El político demócrata, tan espeluznante e inescrupuloso como siempre, se apresta a dar batalla el próximo 4 de marzo, cuando se estrene la cuarta temporada de House of cards, la serie que ha revivido la carrera del actor Kevin Spacey
Ciudad de México, 18 de diciembre (SinEmbargo).- A pesar de que mucho del descrédito de la política en la sociedad actual ha sido nutrido por series como House of cards, va de suyo que el anuncio de la cuarta temporada que será transmitido en marzo por su hogar natural, Netflix, ha creado una gran expectativa entre los telespectadores.
Sobre todo porque la estrategia de marketing, tan efectiva como sorprendente, consistió en interrumpir el debate de los republicanos, para contarle al público el inicio de campaña de Frank Underwood, el espeluznante e inescrupuloso político de la Casa Blanca.
La política en la realidad no es así: dos o tres facinerosos que manipulan desde un rincón de la mansión de Gobierno con un vaso de whisky en la mano. Ver así la política es quitarle lo que la política tiene en esencia como herramienta de transformación.
Como bien dijera el escritor y periodista Jorge Zepeda Patterson en una entrevista reciente: la política es buena, los políticos no.
Sin embargo, nos encanta ver el poder como algo que se desarrolla en un escenario shakespeariano y eso lo ha entendido muy bien el veterano actor Kevin Spacey, estrella rutilante de House of Cards, la serie insignia de Netflix.
La serie regresa el próximo 4 de marzo y la campaña de publicidad ya se manifiesta con generosidad en las redes sociales
“Noticias de última hora, el Presidente Underwood hará un anuncio especial hoy durante el debate republicano”, se tuiteó en el sitio oficial del programa, para luego colgar toda la publicidad de la campaña presidencial de Underwood, mostrando un video publicitario de todo lo que hará si llega a ser elegido presidente de Estados Unidos.
Incluso, la poderosa cadena por streaming ha puesto un sitio web de la campaña #FU2016, a disposición de los fanáticos (http://www.fu2016.com/)
“Progreso, impulso hacia adelante y resolver cosas: Estos son mis lemas. No tengo paciencia para las cosas inútiles, como la parálisis policial y el estancamiento. Y tú tampoco deberías. Únete a mí. Vamos a arremangarnos juntos y enviar a Washington un mensaje alto y claro”, escribe Frank en el sitio oficial convocando a sus votantes.
EL FENÓMENO DE HOUSE OF CARDS
Con más de 13 millones de espectadores en Netflix y 100 millones de presupuesto para la producción, House of cards, basada en la novela homónima del británico Michael Dobbs y que diera origen a la serie de 1990 en la BBC, se ha constituido en un verdadero fenómeno de audiencia en lo que se conoce como la nueva televisión.
Como productores ejecutivos obran el propio Spacey y el reconocido director de cine David Fincher (El club de la pelea, La red social y El curioso caso de Benjamin Button), quienes han hecho ganar mucho dinero a Netflix, con un beneficio de más de US$70 millones y la cobertura en 2016 en 200 países.
¿Es sólo la política como dice la mayoría de los críticos lo que interesa a los cada vez más fanáticos espectadores de la serie?
Probablemente ese dibujo implacable en las entrañas de un poder que el mismísimo Barack Obama –un gran seguidor del show- ha calificado de “familiar” sea lo que atrae a la primera vista, pero hay líneas colaterales nada desdeñables como la relación fieramente sexual e indestructible de Claire (enorme Robin Wright) y Frank Underwood o la soledad abismal que experimentan los personajes secundarios, tan cerca de los privilegios y tan lejos de sí mismos.
Para Kevin Spacey, un actor “renacido” gracias al servicio de streaming, nacido en Nueva Jersey hace 55 años y ganador de dos premios Oscar, ha sido toda su experiencia con la dramaturgia de William Shakespeare para construir su personaje en la serie.
Fueron 10 años de su carrera dedicados al teatro clásico y especialmente a la obra Ricardo III.
“No creo que hubiese sido capaz sin esa experiencia”, dijo el actor a la agencia efe.
"Michael Dobbs -autor de la novela en la que se basa la miniserie original británica- basó el personaje de Francis en Ricardo III. Esa es la razón por la que se dirige a la cámara directamente. Muchos piensan que esa opción (romper la cuarta pared) nació en 'Todo en un día' -filme de 1986 con Matthew Broderick-, pero no, lo creó William Shakespeare”, aclaró.
Spacey se dedicó en cuerpo y alma durante 10 meses a esa obra teatral que presentó en escenarios de todo el mundo. Fue un trabajo que lo dejó exhausto física y mentalmente. Pero resultó fundamental para poder embarcarse, inmediatamente después en House of Cards.
"Fue una circunstancia genial. Cerré la obra en marzo de 2012 y el 28 de abril comencé a rodar la serie. Significó muchísimo para mí. Sin el teatro, no hubiera estado preparado para Francis", manifestó el ex director artístico del mítico teatro Old Vic de Londres.
Para Spacey, hay grandes paralelismos entre Ricardo III y el corrupto político Francis Underwood.
"Son investigaciones de la naturaleza y los recovecos del poder. Ambos tienen la habilidad de predecir cómo reaccionarán los demás; de esa forma logran ir 16 movimientos por delante en la partida de ajedrez y por eso consiguen lo que quieren", sostuvo.
"He mirado a la gente por todo el mundo. He percibido sus reacciones. Ahora no tengo ojos enfrente, solo la lente. Pero la memoria de esa relación con el espectador quedó grabada a fuego en mí. Miro a la cámara y es como hablar con mi mejor amigo. Le cuento mi intimidad. Y, en esos casos, sobran las palabras. Los dos sabemos qué estoy pensando", declaró.
