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En la Normal de Tiripetío, jóvenes pobres y sin alternativas viven al borde y bajo acoso del Gobierno

15/10/2017 - 4:30 pm

En los últimos años los enfrentamientos de la Escuela Normal Rural de Tiripetío, Michoacán, con la fuerza pública se han intensificado. Los estudiantes reclaman la ampliación de la matrícula de 114 a 140 estudiantes, piden el pago completo de sus becas, pase directo, la liberación de plazas para los egresados y se les contrate antes de concluir sus estudios.

El día de ayer, 65 normalistas fueron detenidos y varios más resultaron heridos luego de enfrentamiento con policías. En una serie de videos y fotografías difundidas en redes sociales, se observa cómo los estudiantes fueron reprimidos con gases lacrimógenos y golpeados por los uniformados.

Este día, Adrián López Solís, Secretario de Gobernación de Michoacán, aseguró que los normalistas detenidos han comenzado a quedar libres, sin embargo, dijo, no están excluidos de la posibilidad de que se les investigue por su responsabilidad en el enfrentamiento con los uniformados.

Michoacán es gobernado por Silvano Aureoles, un supuesto político de izquierda, del Partido de la Revolución Democrática (PRD).

Por Valeria León, de Cencos, especial para SinEmbargo

Michoacán/Ciudad de México, 15 de octubre (SinEmbargo).– La primera Escuela Normal Rural en la historia de América Latina se encuentra en el pueblo de Tiripetío, al sur de Morelia. Esta es una de las 16 escuelas normales rurales que aún existen en el país y actualmente alberga a 560 estudiantes, quienes se preparan cada año para ser maestros.

Aunque la historia de esta escuela ha sido combativa, en los últimos años los enfrentamientos con la fuerza pública se han intensificado. Los estudiantes reclaman la ampliación de la matrícula de 114 a 140 estudiantes, piden el pago completo de sus becas, pase directo, la liberación de plazas para los egresados y se les contrate antes de concluir sus estudios.

Como medida de presión a las autoridades, los normalistas bloquean a menudo la principal vía férrea de la comunidad, que conecta el puerto de Lázaro Cárdenas con la ciudad de Morelia; lo que ha culminado en enfrentamientos violentos con la policía.

Así sucedió el pasado 21 de junio, cuando el normalista de 22 años, Gael Solorio recibió un balazo cerca de la boca en un enfrentamiento con agentes del Grupo de Operaciones Especiales de la Secretaría de Seguridad Pública de Michoacán y estuvo semanas en terapia intensiva.

De inicio las autoridades declararon que los policías no llevaban armas de fuego, únicamente con balas de goma pero tras varios videos que mostraban lo contrario, el secretario de Seguridad Pública de Michoacán, Juan Bernardo Corona, explicó que los estudiantes habían acordado liberar las vías del tren sin embargo, minutos después incendiaron una camioneta de Telmex por lo que las fuerzas del orden tuvieron que intervenir.

Otro enfrentamiento se suscitó el pasado 14 de octubre, en el que 74 normalistas fueron detenidos y otros más golpeados en el intento por liberar a uno de sus compañeros quien fue trasladado a la cárcel preventiva de Morelia, acusado de secuestrar camiones en Tiripetío.

Este año, la Escuela Normal Rural Vasco de Quiroga cumplió 95 años y los estudiantes están preocupados porque el gobierno quiera cerrarla.

“Esta escuela es un arma muy poderosa para el gobierno y prácticamente quiere quitarnos todo, ¿y nosotros qué hacemos?, pues defendernos”, expresó el estudiante de primer año, Jorge Luis Contreras.

En total, hay 7 mil estudiantes en las normales rurales del país. Son hijos de campesinos que ven a la Normal Rural como la única oportunidad frente a sus carencias. Las becas diarias de los normalistas oscilan entre los 45 y 70 pesos, de acuerdo con la Federación de Estudiantes Campesinos de México.

Raúl Castillo, quien es egresado de esta escuela y ahora es el director de la Normal Rural, asegura que las actividades que los normalistas ejecutan como medidas de presión son independientes de la escuela.

“Cuando no les llega su beca completa ellos se organizan”, afirmó el director en entrevista.

Desde el 2003 se han restringido las becas a los estudiantes y se han cerrado escuelas, como la normal Luis Villarreal en la comunidad de El Mexe en Hidalgo, que llevaba 82 años abierta y en donde se formaron personajes como Lucio Cabañas.

El cese de escuelas normales y la reducción de la matrícula, ha orillado a estudiantes a secuestrar autobuses con comida como reclamo.

A unas cuadras de la Escuela Normal Rural en Tiripetío se encuentra la autopista Siglo XXI en el tramo Morelia-Pátzcuaro. Este cruce es esencial para las camionetas repartidoras de empresas como Sello Rojo, Leche Araceli y Bonafont.

En este punto, los normalistas piden dinero a los vehículos como apoyo (actividad conocida como “boteo”). Sin embargo, si son camionetas con comida la situación es distinta: despojan a los choferes de sus vehículos, los vacían en el interior de la escuela y regresan los camiones. Los estudiantes aseguran que únicamente se llevan alimento y bebidas y los utilizan para la manutención de los normalistas.

Las instalaciones de la Normal Vasco de Quiroga incluyen cuatro hectáreas dedicadas a la siembra de maíz y crianza de animales como borregos, puercos, peces tipo tilapia, conejos, codorniz y gallinas.

«Ya después de que vas a clases en la mañana y en la tarde haces tu tarea, bajas acá y ya te sientes en tu casa, haciendo lo que hacías y te identificas”, relata Irvin Farfán, estudiante de tercer año.

Seis normalistas son los encargados de atender los módulos donde crían animales, que sirven de autoconsumo. Los alimentos se sirven tres veces al día en el comedor que tiene una capacidad de 300 personas

«Muchos de aquí venimos buscando la ayuda. Yo soy de bajos recursos, mi familia no tiene suficiente dinero para cubrir una carrera o algo que se pueda pagar y como acá en esta escuela nos ofrece comida, dormitorio y baño, namás en lo que uno gasta es en los puros pasajes», concluye Gerardo Contreras, normalista de nuevo ingreso.

Como Gerardo, muchos ven la Normal como su única opción de estudio. Así lo constatan las placas conmemorativas de pasadas generaciones que recuerdan los sueños cumplidos en esta escuela, que hoy tambalea en la víspera de su centenario.

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