Tu amiga «la loca de los gatos» no lo es. Existe una verdadera serie de trastornos psicológicos detrás del comportamiento compulsivo no por ayudar animales, sino por acumularlos.
Por Amelia Tait
Ciudad de México, 6 de diciembre (SinEmbargo/ViceMedia).- Todos conocen a un par de individuos que aman demasiado a los animales. Ya tienen dos —Molly y Óscar— y quieren adoptar otro («Manchas» por su manchita de nacimiento). Se describen en Tinder y en Twitter como «La loca de los gatos» y tienen una carpeta llena de imágenes de gatitos en su escritorio. Pero aún no han encontrado su cuerpo momificado dentro de una pila de excremento de gato.
No son como Terry, la mujer que tenía casi 100 gatos congelados en su refrigerador y que salió en la serie de televisión Hoarders. No conservan los restos de sus gatitos muertos ni lloran mientras le piden perdón a sus cadáveres y les dicen lo mucho que los extrañan. ¿Saben por qué? Porque en realidad no son «La loca (o el loco) de los gatos».
La acumulación de animales es un problema psicológico real. En EU se registran entre 900 y 2 mil casos cada año, con cerca de 250 mil víctimas animales. Sin embargo, el DSM aún no reconoce oficialmente la acumulación compulsiva de animales como un trastorno mental. «No parece que sea un solo trastorno», dijo Randall Lockwood, miembro de la Sociedad Americana para la Prevención del Maltrato Animal (ASPCA, por sus siglas en inglés) y primer vicepresidente del departamento de ciencias forenses y de los proyectos contra el maltrato que se organizan en la asociación.
«Antes se consideraba un comportamiento adictivo y un síntoma del trastorno obsesivo compulsivo. Ahora se considera un trastorno de apego que se produce cuando una persona no tiene la capacidad de formar relaciones con otras personas y, por lo tanto, llena ese vacío con animales».
Pero no todos los que acumulan animales de forma compulsiva son personas de edad avanzada que tienen una obsesión con los gatos. De hecho, Lockwood dijo que la frase «la loca de los gatos» es una generalización exagerada. Las personas que acumulan animales son de todas las edades, de ambos sexos, pueden tener cualquier orientación sexual, pertenecer a cualquier raza y les gustan todo tipo de animales. Incluso hubo un caso de un maestro que tenía 400 serpientes en su casa. Sí, esta gente existe y anda suelta por el mundo, sufriendo y provocando sufrimiento.
Autumn vive en EU y se dedica a diseñar páginas web. Su madre tenía 20 caballos, cinco ovejas, ocho perros, 20 gatos y una gran variedad de ratas, ratones, jerbos, pájaros, pollos, patos, serpientes y, para colmo, sapos. «Seguro había más cosas, aunque no recuerdo bien», dijo.
Pero no todo se trata de números. Podrías tener 600 gatos y no ser un acumulador compulsivo, siempre y cuando los cuides bien. Por definición, los acumuladores de animales no son capaces de cuidarlos y proporcionar los cuidados que necesitan sus mascotas, por lo tanto enferman y mueren.
«Mi madre siempre dijo que amaba a los animales», explicó Autumn. «Estaba convencida de que los estaba ayudando pero, viéndolo bien, ahora me doy cuenta de que sólo empeoraba sus vidas».
«Los animales morían por muchas razones. Es triste, pero casi siempre era por negligencia. A veces creíamos que se había perdido un animal pero después encontrábamos su cadáver debajo de la cama o de algún mueble que no habíamos movido en años».
Es irónico que una persona ame tanto a los animales y pueda ser tan cruel con ellos. Según Lockwood, no poder reconocer el sufrimiento es una de las características principales que definen a las personas que acumulan animales de forma compulsiva.
«La negación es muy común y también está presente en otros trastornos adictivos», señaló. «La acumulación de animales está relacionada con la forma en que las personas se definen a sí mismas. Lo primero que tenemos que hacer cuando lidiamos con acumuladores de animales es tratar de reconocer a hasta qué punto llega la fantasía de que están protegiendo o rescatando a los animales».
La mamá de Autumn aún lo niega. «Nunca va a aceptar lo horrible que era la situación en casa», explicó. «Aún no sé por qué lo hizo y creo que nunca lo voy a entender. Sé que tuvo una infancia difícil pero nunca me ha contado los detalles».
Autumn no es la única que se pregunta por qué la gente hace estas cosas. Aún no se ha podido relacionar la acumulación de animales con un solo trastorno. Sin embargo, se cree que puede tener algo que ver con el trastorno delirante, el trastorno de apego, el trastorno obsesivo compulsivo, la zoofilia, la adicción y hasta la demencia. Con frecuencia, las personas que acumulan animales no cuidan de su propia persona y sufrieron maltrato infantil.
«Descubrí que la mayoría de los acumuladores de animales tenían padres alcohólicos o adictos a otras sustancias», explicó Lockwood. «Muchos presentan sus propias adicciones. En general, los acumuladores son propensos a tener comportamientos adictivos».
