El nuevo telescopio tendrá un espejo siente veces mayor que el del Hubble que le dará mayor alcance.
Por Marcos Merino
Ciudad de México, 15 de septiembre (TICBeat/SinEmbargo).- Ahora mismo, mientras lees este artículo, la NASA está probando el telescopio destinado a suceder al Hubble, el James Webb, mientras permanece aislado en una cámara criogénica del centro espacial Johson de Houston (Texas), a la espera de su lanzamiento en 2019. En dicha cámara se le ha estado sometiendo a la temperatura de -223 grados que deberá hacer frente durante su período de funcionamiento en el espacio (cinco años, teóricamente prorrogables otros cinco).
Este lanzamiento, que costará aproximadamente 10 mil millones de dólares, está llamado a abrir una nueva etapa en la investigación astronómica y es el resultado de un proyecto iniciado hace 21 años por la NASA y sus agencias homólogas en la UE y Canadá. Hasta 2002 se le conocía por el nombre de ‘Next Generation Space Telescope‘, pero ese año fue renombrado en honor de James Edwin Webb, el gran impulsor del programa espacial Apolo que permitió al hombre llegar a la Luna.
El James Webb se diferenciará del Hubble en dos aspectos fundamentales: su enorme tamaño (su espejo de 6.5 metros de diámetro será 7 veces mayor) y en que opera en la longitud de onda infrarroja (el Hubble sólo lo hace en la de la luz visible), lo que le permitirá observar objetos muy lejanos y de pequeño tamaño y comprender cómo se pasó desde las estructuras primordiales del universo (observando la luz infrarroja que nos llega desde las primeras galaxias) a la existencia de planetas con capacidad para albergar vida (detectando sus biomarcadores).
El conjunto del observatorio se asienta en una aeronave sobre la que se sitúa un gigantesco escudo solar (del tamaño de una pista de tenis), que lo protegerán del calor y la luz que llegan desde el Sol y la Tierra, encima se colocará el telescopio propiamente dicho, fabricado de berilio revestido de oro (un metal precioso que favorece la detección de la débil luz infrarroja).
El James Webb se lanzará plegado, para luego ir abriéndose en el espacio lentamente durante sus tres primeras semanas de viaje. El éxito de este paso es fundamental, porque una vez llegue a su destino empezará a orbitar a .5 millones de kilómetros de la Tierra (4 veces la distancia entre nosotros y nuestra Luna), lo que impediría a los astronautas poder repararlo como ya hicieron con el Hubble.