te contestaban cosas vagas como el cambio climático, etcétera, ahora me queda claro que nos vamos extinguiendo entre nosotros, a fuego lento, uno a uno, y en la canción quería reírme sobre el miedo real que implica mi propia fragilidad. Soy un payaso, un humorista, y cuando los sueños del payaso se vuelven pesadilla es porque algo malo de verdad está pasando. Hay un viejo poema de Juan de Dios Peza que cuenta el famoso caso de Garrick, el humorista inglés, que fue a consultar a un médico para curarse de la depresión y el médico le recetó que vaya a ver a Garrick. “Así dijo el enfermo no me curo; ¡Yo soy Garrik!... Cambiadme la receta”, dice el poema. Ha sido muy difícil hacer humor en México en estos años y esa canción la hice fallidamente para tratar de reírme un poco de esa tragedia que nos puede alcanzar a todos en cualquier momento. Hay una parte de la canción en la que digo incluso que tal vez yo también desaparezca para Navidad…
–Hablas de la posibilidad de que desaparezcan tus hijos
–Lo digo con este doble filo que te comentaba. Por un lado me río, pero lo digo en serio. Todo esto que me pasa me recuerda al humorista colombiano Jaime Garzón (1960-1999), pionero del humor político en dicho país, quien en uno de sus sketchs dijo que en Colombia era seguro que a uno lo iban a matar, lo que no era seguro era quién lo iba a matar y un día, al salir de la radio donde trabajaba, lo asesinaron. Los músicos, los humoristas, los cómicos, los narradores, nos hemos vuelto parte de un entramado donde en cualquier momento podemos ser las víctimas. Ya hay muchos colegas músicos, escritores y periodistas asesinados en México, entonces este sentido del humor que practico es algo que duele. Sí te lo digo como un chiste, pero evidentemente puede pasar.
