De acuerdo con un especialista, las cirugías plásticas en canes responden a un capricho del propietario. Se trata de modificaciones innecesarias y algunas veces contraproducentes para los animales.
Ciudad de México, 1 de octubre (SinEmbargo).– Esta semana el Gobierno español anunció su adhesión al Convenio europeo sobre protección de animales de compañía, documento que, entre otras cosas, prohibe la cirugía estética en animales domésticos. Otros 17 países de la Unión Europea –y también Brasil– se suman a la lista de las naciones que han prohibido la práctica. Y es que, al parecer, el capricho de esa cosa subjetiva que llamamos «belleza» ha alcanzado a los animales, particularmente a los perros.
Las intervenciones quirúrgicas con fines estéticos no son nuevas y, en los perros, van desde los ya «tradicionales» cortes de cola y orejas, pasan por la amputación de dedos accesorios, el lifting (para estirar piel y eliminar arrugas), las rinoplastias, hasta los implantes de siliconas. Además, de acuerdo con un artículo escrito por Steve Kingstone, y publicado en BBC Brasil (hace ya algunos ayeres), existen intervenciones que implican corrección de cejas así como de imperfecciones de la dentadura y de la cola.
Otro artículo, publicado en National Geographic, indica que en la década de los 90 comenzaron a popularizarse las cirugías que elevan el mentón y previenen el babeo excesivo en algunas razas. Pero por si esto fuera poco, hace más de dos décadas se inventaron implantes testiculares para perros castrados.
«Neuticles» es la empresa estadounidense creadora de los implantes y, de acuerdo con información de su portal, más de medio millón de propietarios han optado por esta opción: «Nauticles, permite a las mascotas conservar su aspecto natural, el autoestima y ayuda al propio dueño a superar el trauma asociado a la alteración».
«¡Es un macho, y yo quería que siguiera luciendo como uno!», el comentario de un cliente citado por la empresa…
«Este tipo de prácticas son realizadas por placer humano y con el fin de acentuar el ego del propietario», sostiene Juan Carlos Murillo García, médico veterinario especializado en Bienestar Animal y miembro de la asociación internacional Protección Animal Mundial, misma que se opone a todo tipo de procedimientos quirúrgicos que no estén justificados por alguna necesidad médica o estén orientadas al mejoramiento de la calidad de vida de los animales.
«Nosotros no estamos de acuerdo con las cirugías estéticas porque se realizan por vanidad del propietario –continúa el veterinario– el problema de estas prácticas es que derivan de la cosificación del animal, es decir, lo ven cual objeto». Para Murillo, hacer cirugías «correctivas» a los perros es tanto como personalizar los coches para su exhibición: «Lo mismo pasa con los animales, así como pintas a un carro de colores, le agregas luces o demás cosas, la gente cree que tener a un perro de tal o cual forma y presentarlos de tal o cual manera es ‘digna de concurso'».
Y, literalmente, lo es. Según el artículo de Kingstone aquí citado, la cirugía estética canina ha sido un arma bastante efectiva para garantizar el gane a algunos ejemplares en concursos de exhibición canina.
Pero, para el especialista consultado por SinEmbargo, estos cánones de belleza canina (definidos por algunos grupos) constituyen un factor que motiva a los propietarios a someter a sus mascotas a procedimientos innecesarios. «Los estereotipos de que el animal tiene que cumplir con cierto estándar acentúan la vanidad del dueño y, en otros casos, inclusive contribuyen a la estigmatización de algunas razas». Así pasa con el pittbull, boxer o doberman, que suelen verse «más rudos» con las orejas cortas.
Pero, este afán de perfección física de una mascota podría resultar contraproducente. En el caso específico del corte de cola y orejas, el también Gerente de Respuesta ante Emergencias, de Protección Animal Mundial, explica más a fondo las complicaciones que podrían derivar de la que alteración de la fisionomía original del animal:
Las orejas: «Debido a que los pabellones de las orejas cumplen la función de barreras naturales contra el agua, polvo y suciedad causantes de infección, su corte [más allá de ciertas marcas anatómicas] podría facilitar la contaminación de las orejas y generar infecciones. Éstas, según su severidad, podrían penetrar el oído a un grado en que se puede provocar desde meningitis hasta encefalitis, y eso nos llevaría, finalmente a la muerte del paciente», señala el veterinario.
Por otro lado, Murillo especifica que, de no hacerse una buena sutura, existe el riesgo de que las láminas de piel de las orejas se abran y pueda surgir una infección con inflamación y dolor que causaría sufrimiento al animal.
La cola: Desde el punto de vista quirúrgico –explica el médico–, cortar la cola con la técnica incorrecta podría «inducir infecciones de hueso o de médula espinal y podría generar situaciones que incluso pueden derivar en parálisis del paciente».
Por otro lado, el experto apunta que durante cualquier procedimiento quirúrgico (no importa que este sea electivo o de urgencia), además de realizarse la anestesia, debe practicarse la analgesia, que implica el suministro de sustancias que evitan el dolor. «Porque algunas personas creen que anestesiar es suficiente, pero no es así. Anestesiar implica que el perro esté inmóvil, no obstante, éste puede estar sintiendo el dolor del procedimiento. Algunas veces, de no controlarse el dolor, la función del animal puede verse alterada y uno intenso puede provocarles taquicardia, paro cardiaco o paro respiratorio».
En 2013, el sitio Beijing News documentó la muerte de un mastín tibetano durante una cirugía estética. El perro, que es de una raza catalogada como una de las más caras del mundo y propia de las «esferas altas de la sociedad», murió por un paro cardiaco a causa de complicaciones con la anestesia.
«Así que la cuestión de cirugías estéticas no interesa sólo por una cuestión moral y ética, sino porque es capaz de alterar las funciones del animal. Es importante que se entienda que el bienestar animal nada tiene que ver con su apariencia, sino con el cuidado de su alimentación y nutrición, sociabilidad y aspectos etológicos [emocionales]. Cuando un dueño cuida estos aspectos estamos ante uno que auténticamente se preocupa por su mascota», concluye el médico.