En México el deporte ha cedido ante la violencia. No es de extrañar que el narcotráfico haya trascendido más a nivel internacional en los últimos años que el desempeño del «Tri».
Por Ana Cruz Manjarrez
Ciudad de México, 12 de noviembre (JuanFutbol/SinEmbargo).– El futbol fue en algún momento referente de México en El Salvador, los goleadores y las hazañas de las que fueron antagonistas. Poco queda de eso ahora, la violencia, el control de los grupos criminales y la incompetencia de los gobernantes califican a este país desde Centroamérica. En México, 13 mil 902 homicidios se han cometido en los primeros nueve meses del año, según reportes del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública y para El Salvador, casi 20 veces más pequeño en población, la cuenta va en 4 mil 942, de acuerdo con el Instituto de Medicina Legal.
Los motivos son distintos, mientras en México las organizaciones criminales vinculadas al narcotráfico suman a sus filas y restan a placer, involucrados en cada ámbito de la vida del país, en El Salvador dos pandillas originan el miedo, matan para después pactar treguas, tarde o temprano diluidas en una ofensiva que no distingue inocencias. Se trata de la Mara Salvatrucha y Barrio 18; el Ministro de Defensa Nacional estima que el 10 por ciento de la población está ligada a ellas. Su poder se extiende desde Centroamérica y hasta Canadá, se presume que sobre todo este último grupo mantiene nexos con Los Zetas y el Cártel de Sinaloa.
Ningún alivio representa para los mexicanos comparar la tragedia, el sentimiento de indefensión ante la violencia se percibe similar desde el país centroamericano. “Creo que se tiene una imagen más positiva de ustedes dentro de los estadios que fuera de ellos. Acá se tiene una pésima imagen de México. Drogas, cárteles, capos. El mundo del narcotráfico ya rebasó el imaginario religioso, fílmico y culinario que se tuvo de ustedes acá por décadas», responde Robbie Ruud, periodista deportivo de El Salvador.
México queda reducido a la incapacidad de sus gobernantes y a la ferocidad de sus calles, no es mala fama, el corredor de Centroamérica hacia la Frontera Sur es uno de los más transitados del mundo, según datos de la Organización Internacional para las Migraciones. Los puntos conflictivos están en Veracruz y Tamaulipas, controlados por el cartel de los Zetas. Como si en esa zona se cancelaran sus derechos, son víctimas de extorsión, robo, amenazas, abusos físicos y sexuales.
En 2010, 72 migrantes centroamericanos fueron ejecutados en San Fernando, Tamaulipas, presumiblemente por Los Zetas al negarse a formar parte de la organización y no reunir la cantidad exigida a cambio de la libertad de cruce. Pagar a un coyote entre 6 mil y 8 mil dólares no es garantía de supervivencia, los más vulnerables son sin duda quienes viajan solos, pero las redes criminales se sirven de quienes prometen el suelo americano.
“El Chapo, los Beltrán-Leyva, y un sinfín de apellidos son del imaginario ya de todos acá. Créemelo. Son muy populares. Ya más que sus clubes de fútbol. Acá, por una comunidad universitaria importante, sobre todo de la rama de humanidades, creemos que ustedes no han tenido un presidente decente en décadas. Y ahora quizás peor que nunca, bajo el mando de Peña Nieto», agrega Robbie Ruud para juanfutbol.
La “represión feroz” ejecutada en México a petición pagada de Estados Unidos fue revelada por The New York Times; las capturas se han duplicado en este territorio y disminuido en el país del Norte. Casi cien mil han sido obligados a volver a la pesadilla en sus comunidades.
Sin embargo, el temor al infierno local puede más que la experiencia del recorrido. Los padres prefieren sacar a sus hijos del país antes que verlos en alguna de las pandillas o llorar su muerte en los enfrentamientos. De acuerdo con el Instituto Nacional de Migración de El Salvador, de enero a agosto de este año, 4 mil 726 niños fueron deportados desde México.
“En el pensamiento popular, nombres como: Soyapango, San Martín, Panchimalco, La Libertad, Ilopango, San José Villanueva, Lourdes, Santa Ana, Sonsonate, San Miguel y Zacatecoluca, y obviamente San Salvador, la capital, son ya lugares que relacionan directamente con peligro y violencia, lo cual lamentan muchas personas. Se avergüenzan de ello y admiten que la gente de bien en estos sitios va mermando con el tiempo”, comenta Robbie Ruud.
En territorio mexicano, a los migrantes salvadoreños se les encuentra junto a las vías del tren en espera de la Bestia, en los comedores comunitarios o en las calles buscando empleo. El pago de cuotas para cruzar incrementa el costo del viaje, los orilla a permanecer más tiempo. No por elección, sino por falta de alternativas.
Miles de muertes continúan sin resolver, la responsabilidad apunta a la policía; del otro lado, las autoridades lo atribuyen a ajustes de cuentas y purgas. El gobierno se ha dedicado a perseguir a hombres que encabezan iniciativas para integrar a los jóvenes al trabajo y alejarlos del crimen. Un escenario que responde a la realidad de ambos países.
El discurso de guerra queda fuera de lugar al hablar de un partido de futbol, cuando el día a día de México y El Salvador aporta suficiente violencia. Sobre la cancha, la superioridad deportiva ha sido demostrada a lo largo de los años, pero lejos de las camisetas y los botines, comparten la impotencia y la impunidad.