SOUNDTRACK: EL PIONERO OLVIDADO DEL BEBOP: THELONIOUS MONK
PorDaniel Retana Calderón
19/02/2012 - 12:00 am
Artículos relacionados.
- Gobiernos piden perdón por tragedia de 2011; Samuel García no va, deudos le reclaman
- La UdeG maneja millones al año. El poder de Padilla da más
- Cravioto acepta división de morenistas en el Senado: "No todos pensamos como Monreal"
- Creel presidirá la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados; Mier dirigirá la Jucopo
- Balandra, la playa bonita de México, peligra por derrame
I’m famous. Ain’t that a bitch
Thelonious Monk
Thelonious Sphere Monk es considerado uno de los compositores más importantes de la escena jazz, su periodo de mayor influencia fue la época de la post guerra en los Estados Unidos; un momento en el que su corriente musical fue compartida con músicos como Dizzy Gillespie, Charlie Parker, Max Roach y Bud Powell, pioneros en la creación del género Bebop.
Monk era un hombre introvertido, incluso con sus conocidos más allegados, un tipo grande, enorme, silencioso, siempre inmerso en sí mismo bajo una colección de sombreros en cada concierto; quizá este accesorio en otro personaje ridiculizaría su imagen, pero en el pianista era un elemento propio de sus presentaciones.
Su influencia musical se ha expandido más allá de su tiempo y su género, desde sus primeras composiciones, Monk explotó un estilo musical poco desarrollado, en una época donde el jazz se encontraba musicalmente en un callejón sin salida.
Monk creció en la pobreza de la clase trabajadora negra que viajó desde el sur del territorio estadounidense a las grandes ciudades industriales y de los rascacielos en busca de oportunidades. Ese origen humilde continuó, pasando por periodos de relativa estabilidad y bienestar, hasta el final de su vida.
La década de los cuarenta marcó una revolución intelectual en los músicos que se encontraban frustrados por las limitaciones que imponía tocar en una Big Band, lo que los llevo a explorar nuevas formas de expresión.
Dentro de las nuevas tendencias que se generaban en los barrios de clase media, Thelonious empezó a tocar como nadie lo había hecho en un pequeño bar de Harlem: Miton´s Playhouse, sin embargo, el cambio musical que se había generado en Manhattan, tardó mucho en proclamarse como Bebop y por desgracia el crédito de esta nueva corriente se lo llevaron otros autores, entre ellos Charlie Parker y Dizzy Gillespie, dejando a Monk en la pobreza y el desconocimiento del público.
Un gran admirador del Bebop, Julio Cortázar -quien cumplió el pasado 2 de febrero, 28 años de su muerte-asistió a un concierto de Monk en Ginebra, Suiza en marzo de 1966 del cual escribió una crónica incluida en el segundo tomo del libro La vuelta al día en ochenta mundos, publicado en 1967.
“Ahora se apagan las luces, nos miramos todavía con ese ligero temblor de despedida que nos gana siempre al empezar un concierto (cruzaremos un río, habrá otro tiempo, el óbolo está listo) y ya el contrabajo levanta su instrumento y lo sondea, brevemente la escobilla recorre el aire del timbal como un escalofrío, y desde el fondo, un oso con un birrete entre turco y solideo se encamina hacia el piano poniendo un pie delante de otro con un cuidado que hace pensar en minas abandonadas o en esos cultivos de flores de los déspotas sasánidas en que cada flor hollada era una lenta muerte de jardinero.
Cuando Thelonious se sienta al piano toda la sala se sienta con él y produce un murmullo colectivo del tamaño exacto del alivio, porque el recorrido tangencial de Thelonious por el escenario tiene algo de riesgoso cabotaje fenicio con probables varamientos en las sirtes, y cuando la nave de oscura miel y barbado capitán llega a puerto, la recibe el muelle masónico del Victoria may con un suspiro como de alas apaciguadas, de tajamares cumplidos. Entonces es Pannonica, o Blue Monk, tres sombras como espigas rodean al oso investigando las colmenas del teclado, las burdas zarpas bondadosas yendo y viniendo entre abejas desconcertadas y hexágonos de sonido, ha pasado apenas un minuto y ya estamos en la noche fuera del tiempo, la noche primitiva y delicada de Thelonious Monk.”
