Indalecio Benítez vive en el exilio después de que, por atacarlo a él, mataron a su hijo. Quien supuestamente lo protege es el Gobierno federal. Ahora ese mismo Gobierno federal le ha cerrado la radio que dirige él, opera él y financia él para servir a su comunidad.
Ciudad de México, 15 de agosto (SinEmbargo).– La tarde de este jueves Calentana Mexiquense 98.1 FM fue cerrada por fuerzas federales durante un operativo realizado por el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) argumentando que la emisora operaba de forma ilegal, a pesar de que el permiso de la frecuencia está en trámite, denunció el locutor y director Indalecio Benítez, quien vive en exilio y se encuentra bajo el Mecanismo para la Protección de Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas, operado por la Secretaría de Gobernación (Segob).
A Indalecio Benítez le mataron a un hijo después de recibir amenazas, la noche del 1 de agosto de 2014, cuando un grupo de encapuchados fuertemente armado disparó contra la camioneta en que viajaba con su familia. Las autoridades, por supuesto, no han resuelto este asesinato; el periodista vive escondido con ayuda de organizaciones civiles.
A pesar de los hechos la radio seguía operando con normalidad, hasta este jueves.
El fundador de la radio comunitaria, que tiene su cabina en el municipio de Luvianos, Estado de México, inició ayer por la noche una huelga de hambre frente a las oficinas del organismo regulador de telecomunicaciones, demandando que sea atendido y que le devuelvan los aparatos para transmitir, pues asegura que se trata de un acto de intimidación, pues en el operativo hubo elementos de la Secretaría de Marina (Semar).
«Nosotros somos una radio de paz y llegaron a allanar marinos y militares en un operativo. Como si fueran a agarrar a ‘El Chapo’ Guzmán», dijo Benitez en entrevista con SinEmbargo.
El fundador de Calentana Mexiquense 98.1 FM explicó que seguía operando con una frecuencia que no correspondía, pero desde los nuevos lineamientos que surgieron con la Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión inició los trámites correspondientes para la regulación, proceso que concluiría en un mes.
«Ellos sabían que estábamos en el trámite. De hecho yo participé en las mesas de diálogo para las leyes secundarias. Así que esto puede tomarse como un ataque. La radio en Luvianos ayuda a la comunidad, es la única en todo el país que tiene un enfoque de paz», refirió Indalecio Benítez.
«Indalecio Benítez y el grupo de locutores de Calentana Mexiquense se manifestaron preocupados e indignados ante la actitud irregular y sospechosa de los funcionarios del Instituto Federal de Telecomunicaciones, IFT, quienes acudieron en días pasados a realizar una inspección, en una actitud totalmente sospechosa, sin identificarse, escoltados discretamente por elementos de la marina, quienes llegaron con ellos y estuvieron cercanos, sin embargo al cuestionarles sobre el motivo de su presencia, negaron estar escoltando a los empleados federales, y la fallida «supervisión» de ese día 9 de octubre parecía más un acto intimidatorio», dice un comunicado.
Y el documento agrega: «En tanto los elementos de la Marina se mantenían discretamente vigilantes a unos 30 metros de distancia, al alejarse los vehículos de los supuestos funcionarios de IFT se les pregunto el motivo de su presencia y acompañamiento a estos señores, al punto negaron ser una escolta y estar realizando solo su rondín de rutina, alejándose igualmente de inmediato, en tanto los policías en turno, asignados a la guardia de la pequeña estación, permanecían igualmente confundidos sin saber como proceder ante una situación totalmente irregular y sospechosa».
El paro frente a las instalaciones del IFT, ubicadas en la avenida Insurgentes, Ciudad de México, será indefinido, adelantó el locutor.
EL ATAQUE EN CONTRA ÉL Y SU FAMILIA
La noche del 1 de agosto de 2014, un grupo de encapuchados fuertemente armado y que se encontraban en un taxi robado atacó a Indalecio Benítez y a su familia.
Eran cinco jóvenes, menores de edad, quienes lo estaban esperando afuera de la radio comunitaria. Cuando se dio cuenta que estaban armados con cuernos de chivo el locutor aceleró. Sólo tiraron una vez. La bala alcanzó la camioneta en la que viajaban Indalecio Benitez, su esposa y sus hijos.
Dos minutos después llegaron al cuartel de la Marina de Luvianos, Estado de México. Sin embargo, aquella bala se había fragmentado y tres esquirlas que se incrustaron en el corazón de Juan Diego Benítez, quien murió instantáneamente.
“¿Todos están bien?”, preguntó el padre de familia. “No papá, Diego se desmayó”, gritó su niño el más pequeño. Indalecio Benítez bajó del auto mientras elementos de la Secretaría de la Marina (Semar) gritaban y le pedían que se identificara. Tomó el pulso de su hijo, pero no había respuesta. Apenas tenía 12 años.
La vida del comunicador y la de su familia fue cortada por el crimen organizado. Con ello también, el derecho a la información de los pobladores de aquella zona mexiquense.