Louis* es estadunidense y diseña programas. Sabe lo que es convivir con ese tipo de personas porque la novia de su padre se volvió alcohólica y empezó a tener más y más animales a raíz de que supo que padecía cáncer de mama. En esa época, la señora vivía en una casa que le rentó a Louis. Un día la tuvieron que hospitalizar por una sepsis y fue entonces que se dieron cuenta el daño que se estaba haciendo a sí misma, a los animales y a la propiedad.
«Habían más o menos 14 perros y cinco o seis gatos dentro de la casa. Mi papá encontró una camada de gatitos muertos en el refrigerador y uno que otro gato adulto muertos. También encontramos cadáveres de otros animales cuando movimos algunas cosas», explicó Louis.
«La casa estaba llena de heces. Era una gran fuente de metano. El hedor era insoportable. Hasta el equipo que contratamos para limpiar tenía que tomarse un descanso cada hora y eso que traían cascos con tanques de oxígeno externos».
Las fotos de Louis hablan por sí mismas. Al final gastó entre 450 y 600 mil pesos en las reparaciones de su hogar y otros 700 mil en las remodelaciones. Tuvieron que quitar el piso y las paredes por el olor. Los muebles fijos estaban tan asquerosos que fue imposible conservarlos. Y lo peor de todo fue que la novia de su padre no aceptaba lo que había hecho.
«No lo aceptaba. Cuando le enseñamos las fotos, le dijo a mi padre que seguro lo había hecho otra persona. Hasta ese momento, mi padre nunca había convivido con una persona delirante y está seguro de que su novia creía su propia historia porque el daño que se había hecho a ella misma y a esos animales era tan grave que su mente no podía asimilarlo. Se desprendió por completo de la realidad».
Lockwood dice que este tipo de casos son más complejos que la negación. «La pregunta es: ‘¿Cómo pueden no ver (u oler) que tienen un problema?'». La neurofisiología indica que, hasta cierto punto, los acumuladores no son capaces de procesar la información emocional al mismo tiempo que la información perceptual.
«El cuidado de los animales es parte de su identidad. Hay mecanismos fisiológicos para evitar que se den cuenta que están haciendo sufrir a los animales. Entonces, es posible que en serio no se den cuenta de lo que hacen».
Existe una clara progresión en la historia de la novia del papá de Louis. La enfermedad generó el alcoholismo, lo cual hizo que se quedara sin trabajo. Cuando presentó síntomas de diabetes, entre estos la perdida de sensibilidad en las manos y los pies, dejó de bañarse y de cuidar su persona. Cuando la multaron por conducir en estado de ebriedad, dejó de invitar a sus amigos a su casa y se alejó de la sociedad. Su consuelo eran los animales y el alcohol. Era lo único que la mantenía viva.
Aunque, ¿qué pasaría si los animales fueran la causa y no el resultado de la enfermedad mental?
El biólogo checo Jaroslav Flegr afirma que el parásito Toxoplasmagondii podría tener algo que ver con algunos trastornos de comportamiento que presentan los humanos. ¿Y adivinen dónde se encuentran estos parásitos? En la caca de los gatos.
«El síndrome de la loca de los gatos» es un término que describe la relación entre T. gondii y las afecciones psiquiátricas. El parásito provoca toxoplasmosis, lo que altera los niveles de dopamina y provoca esquizofrenia, trastorno obsesivo compulsivo, trastorno por déficit de atención con hiperactividad y trastornos del estado de ánimo. Incluso algunos científicos aseguran que aumenta el riesgo de suicidio. Pero Lockwood no está muy convencido: «No le doy mucho crédito a esa teoría», señaló. «Estudios revelan que los roedores que fueron expuestos al toxoplasma desarrollaron un hábito de acumulación compulsiva de alimentos pero no se puede decir lo mismo de los humanos. La definición que tiene uno de sí mismo es uno de los factores que más influyen en la acumulación de animales.
«No hay ningún libro que indique que el nivel de toxoplasma en los acumuladores sea más alto que en las personas que no presentan este trastorno. No podemos asumir que el resultado de un experimento en animales signifique que el parásito afecte el comportamiento de los humanos».
«De hecho, es mucho más probable que una persona se exponga al toxoplasma por tener demasiados animales. No es causa y efecto, es efecto y causa». Al parecer no es necesario que te deshagas de tu gato, aún.
No hay de qué preocuparse. Es muy poco probable que tu amor por los gatos se salga de control. No todos son propensos a acumular animales. «Se necesitan otros factores», explica Lockwood. «En general, los trastornos mentales se trasmiten por los genes y la acumulación compulsiva no es un mal de familia. Por lo visto, el trastorno se genera por factores biológicos y del desarrollo. Con frecuencia, una infancia desorganizada impide que la persona desarrolle la capacidad de establecer relaciones con otras personas».
Lo único que sabemos a ciencia cierta es que cada vez hay más personas que acumulan animales. «La ansiedad es la causa principal de la acumulación compulsiva. El problema es que estamos ansiosos todo el tiempo. Vivimos en una época de crisis financiera y la presión hace que la acumulación compulsiva de animales se vuelva cada vez peor».
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