Mientras las composiciones de Parker y Dizzy Gillespie interpretaban un sonido más violento y veloz, Monk, en su lugar, optó por un gusto más sobrio, exponiendo el lugar de cada nota en el compás con claridad y sencillez. Su imagen también impuso un estilo en los barrios de Manhattan: un sombrero, distinto en cada presentación, gafas de sol bajo los reflectores y barba en «v».
Thelonious Monk se retiró en 1972 de los escenarios de manera abrupta, exceptuando algunas presentaciones esporádicas en los años setenta.
El gran músico pasó sus últimos años en un departamento en Manhattan, su hogar de toda la vida del que pocas veces salía; nunca cambió de residencia hasta el día de su muerte un 17 de febrero de 1982 cuando una hemorragia cerebral lo llevaría al completo silencio. Monk no volvió a hacer música durante ese periodo, su mutismo característico consumió al artista hasta su muerte.
La obra de Monk sobresale tanto en la interpretación como en las composiciones personales, ambas partes de gran valor para la sociedad actual. Sin Thelonious Monk corrientes posteriores como el Cool Jazz, el West Coast Jazz o el Acid Jazz, no habrían logrado evolucionar de la manera que conocemos.
Thelonious Monk by Sin Embargo Mx on Grooveshark
…
Julio Cortázar, un amante del Jazz
“Sí, en verdad toco la trompeta, pero sólo como desahogo. Soy pésimo”
¿Cómo se puede entender a Julio Cortázar en su prosa poética? La respuesta está quizás en un elemento imprescindible en cada obra literaria del escritor argentino: El Jazz.
Julio Cortázar hizo de París su hogar, llegó a Francia en 1950 inconforme del gobierno de Juan Domingo Perón en Argentina. Tuvo la suerte de vivir en el París de los cincuenta y de los sesenta, donde el auge de la joven escena del rock & roll amenazaba con desplazar a la música negra, sin embargo, aquello provocó que los artistas americanos buscarán un público que acogiera la escena y fue en Europa donde lo hallaron.
El jazz es una constante de la prosa de Cortázar. Él amaba el jazz porque “era una música que permitía todas las imaginaciones”, no sólo por sus críticas al género dejó plasmada su afición como se lee en: “Louis enormísimo cronopio”, crónica del concierto de Louis Armstrong en París, el 9 de noviembre de 1952 o La vuelta al piano de Thelonius Monk, que narra una presentación a la que asistió en Ginebra en marzo del 1966.
Cortázar escribía como improvisando jazz.
Jazzuela. Julio Cortázar y la música
Rayuela, una de sus obras más sobresalientes, relacionada a su afición al jazz ha sido reinterpretada en un disco-libro titulado Jazzuela, de la escritora Pilar Peyrats Lasuén, donde recoge los fragmentos de Rayuela que hablan de jazz y recopila en un CD los temas musicales a los que aluden, interpretados por Bix Beiderbecke, Coleman Hawkings, Bessie Smith, Jelly Roll Morton.
Jazzuela. julio Cortazar y el Jazz by Sin Embargo Mx on Grooveshark
Rayuela, Gotan Project
El afamado grupo de “electro-tango”, Gotan Project, está integrado por el DJ francés Philippe Cohen Solal, el músico suizo Christoph H. Müller y el intérprete argentino de bandoneón y guitarra, Eduardo Makaroff.
La agrupación lanzó en 2010 el disco Tango 3.0 donde hacen un pequeño homenaje al libro de Cortázar, Rayuela. Si bien el segundo tema del disco no fue bien recibido por la crítica, unas voces de niños repiten una melodía monótona con la voz grabada de Cortázar que se suma de vez en cuando, un homenaje considerado poco original como agradable.
Gotan Project, Rayuela
[youtube xHBeF1HlBsM]